La mansión de los Şanlı vuelve a temblar, no por terremotos ni tormentas, sino por una tormenta aún más peligrosa: la ira de Ifakat. Obsesionada con controlar cada aspecto de la vida de Ferit y, sobre todo, impedir que Seyran quede embarazada, ha orquestado en secreto un nuevo plan: usar a Sultan, su fiel sirvienta, para introducir anticonceptivos en las bebidas de la joven.
Pero el destino le juega en contra: justo cuando Sultan está a punto de cumplir con la orden, Seyran la sorprende. La trampa queda al descubierto… y el castillo de mentiras de Ifakat comienza a derrumbarse.
Desesperada por no perder el control, Ifakat encierra a Sultan en su habitación y descarga sobre ella toda su furia. Gritándole como una fiera acorralada, la culpa por el fracaso: “¿Por qué no le dijiste que eran vitaminas?”, le espeta. Sultan, acobardada y sin argumentos, apenas logra balbucear una defensa inútil.
Pero la rabia de Ifakat no se queda en palabras. Le propina una bofetada brutal que lanza a Sultan contra una silla. Entre lágrimas, la sirvienta le suplica que no la eche, asegura que no ha revelado nada del plan… pero Ifakat ha tomado su decisión. Su frialdad es tan cortante como su voz: “Ya no puedo salvarte. Te vas de esta casa hoy mismo”.
Y justo cuando todo parecía arder a puertas cerradas, aparece Ferit.
El joven, alertado por los rumores y los silencios sospechosos, irrumpe en la habitación de su tía. Al ver la escena —Sultan humillada, Ifakat tensa—, no tarda en atar cabos. Señalándola con el dedo, lanza la pregunta que nadie se atrevía a formular en voz alta: “¿Tienes algo que ver con esto?”.
Ifakat, como siempre, se escuda en su sangre fría. Niega todo. Juega el papel de la inocente, la incomprendida, la mujer preocupada por su familia. Pero Ferit no está dispuesto a creer ciegamente esta vez.
Lleno de rabia, se gira hacia Sultan. La mira con el fuego en los ojos y exige una respuesta. ¿Por qué trataste de darle eso a mi esposa? ¿Qué era esa medicina? Sultan tiembla. Está a un paso de confesarlo todo… pero el miedo la paraliza. La mirada de Ifakat, clavada en ella como un cuchillo, le recuerda el precio de hablar.
Y así, la verdad sigue flotando en el aire, espesa como el humo. Ferit sabe que hay algo más. Seyran sospecha. Ifakat juega con fuego. Y Sultan… ya no tiene casa, ni protección, ni escapatoria.
¿Qué ocurrirá cuando la verdad salga a la luz? ¿Se atreverá Sultan a hablar? ¿Será Ifakat capaz de mantener su imperio de secretos en pie?
📺 Una nueva vida se acerca a un punto de quiebre. Y nada volverá a ser como antes.