En el capítulo 339 de Sueños de Libertad, los secretos se convierten en armas, las lealtades se tambalean y el pasado vuelve a golpear con fuerza… Esta vez, es Gabriel quien cambia las reglas del juego con un descubrimiento que puede hacerlo escalar en el poder —o destruirlo todo a su paso.

La historia comienza con un ambiente enrarecido en la casa de los Reina. La tensión es palpable desde el primer minuto. Marta, sumida en pensamientos, hojea una revista en la cocina, hasta que la repentina aparición de Pelayo la arrastra de vuelta a una realidad incómoda. La joven está preocupada: Don Pedro ha hecho comentarios que apuntan directamente a la situación de Pelayo, su identidad, su relación con Cobeaga… y algo más. Marta teme que don Pedro esté empezando a sospechar. Pelayo, aunque intenta mostrarse tranquilo, sabe que cualquier paso en falso podría ser usado en su contra. Don Pedro no perdona. Ni olvida.

Lo inquietante no es sólo el juicio de Pedro, sino su capacidad de manipulación. Marta, intentando proteger a Pelayo, llega incluso a mencionarle a don Pedro un posible ascenso político de su cuñado: el nombramiento como gobernador civil. Un intento desesperado por revestirlo de “respetabilidad” ante los rumores y las miradas inquisidoras. Pelayo, lejos de enfadarse, agradece el gesto. Aunque sabe que caminarán sobre una cuerda floja.

Pero la bomba verdadera explota lejos de la cocina. Mientras en otra ala de la casa, Manuela acompaña a María para que descanse, una figura aparece en la puerta con una media sonrisa: Gabriel.

Aunque su tono es cortés, su presencia lo dice todo. Gabriel entra con la excusa de ayudar… pero en realidad viene con intenciones muy distintas. Su objetivo es claro: obtener el voto de María para ocupar un lugar dentro de la empresa familiar. Sin embargo, sus métodos distan mucho de ser nobles. En cuestión de segundos, la conversación se transforma en un duelo psicológico.

Gabriel lanza sus dardos con precisión: insinúa que María no es querida por nadie en la casa, que incluso su esposo parece más su asistente que su pareja, y que sus vínculos familiares están colgados de un hilo. María, dolida y a la defensiva, le aclara que no aceptará chantajes. Pero Gabriel tiene un as bajo la manga… y no duda en usarlo.

Con voz serena pero firme, deja caer la amenaza: sabe de la llamada que María hizo a don Pedro ese mismo día. Un contacto prohibido, un secreto que podría arruinarla. María queda paralizada. El miedo se le dibuja en la cara. ¿Cómo lo sabe? ¿Desde cuándo la vigila? Pero Gabriel, astuto, le baja el tono al momento y disfraza su amenaza como una propuesta de “colaboración”.

“No es una amenaza —le dice—, es una invitación a estar del mismo lado”.

María, con el alma desgarrada y sabiendo que tiene todo que perder, accede. Votará por él. No porque confíe en Gabriel, sino porque lo teme. Porque entiende que ese joven aparentemente calmado es, en el fondo, un lobo disfrazado de cordero. Sin embargo, antes de que la escena termine, Gabriel deja al descubierto su verdadero motivo: no busca un puesto en la empresa por ambición personal, sino para ganarse la confianza —o el afecto— de su tío Damián. Pero María, con una mirada que encierra años de sufrimiento, le advierte: “Ganar el cariño de Damián no te servirá. Es lo que intentó Jesús toda su vida… y ya viste cómo terminó”.

La conversación deja un sabor amargo. Un choque de heridas no cerradas. Dos personajes heridos, manipulando y defendiéndose, usando los secretos como armas y las emociones como escudos.

Mientras tanto, el escándalo que rodea a Pelayo amenaza con salir a la luz. El gesto con Cobeaga en el restaurante, el brindis con champán, los rumores, las insinuaciones de don Pedro… Todo parece un castillo de naipes que tiembla con el mínimo soplo. Marta intenta proteger a su cuñado, pero ambos saben que están luchando contra un enemigo invisible pero despiadado: el juicio social. Y más aún si el que mueve los hilos desde las sombras es Pedro, que no descansará hasta destruir a los Reina desde dentro.

El capítulo cierra con interrogantes que hielan la sangre:

• ¿Podrá Pelayo sostener su imagen pública si don Pedro decide usar lo que sabe?

• ¿Qué más sabe Gabriel sobre María… y hasta dónde está dispuesto a llegar?

• ¿Está María realmente sola dentro de esa casa… o aún puede encontrar aliados?

La guerra dentro de los muros de la familia Reina se intensifica. Las armas ya no son pistolas ni puñales, sino secretos, llamadas escondidas, alianzas disfrazadas y chantajes bien calculados. El campo de batalla no es otro que los pasillos de la casa, las miradas entrecruzadas, y los votos de poder.

🔥 Sueños de Libertad se transforma en un torbellino de intrigas familiares, ambición, traiciones emocionales y verdades ocultas. En el episodio 339, los secretos tienen un precio… y Gabriel está dispuesto a cobrarlos todos.

📢 ¿Qué opinas tú? ¿María debería enfrentarse a Gabriel o aceptar el chantaje para sobrevivir? ¿Está Pelayo en peligro inminente con Pedro?
Déjanos tu comentario y no te pierdas el próximo capítulo de Sueños de Libertad, donde cada palabra es una amenaza y cada silencio, una traición.