La semana arranca con un giro inesperado que marca un antes y un después en la batalla silenciosa entre Damián y don Pedro. Mientras el patriarca de los García Ortega afila sus estrategias en la sombra, Damián sabe que para derrotarlo no basta con buenas intenciones: necesita aliados. Por eso, presiona a su hijo Andrés para que se acerque a María, aunque esto implique tocar viejas heridas. Pero Andrés, cada vez más lúcido, empieza a ver con claridad las verdaderas intenciones de su esposa… y también las de su padre.

Luis regresa a casa tras recibir el alta médica. Aún convaleciente, se encuentra con una Digna que propone que otro perfumista lo reemplace temporalmente, pero él, con el orgullo de quien quiere seguir en pie, insiste en volver a su puesto. Carmen y Tasio lo respaldan, generando una tensión sutil pero presente: Luis no solo ha vuelto a casa, ha vuelto al tablero de juego.

Mientras tanto, don Pedro fracasa en una nueva negociación, un revés que empieza a debilitar su aparente invulnerabilidad. Y en medio de esta debacle, una noticia cambia el rumbo de Gema y Joaquín: han decidido adoptar. Van con ilusión a hablar con don Agustín, quien les expone con frialdad los riesgos del proceso. Lo que ellos ven como un acto de amor, otros lo perciben como una oportunidad de manipulación.

En otro rincón del drama, Luz se presenta en casa de Damián y lo enfrenta con algo más que palabras: lo chantajea. La amenaza es clara, y la tensión entre ambos escala mientras ella le exige cooperación a cambio de silencio. Paralelamente, Andrés confronta a Raúl. Le teme, pero más aún teme que su lealtad esté con María. Sin embargo, el chófer reafirma su fidelidad, dejando claro de qué lado está… o eso parece.

Damián recibe un golpe de suerte: el detective Ángel le entrega información crucial sobre don Pedro. Con este nuevo as bajo la manga, planifican infiltrarse en la empresa para conseguir pruebas. Es entonces cuando Andrés, tras aceptar que necesita a su padre, introduce a Ángel como nuevo jefe de seguridad, sin revelar su verdadera identidad. Solo Damián y él saben quién es realmente. La jugada está en marcha.

Entretanto, Digna se deja seducir por la cercanía de don Pedro, quien no deja de insistir en casarse con ella. La joven empieza a tambalear, mientras Begoña, desgarrada por otra pelea con María, se refugia en Andrés. Él la impulsa a seguir luchando por Julia, recordándole que la sombra de María pronto se disipará.

Damián logra lo impensado: que Marta y Andrés se sumen a su cruzada contra Pedro. Luz, temiendo por su vida, decide contarle todo a Luis, quien, para protegerla, le ofrece a Damián sus acciones como moneda de silencio. Es un pacto silencioso, lleno de implicaciones. En paralelo, Gema se muestra feliz con el proceso de adopción, pero comienza a dudar cuando escucha rumores sobre los métodos oscuros de don Agustín.

Luis, al descubrir que Damián sabía el secreto de Luz, lo confronta con rabia, afectando aún más su salud. Digna, preocupada por lo que podría pasar si su padre acepta las acciones de Luis, corre a advertirle a Pedro. María, por su parte, al borde del abismo, acude a Pedro con un pedido desesperado: quiere acelerar la nulidad. Para lograrlo, lo chantajea sin escrúpulos, consciente de que es su única carta.

El detective Ángel revela a Damián un dato explosivo: Pedro y María podrían estar cerrando un pacto en secreto. La noticia prende alarmas. En medio del caos, Pelayo regresa, y Marta, cansada de medias verdades, exige explicaciones.

La paranoia se apodera de Pedro. La investigación sobre su pasado lo tiene contra las cuerdas. Para protegerse, presiona a su entorno más cercano. María, por su parte, no puede ocultar sus celos por la creciente cercanía entre Claudia y Raúl. La inseguridad empieza a consumirla.

Joaquín, decidido a todo por ser padre, entrega dinero a don Agustín para “agilizar” el proceso. Pero Irene, que escucha la conversación, revela un secreto del pasado que lo cambia todo: Pedro está implicado. La bomba está a punto de estallar.

María, cada vez más manipuladora, aprovecha una revisión médica para acercarse aún más a Raúl, esta vez con un objetivo claro: seducción. Pedro, jugando su propia carta, sigue llenando a Digna de atenciones que empiezan a surtir efecto. Irene, desgastada, se refugia en Fermín. Con ayuda de Begoña, toma una decisión trascendental.

Andrés, en un acto de humildad, se disculpa con Marta y la libera de todas sus responsabilidades, dándole luz verde para empezar una nueva vida con Fina. Marta, emocionada pero aún en duda, confiesa a Fina que Ángel trabaja para Damián. El secreto enfría su relación, generando una nueva fisura.

Mientras los Merino celebran que pronto serán padres, Digna toma una decisión definitiva respecto a su futuro con Pedro. El desenlace parece inminente. Y justo entonces, Andrés recibe noticias del tribunal sobre la nulidad… María, entre la desesperación y la rabia, se prepara para enfrentar lo inevitable.

El tablero de Sueños de libertad se sacude con cada movimiento, y las piezas comienzan a encajar, aunque no todos estén listos para la verdad. La lucha por el poder, el amor, la justicia y la redención sigue cobrando víctimas… y lo peor aún está por venir.

¿Quién ganará cuando los secretos ya no se puedan ocultar?