La tragedia estremece a la familia Reina: María ha intentado quitarse la vida… o al menos eso parece. En el nuevo episodio de Sueños de libertad, la línea entre el sufrimiento genuino y la manipulación emocional se vuelve tan borrosa como peligrosa, y nadie saldrá indemne de lo que está por venir.

Todo comienza con una llamada que interrumpe la aparente calma: Damián habla con su sobrino Gabriel justo cuando la noticia explota como una bomba en la familia. María ha sido encontrada en su habitación tras un intento de suicidio, cortándose las venas. Raúl y Manuela, por pura suerte, llegaron a tiempo para salvarla. La reacción de Gabriel es tan perfecta que parece ensayada: “¡Qué desgracia! ¿Hay algo que pueda hacer?”. Pero bajo esa máscara de preocupación se esconde algo mucho más oscuro. Al enterarse de que Kobeaga ha retirado su interés en el desarrollo del perfume de la fábrica, una sonrisa se escapa en su rostro. Su plan avanza, y las piezas caen una por una.

Lo que nadie sospecha es que Gabriel está orquestando un ataque desde las sombras. En su habitación, se reúne con Salcedo, el mismo hombre involucrado en el supuesto atropello por parte de Andrés. Le entrega un sobre lleno de dinero: “Aquí va la mitad. El resto, cuando estén contra las cuerdas. Incluso te daré el 60% de la indemnización.” Este arreglo revela que todo el incidente pudo haber sido manipulado, una pieza más para destruir a Andrés desde dentro y debilitar aún más a la familia Reina.

Mientras tanto, en la fábrica, el caos se desata. Don Pedro irrumpe en el despacho furioso por la ausencia de Andrés en una reunión clave con el seguro, ignorando lo que ha ocurrido. Solo cuando Damián le revela con frialdad: “Su mujer ha intentado suicidarse. ¿Te parece poca razón para no asistir?”, el empresario queda helado. Sin embargo, ni siquiera eso frena sus intereses: considera que Andrés debería apartarse del cargo y anuncia que presentará una moción de confianza. La presión es insoportable, y las fisuras en la familia se agrandan.

En paralelo, la relación entre Andrés y Begoña tambalea peligrosamente. La culpa lo consume. “¿No lo ves? Otra vez ha puesto su vida en peligro por mí”, le dice desesperado. Begoña intenta tranquilizarlo, pero Andrés, ahogado en su tormento, confiesa que había amenazado a María con internarla a la fuerza. “¿Eso fue lo mejor para ella o para mí?”, se cuestiona, cada vez más perdido. Luz, testigo silenciosa del dolor, interviene con firmeza: deben vigilar a María muy de cerca; su estado sigue siendo frágil.

Lo más inquietante llega cuando Andrés, lleno de culpa y amor confuso, entra en la habitación de María. Ella, aún débil, no tarda en lanzar un dardo cargado de verdad y manipulación: “Prefiero estar muerta antes que verte deshacerte de mí”. Andrés se derrumba. Le suplica que no vuelva a hacer algo así, le promete que jamás la enviará lejos, que no tomará más decisiones sin ella. Pero María, entre lágrimas, lanza una frase demoledora: “Lo único que puedo decidir es si sigo viva. Todo lo demás lo deciden otros por mí.” Esa confesión, tan ambigua como calculada, siembra la duda: ¿fue un intento de suicidio real o una jugada maestra para recuperar el control sobre Andrés?

Desde el umbral de la puerta, Begoña escucha esas palabras que ya no le pertenecen. El amor que creía tener se diluye entre promesas que Andrés ahora le hace a otra. El rostro de Begoña refleja el quiebre emocional de quien comprende que ha perdido la batalla antes de luchar. María, débil pero lúcida, ha logrado su cometido: retener a Andrés a través del dolor.

Pero no es solo el corazón de Begoña el que se resquebraja. Luz también sospecha. Observadora e intuitiva, nota que hay algo en María que no encaja. ¿Es posible que haya usado su sufrimiento como un ancla emocional? ¿Se atrevió realmente a tanto solo por mantener a Andrés cerca? ¿O fue una desesperada reacción de una mujer llevada al límite?

Mientras estas preguntas se arremolinan, Gabriel sigue moviendo fichas en las sombras. Una misteriosa llamada internacional lo conecta con una dirección en París. Todo indica que su plan va más allá de la familia Reina y de la fábrica. ¿Qué se trae entre manos? ¿Quiénes son los que lo ayudan desde el exterior?

Al final del episodio, quedan muchas incógnitas al aire. ¿Qué hará Don Pedro con la moción de confianza? ¿Saldrá Andrés expulsado de la fábrica y de la vida de los Reina? ¿Begoña tendrá la valentía de irse o esperará otro golpe de María? ¿Y Gabriel? ¿Cuánto más puede manipular sin ser descubierto?

En Sueños de libertad, los juegos de poder, el chantaje emocional y las traiciones internas se entrelazan en una red cada vez más peligrosa. La pregunta ya no es si habrá consecuencias, sino cuándo explotará todo.

Déjanos en los comentarios qué crees tú: ¿María realmente quiso morir… o fue todo parte de un plan para no perder a Andrés? ¿Podrá la familia Reina sobrevivir a este nuevo terremoto?
Nos leemos en el próximo avance exclusivo de Sueños de libertad. ¡Hasta pronto!