En un capítulo estremecedor, Sueños de Libertad 335 nos sumerge en un torbellino de emociones, decisiones extremas y confesiones desgarradoras que marcan un antes y un después para todos los personajes.
Todo comienza en la habitación de María, quien, envuelta en una profunda tristeza, repasa mentalmente las duras palabras que ha recibido de Begoña y Andrés. “Si sigue contigo, no es por amor, sino por culpa…”, resuena una y otra vez en su cabeza. “Puedo llevarte a una residencia aunque no quieras.” Hundida en la desesperación y convencida de que ha perdido a Andrés para siempre, María comienza a repetir en voz baja, casi en trance: “Andrés es mío… Andrés es mío…”
En el desván, Raúl y Manuela se encuentran ordenando unas cajas cuando escuchan un fuerte golpe desde la habitación de María. Raúl, alarmado, corre hacia la puerta. Al entrar, ambos quedan paralizados por la imagen: María ha intentado quitarse la vida cortándose las venas. Manuela reacciona con rapidez, pide a Raúl que presione las heridas mientras ella llama urgentemente al dispensario.
Luz atiende la llamada. La gravedad del caso la obliga a movilizarse de inmediato, y le comunica la noticia a Begoña: “Ha intentado suicidarse”. Ambas corren hacia la casa Reina. Mientras tanto, Raúl, desesperado, suplica a María que no se rinda: “No te vayas, por favor…”
En la fábrica, Andrés mantiene una conversación tensa con Tasio sobre las decisiones recientes respecto a Silas y el atropello que ahora amenaza la estabilidad legal de la empresa. Pero justo en ese momento, recibe la llamada de Manuela. La noticia lo deja helado: “¿Qué le pasó a María?… Ya voy para allá”.
De regreso en la casa, Begoña y Luz llegan y se suman a la emergencia. Begoña, observando la escena, nota la lámpara rota y los vendajes improvisados. “¿Fueron ustedes?”, pregunta a Manuela. “Sí, fue lo primero que hicimos”, responde. Luz, evaluando a María, nota que el pulso es débil, pero afortunadamente los cortes no son letales. La acción rápida de Raúl y Manuela fue decisiva.
Afuera, Raúl cuestiona por qué no trasladan a María a un hospital. Manuela, cansada y molesta, responde: “Deja que la doctora haga su trabajo. Ella sabe lo que hace”. Justo entonces, Andrés llega corriendo, visiblemente alterado: “¿Dónde está María?” Al entrar, se encuentra con su mayor temor hecho realidad. La ve pálida, herida, pero viva. Luz intenta calmarlo: “Está fuera de peligro. No perdió mucha sangre.”
Andrés se sienta a su lado y le toma la mano. La voz se le quiebra: “María… estoy aquí”. Ella, entreabriendo los ojos, le lanza una frase devastadora: “No me dejaste otra salida. Prefiero morir antes que estar sin ti.” Andrés, superado por la culpa, apenas logra articular una respuesta: “Tranquila, María… por favor…”
Mientras tanto, en otro rincón de la historia, Damián busca a Irene para disculparse por todo lo ocurrido últimamente. Su tono es honesto, pero Irene está harta de manipulaciones. “Sé que contrataste a Cristina para separarnos. Te salió mal.” Damián admite sus errores, aunque intenta justificar sus acciones. Irene, sin embargo, le lanza una verdad dolorosa: ahora que tiene a su hija cerca, no puede confesarle quién es realmente. No quiere destruirle la vida revelándole que es su madre biológica.
Entonces Damián comparte su propio secreto: Tacio es su hijo, fruto de una relación extramarital. Siempre supo de él, pero se mantuvo en las sombras. Un día, el corazón le dijo que ya no podía callar más y se lo confesó. “¿Y cómo lo tomó?”, pregunta Irene. “No fue fácil… pero ahora lo sabe. Y eso no cambia que lo quiero. Espero que algún día tú también me perdones”, responde con la voz cargada de arrepentimiento.
De vuelta en casa de los Carpena, don Pedro parece más relajado junto a Irene, pero su rencor hacia Damián sigue vivo. “No voy a dejarlo así”, afirma con firmeza. Irene intenta hacerlo entrar en razón: “Déjalo. No vale la pena esta guerra.” Pero Pedro tiene un plan: piensa investigar a fondo a Gabriel y su relación con su padre. Quiere demostrar que la familia de Damián también tiene oscuridades. “Primero conoceré a Gabriel. Luego… ya veremos.”
Justo entonces suena el teléfono. Al contestar, don Pedro se entera de que el abogado del seguro sigue esperando a Andrés… quien no ha llegado.
Y es que Andrés está con María, velando por su vida. Su mundo ha vuelto a girar en torno a ella. El trabajo, los problemas legales, la empresa… todo ha quedado atrás.
La gran pregunta queda en el aire:
¿Fue este intento de suicidio un grito de auxilio sincero o una jugada para retener a Andrés?
¿Podrá María recuperarse emocionalmente… o usará su dolor como arma para manipular a quienes la rodean?
¿Y qué hará Begoña, ahora que todo ha estallado y Andrés vuelve a estar a los pies de su pasado?
Lo que está claro es que Sueños de Libertad no deja de sorprendernos con su intensidad.
Y el capítulo 335 nos recuerda que, a veces, el amor y el dolor caminan de la mano… y destruyen a su paso.