La tensión estalla como un volcán en erupción en Sueños de libertad, dejando claro que los conflictos familiares, los intereses empresariales y los dilemas personales están a punto de cruzar puntos sin retorno. La aparente calma se desvanece cuando el padre de Marta la confronta: el proyecto con los americanos está aprobado, y eso, más que una oportunidad, representa una amenaza directa para el linaje de los De la Reina. Marta, decidida pero emocionalmente desgastada, insiste en que solo le queda aceptar la decisión de la junta y hacer su trabajo. Pero su padre no está dispuesto a rendirse tan fácilmente: teme que si el negocio funciona, nunca podrán recuperar el control de la fábrica que él mismo fundó.

Ante su impotencia, propone buscar una alternativa: recuperar poder en la junta directiva. Aquí entra en juego Luis, primo de Marta, quien podría ser la clave para equilibrar fuerzas. Jesús, por su parte, ya ha intentado chantajear con anterioridad, y aunque se afirma que no todos caerán en el mismo juego, el temor y las sospechas comienzan a propagarse como veneno. El padre de Marta lanza una idea audaz: crear un nuevo perfume tan exitoso como Esencias de la Reina, que permita prescindir de los americanos y, con ello, neutralizar la influencia de Pedro.

Marta, aunque escéptica, empieza a vislumbrar una posibilidad: si el nuevo proyecto internacional funciona, quizá pueda usar ese éxito como trampolín para reconquistar el timón de la empresa. La estrategia se va perfilando, pero la tensión interna entre los miembros de la familia se intensifica. Cada conversación es una guerra encubierta.

En otro frente, la convivencia entre María y su esposo se convierte en un campo minado. Los resentimientos reprimidos estallan cuando él la acusa de manipular a Julia, la niña huérfana que ambos deben cuidar. María no se queda callada: contraataca con dolor, acusándolo de no saber amar, de temer mirarse al espejo porque solo vería maldad. Las heridas de un matrimonio roto sangran a la vista de todos, incluso de la pequeña Julia, que presencia la disputa. El escándalo llega a tal punto que uno de los presentes, avergonzado, recuerda que los tutores deben dar ejemplo, y no permitir que la niña sea testigo de semejantes enfrentamientos.

Mientras tanto, en la fábrica, un nuevo personaje entra en escena: Amado Rojas, el asesor de seguridad laboral. Su llegada despierta cierta curiosidad y también una leve inquietud. Aunque en principio solo busca inspeccionar las condiciones del local, su presencia es observada con atención por las empleadas, especialmente cuando menciona los atracos violentos que ha presenciado en otros establecimientos. Su actitud meticulosa y directa deja claro que no ha venido solo a tomar notas: está dispuesto a remover todo lo que sea necesario para garantizar la seguridad… aunque eso signifique descubrir cosas que otros preferirían ocultar.

En el plano sentimental, Luis, debilitado física y emocionalmente, intenta proteger a Luz a toda costa. Tras enterarse de que Damián podría denunciarla por sus acciones en el dispensario, toma una decisión desesperada: le ofrece sus acciones a cambio de su silencio. Su madre, al descubrirlo, se alarma. El sacrificio de Luis puede poner en peligro el equilibrio de poder en la fábrica y afectar también a su hermano y a Pedro. Aunque el trato no se concreta, el daño está hecho. El gesto de Luis deja en evidencia hasta dónde está dispuesto a llegar por amor. Su madre, aunque preocupada, le reconoce la nobleza de su intención y le pide que descanse, sabiendo que lo que ha hecho, aunque imprudente, nació del corazón.

Por su parte, Marta sigue enfrentando desafíos dentro y fuera del ámbito laboral. A pesar de que las ventas van bien, la presión sobre sus hombros no disminuye. Se siente atrapada entre los intereses familiares, los conflictos con Pedro y las tensiones dentro de la empresa. Incluso la llegada de Claudia a la tienda genera tensión: Marta necesita despejar su mente, alejarse de la vorágine familiar, aunque solo sea por unas horas.

En una escena íntima, Luis, visiblemente afectado, confiesa a su madre que está dispuesto a vender todo lo que tiene con tal de asegurarse de que Luz no sea denunciada nunca. Su amor es tan profundo como desesperado. Pero su madre le recuerda que sus decisiones tienen consecuencias para toda la familia y que deben tener cuidado. Aún así, Luis mantiene su determinación: Luz es su prioridad y nada ni nadie lo hará cambiar de idea.

El episodio culmina con un nuevo giro: Julia ha pedido a alguien que se disculpe con María, y aunque en apariencia es un gesto de reconciliación, queda claro que hay algo más detrás. Las intenciones reales, las manipulaciones y las lealtades continúan cruzándose como un intrincado juego de ajedrez. Las piezas se siguen moviendo, cada una con su propia estrategia, pero todas avanzan hacia un mismo destino: un enfrentamiento inevitable.

En Sueños de libertad, los conflictos familiares, las ambiciones personales y las pasiones prohibidas se entrelazan para formar un relato de lealtades rotas, sacrificios impensables y estrategias ocultas. El tablero está listo, los bandos definidos… y la guerra por el poder apenas comienza.

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