En el turbulento capítulo 306 de Sueños de Libertad, las tensiones familiares, los conflictos por la tutela de Julia y un explosivo enfrentamiento por la herencia de Marta colocan a los personajes al borde del colapso emocional. Las máscaras caen, las heridas se abren y la lucha por el poder y la protección de los seres queridos alcanza un nuevo nivel de intensidad.
La escena se abre en la majestuosa casa de los Reina, donde Andrés entrega a su padre Damián un sobre que contiene los documentos para presentar el cambio de tutela de Julia en el juzgado. Con voz firme, pero con el peso del conflicto interno, Andrés declara: “Es lo correcto, aunque me preocupa cómo lo tomará Julia. Ayer fue muy duro para ella”. Damián, con tono paternal, intenta calmar a su hijo: “Con el tiempo entenderá que es por su bien”. Andrés se muestra determinado: alejar a Julia de la influencia de María es su prioridad. Pero Damián le recuerda un detalle inquietante: María y Julia aún comparten techo. Andrés asiente, sabiendo que esto será una batalla larga.
La conversación se ve interrumpida por la inesperada aparición de Digna, visiblemente alterada. Lanza un reproche cargado de angustia: “Tendrían que haber visto el estado en que volvió mi nieta”. Andrés intenta justificarse, pero Digna lo interrumpe con dureza: “Lo mejor es pensar primero en Julia… y sabes a qué me refiero”. La tensión es palpable, y Damián intenta suavizar la situación reconociendo la responsabilidad compartida que tienen con Julia. Finalmente, Digna exige que Begoña venga a buscar a la niña.
Antes de marcharse, Damián aprovecha para disculparse con Digna por sus últimas palabras respecto a su compromiso. Pero ella corta en seco: “No creí en nada de lo que dijiste… Mi nieta me espera”. Su prioridad es clara.
Más tarde, la escena se traslada a la casa de María. Cuando Julia entra, María la recibe con un abrazo forzado y un reproche camuflado de preocupación. Julia pide disculpas, pero María insiste con tono controlador: “No puedes irte sin avisar”. Begoña, con actitud firme, interviene para defender a la niña y la manda a preparar su mochila. En cuanto Julia sube, comienza un enfrentamiento verbal entre las dos mujeres. Begoña acusa a María de manipular la situación y responsabilizarla injustamente. María, con su habitual sarcasmo, se defiende: “No dije nada que no fuera cierto”. Pero Begoña no se deja amedrentar: “Si de verdad la quisieras, la alejarías de quienes la dañan”.
El bombazo llega cuando Begoña revela que Andrés ya ha iniciado oficialmente los trámites para otorgarle la custodia a Damián. María queda descolocada: “¡Qué rápido lo hizo!” Begoña le lanza un ultimátum: “Cuanto antes te alejes de Julia, mejor”. María, herida, grita: “¡Yo haría cualquier cosa por ella!” Pero Begoña no da marcha atrás. “Pues ve preparándote, porque esta vez no me quedaré callada”, le advierte. La guerra por Julia está declarada.
Mientras tanto, en otro rincón de la casa, Marta acude a Andrés con una inquietud que la corroe por dentro. Le confiesa que desde la muerte de Jesús y la reciente operación de Luis, no puede dejar de pensar en Fina. Teme que si algo le ocurre, Fina quede totalmente desprotegida. “No tiene a nadie más”, dice, con ojos llenos de angustia. Andrés intenta calmarla, pero Marta no está hablando solo de miedos. Tiene un plan: le pide que abra una cuenta a su nombre y que ponga a Fina como beneficiaria. “Ya retiré el dinero. Si me pasa algo, ella lo recibirá sin problemas”, le explica. Andrés, conmovido por la confianza, acepta ayudarla sin reservas.
Pero la paz dura poco. En el despacho de Damián, Pelayo entra como un huracán. Ha recibido una llamada del banco alertándole sobre un retiro de dinero sospechosamente elevado. Aunque legalmente Marta y él tienen cuentas separadas, el banco lo consideró una irregularidad, dada su relación conyugal. Damián, desconcertado, intenta restarle importancia, pero Pelayo, ya paranoico, huele traición. “¿Estás seguro de que ese dinero es para Fina?”, pregunta con ironía. En ese instante, Marta entra, decidida, y confirma la verdad: “Sí, es para ella”.
Pelayo estalla. No soporta que Marta haya actuado por su cuenta, ni que haya ocultado semejante operación. Se burla cruelmente: “Ve al banco y cuéntales la historia de amor que tienes con Fina”. Marta se defiende con firmeza: “No fui al notario por ti. Lo hice para protegerte. Pero ahora no me cuestiones”.
El tono sube de inmediato. Pelayo acusa: “¡El banco me llamó por el retiro tan grande!” Marta no se deja intimidar: “Es mi dinero. No tengo que dar explicaciones ni a ti ni al banco”. Damián intenta mediar, pero Pelayo, fuera de sí, menciona al detective privado infiltrado en la fábrica, dejando claro que ya no confía en nadie.
Marta no se deja aplastar por la presión. Mira a Pelayo a los ojos y sentencia: “No me pidas que no proteja a Fina. Esta es la forma que encontré”. Pelayo, con voz venenosa, responde: “Solo espero que no te estés gastando ya la herencia y tengas que volver al banco pronto”.
Pero Marta le lanza el golpe definitivo. “¿Cómo te atreves? Fina ha rechazado mi dinero y mis joyas desde el primer día. No está conmigo por interés. Está por amor. ¿Tú sabes lo que es eso, Pelayo?” Él se queda sin palabras, pero lanza una frase final que lo dice todo: “¿Sabes cuál es el problema? Que vamos cada uno en una dirección distinta”.
Y con esas palabras, el capítulo se cierra, dejando al descubierto no solo las fracturas en la familia Reina, sino también el profundo dilema de lealtades, poder y afectos que está por explotar. La batalla por Julia, el dinero y el amor ha comenzado… y nadie saldrá ileso.
¿Estás preparado para el próximo capítulo? Porque en Sueños de Libertad, el drama solo acaba de comenzar.