En el capítulo 339 de Sueños de Libertad, emitido el 30 de junio, la calma aparente en la colonia de la Reina se rompe por completo cuando Gabriel revela su verdadera cara y lanza un devastador ultimátum a María de la Reina, arrastrándola a un oscuro juego de poder, traición… y chantaje.

Todo comienza con un día que parecía inofensivo: el sol brilla sobre los tejados de Toledo, pero en el corazón de la familia reina una tormenta silenciosa. En la perfumería, Don Pedro interroga con frialdad a Marta sobre su negociación con Cobeaga, sospechando no solo de lo profesional, sino también del vínculo íntimo entre Pelayo y el empresario. Marta, acorralada, se ve obligada a defender a su esposo con uñas y dientes, mientras percibe con claridad que Don Pedro ha comenzado a tirar de un hilo que podría deshacer toda su vida.

Pero lejos de ese despacho, se gesta otra trama más peligrosa. Gabriel, el sobrino ambicioso de Damián, está decidido a entrar en la empresa familiar como abogado, y para lograrlo necesita votos clave. Ya ha conseguido que Damián y Tacio le apoyen, pero aún falta uno esencial: el de María. Con una falsa cordialidad, se le acerca y le pide su voto, apelando al lazo familiar y al deber con la empresa.

María, prudente, intenta mantener la distancia: “Debo pensarlo con calma”, le dice, sin saber que esa decisión marcaría el inicio de un infierno. Gabriel, al no obtener respuesta inmediata, la sigue en secreto y la sorprende llamando por teléfono… a Don Pedro. María lo hace para alertar a su padre sobre los movimientos de su primo. Cree estar sola, pero Gabriel la escucha. Y lo usa en su contra.

Horas más tarde, junto a la fuente del jardín, Gabriel reaparece. Ya no hay sonrisa, no hay máscara. Su tono es cortante, su amenaza clara: “Ya no te pido el voto. Te lo exijo.” María, confundida, intenta razonar, pero él la acorrala: “Sé lo que hiciste. Te oí hablar con Don Pedro. Traicionaste a esta casa.” Lo que sigue es un chantaje en toda regla: si no lo apoya en la junta, Gabriel hará pública su traición, hundiéndola ante Damián y toda la familia.

María no tiene escapatoria. Con lágrimas contenidas, acepta: “Está bien… tendrás mi voto.” Pero antes de que él se marche, le lanza un último dardo cargado de rabia y coraje: “Esta jugada te funcionará, sí, pero no servirá de nada. Jesús también creía que lo tenía todo controlado… y mira cómo acabó. A ti te pasará lo mismo.” Gabriel, helado, solo responde: “Yo no soy Jesús.” Y se marcha, dejando a María sola, devastada y temblando… no de miedo, sino de haber visto el verdadero rostro de su enemigo.

Mientras tanto, otras tramas hierven en silencio. Marta se debate entre proteger a Pelayo y enfrentar la amenaza latente de Don Pedro, quien comienza a sospechar de la orientación sexual de su yerno. La tensión matrimonial crece como una bomba de tiempo. En otro rincón de la colonia, Chema finge una lesión en el cuello para evitar trabajar y logra colarse en casa de Carmen y Tacio, sembrando otra semilla de tensión familiar.

Damián, por su parte, intenta reparar la relación con su hijo Tacio y logra convencerlo de votar por Gabriel. Sin embargo, el precio emocional es alto: debe enfrentar el reflejo de sus errores como padre, y Tacio, aunque acepta, deja claro que no lo hace por él, sino por lo que cree justo.

En el dispensario, Begoña se desahoga con Luz. Entre lágrimas, confiesa que vive atrapada en una relación rota con Andrés. Luz, con firmeza pero con ternura, le dice lo que nadie se había atrevido: “Tal vez ha llegado el momento de cerrar el capítulo con Andrés.” Palabras sencillas que resuenan como un terremoto interior en Begoña.

Y en casa de los Merino, Joaquín se niega a participar en la cena de reconciliación organizada por Digna. Gritando, le dice a Luis: “Quiero la verdad. No calma.” Está convencido de que hay secretos oscuros entre Don Pedro y Gorris, y no parará hasta desenmascararlos. Su esposa Gema intenta hacerlo entrar en razón, pero Joaquín ya ha cruzado un umbral: “Mis heridas solo sanarán cuando se sepa toda la verdad.”

El episodio también nos regala una nota de luz: Fina, alentada por Claudia, descubre su talento para la fotografía. Por primera vez en mucho tiempo, se atreve a soñar con una vida más allá de la tienda. El arte, el reconocimiento, la amistad… una semilla de esperanza entre tanto caos.

Pero el corazón del capítulo es, sin duda, el enfrentamiento entre Gabriel y María. Un chantaje que cambia el tablero de poder, que rompe la confianza y que anuncia una guerra silenciosa donde los movimientos serán calculados y las heridas profundas. María ha cedido, pero no se ha rendido. Ahora sabe con quién lucha. Y Gabriel… ha ganado una batalla, pero ha despertado a una enemiga peligrosa.

¿Qué sucederá cuando María decida contraatacar? ¿Podrá desenmascarar a Gabriel antes de que sea demasiado tarde?

El precio de la traición ya ha sido cobrado… y la batalla apenas comienza.