El capítulo 314 de Sueños de Libertad abre con una atmósfera cargada de sospechas y temores. Andrés y Begoña caminan por los pasillos de la Casa Grande, nerviosos tras la conversación con el padre de la Reina sobre Jesús. Se refugian en un salón privado, tratando de ordenar las ideas. Jesús, quien parecía tener todo planeado —un nuevo apartamento en París, colegio para Julia— no encajaba con el perfil de alguien que se suicidaría. Begoña, atormentada, piensa en contarle a la Guardia Civil que fue la última persona en ver a Jesús, pero Andrés le suplica que no lo haga. El caso ya fue cerrado y abrirlo traería consecuencias impredecibles. Sin embargo, hay una pieza suelta: Goris. Andrés está convencido de que este hombre fue sobornado para pasar información y que Jesús quiso detenerlo.

Mientras tanto, en el laboratorio de perfumería, Marta, Carmen y Tasio revisan el informe de lo poco que se logró recuperar tras el robo de la furgoneta. La pérdida de sus nuevas fragancias, superiores incluso a las de Miranda, pone a todos en vilo. Si los Ronjas logran sacar un perfume con esa fórmula antes que ellos, su ventaja desaparecerá. Marta ruega porque la Guardia Civil capture a los culpables. Carmen, con pesar, reconoce que la culpa fue suya por haber confiado en Francisca, una chica que parecía inocente pero que terminó traicionándolos. Aun así, Marta sospecha que hay más detrás, y pronto Tasio le confiesa que antes de dejarla huir, habló con ella y notó un gran moretón en su rostro. Fue Miguelito, un delincuente del peor calibre, quien la manipuló y maltrató. Carmen le pide a Marta que retire la denuncia contra Francisca pero mantenga la de Miguelito, y Marta accede.

Poco después, Marta recibe una llamada urgente y se dirige al laboratorio. Carmen, al quedarse sola con Tasio, lo felicita por su nobleza. Él, sin saber que sus acciones podrían cambiar el rumbo de los acontecimientos, acepta el cumplido con humildad.

En la capilla, el siempre oportunista Curita busca a don Pedro para confrontarlo. Alega que escuchó rumores sobre la participación de don Pedro en la negación de la nulidad matrimonial de Andrés. Aunque Curita intenta disfrazarlo como un elogio hacia el compromiso con el matrimonio, don Pedro percibe la amenaza velada. El cura sugiere que le gustaría oficiar su boda, pero don Pedro, con su habitual frialdad, le recuerda que sus generosas donaciones pueden terminar si lo obligan a aceptar imposiciones. Curita, derrotado, queda en silencio.

Mientras tanto, en casa de los Merino, Digna comparte un tierno momento con su nieto Teo. Le prepara el almuerzo y conversan sobre la boda próxima. Teo recuerda con melancolía lo feliz que fue su madre en su boda y en el día de su nacimiento. Digna, emocionada, le pide que lleve las monedas simbólicas durante la ceremonia, un gesto que representa la unión de bienes y el compromiso mutuo. Teo, aunque conmovido, necesita pensarlo.

Por otro lado, Carmen revela a las chicas toda la verdad sobre Miguelito, dejando claro que fue él quien llevó a Francisca por el mal camino. Al enterarse de que Marta retirará la denuncia, Fina no puede ocultar una chispa de esperanza. Marta, su gran amor, aún cree en la redención. Claudia, por su parte, piensa en Mateo, y Carmen la consuela diciéndole que él sigue protegiéndola desde el cielo.

En casa de los Reina, Damián observa una foto de Jesús, sumido en sus pensamientos. Andrés llega con novedades: Goris no ha salido del país según los registros fronterizos. Damián, temiendo que se repita otra tragedia, le ruega a Andrés que sea prudente. Cree firmemente que Jesús fue asesinado y que Goris es la clave para desentrañar la verdad. Su temor más profundo es perder otro hijo, y se lo confiesa a Andrés en un abrazo cargado de dolor.

Mientras tanto, en el despacho de don Pedro, María entra sin anunciarse. Le cuenta que Andrés ha encontrado documentos de Jesús que generan sospechas. Aunque María no tiene pruebas concretas, su intuición la lleva a creer que algo oscuro está ocurriendo. Le asegura a don Pedro que irá del brazo de Andrés a la boda, lo que parece calmar temporalmente al empresario.

Irene, preocupada, se entera de que Andrés no irá a Cádiz como había dicho. Sospecha que en realidad está siguiendo a Goris, y teme que si lo encuentra, revele toda la verdad, igual que hizo con Jesús. Don Pedro intenta calmarla, pero en cuanto ella sale, marca directamente a Goris. La conversación es breve y amenazante: si él abre la boca, toda la culpa recaerá sobre él. Es una advertencia clara… o una sentencia.

En la cantina, Carmen y Tasio comparten una charla tensa. Él intenta convencerla de que hable con don Pedro para frenar las ventas puerta a puerta, pero ella lo corta en seco. Justo entonces suena el teléfono: es la Guardia Civil. Han capturado a Miguelillo con varios objetos robados. Necesitan a Tasio para la identificación. Sin pensarlo, corre hacia el cuartel.

En otro rincón del pueblo, Claudia y Raúl tienen un momento íntimo. Él le agradece por ayudarle con un poemario que le ha ganado el afecto de una chica. María llega justo a tiempo para interrumpirlos y, visiblemente molesta, reprocha a Raúl por no contarle nada del robo. Lo acusa de ocultárselo por Claudia, pero él insiste en que solo son amigos. María no está convencida, y el ambiente entre ellos se enfría aún más.

La tensión llega a su punto máximo en los últimos minutos. Irene vuelve al despacho de don Pedro. A pesar de su apariencia de control, su voz tiembla al decirle que si Goris habla, no solo perderán la empresa, sino todo lo que los hermanos Carpena han construido… y también a él. Pero don Pedro, sereno y frío como el hielo, simplemente dice: “Yo me encargaré.”

Finalmente, Marta, en un acto de determinación, decide entregar a don Pedro un archivo secreto que contiene pruebas que podrían hundir a Goris. No lo hace por venganza, sino porque intuye que la red de mentiras que rodeó la muerte de Jesús está más cerca que nunca de derrumbarse. El archivo contiene nombres, transacciones y una cadena de correos cifrados que vinculan a Goris con maniobras ilícitas.

Don Pedro recibe la carpeta con una sonrisa que no llega a los ojos. Sabe que este movimiento de Marta puede ser una jugada maestra… o la chispa que encienda un incendio que nadie podrá apagar.

Y así concluye el capítulo 314 de Sueños de Libertad, con traiciones reveladas, alianzas inesperadas y una verdad que amenaza con salir a la luz. ¿Podrá don Pedro mantener su imperio intacto? ¿Y qué hará Marta ahora que ha cruzado una línea peligrosa?

Todo esto… lo sabremos en el próximo episodio.