En Sueños de Libertad, el drama se intensifica con una conversación desgarradora y reveladora entre Luz, la doctora de la familia, y Begoña, marcada por el miedo, la desconfianza… y una sospecha tan grave como perturbadora: ¿y si el intento de suicidio de María no fue tal?
Todo comienza cuando Luz, preocupada por el estado emocional de María tras el accidente, confiesa que lo que más le angustia no son las heridas en las muñecas, sino su abatimiento constante, su moral completamente hundida. Pero Begoña va más allá. Con una mezcla de dolor y frialdad, pone sobre la mesa una duda incómoda: ¿Y si María no quería morir… sino manipular?
Conocedora del pasado de María, Begoña lanza una teoría demoledora. Recuerda que ya una vez intentó algo similar con pastillas. Y ahora, justo cuando Andrés hablaba de llevarla a una residencia especializada, María se hace cortes superficiales, lo bastante visibles para preocupar, pero sin que comprometan su vida. Begoña insinúa que fue todo un acto calculado para retener a Andrés a su lado.
La sospecha no es ligera. La acompaña con ejemplos concretos: “Ya fingió un aborto con un embarazo inexistente… Y hasta se atrevió a robar a un niño de la casa cuna.” El patrón es claro para ella: cada vez que María se siente acorralada, recurre a medidas extremas para no perder el control.
Luz, como doctora, mantiene su preocupación médica: insiste en que María está débil, que estuvo a punto de desangrarse, que necesita atención urgente, ya sea en la residencia o con ayuda profesional desde casa. Pero Begoña lo tiene aún más claro: “Si un especialista la viera, la desenmascararía. Y eso, María no lo va a permitir.”
El silencio que sigue a esas palabras es pesado, casi insoportable. La conversación no solo refleja el temor por la salud mental de María, sino también la impotencia de quienes la rodean, atrapados entre la compasión, el miedo y la manipulación.
El capítulo nos deja frente a una pregunta aterradora: ¿Es María una víctima de su dolor o una experta en convertirlo en herramienta? ¿Cuánto de su sufrimiento es real y cuánto es un escudo para mantener su mundo bajo control?
La línea entre la desesperación genuina y la estrategia calculada se difumina con cada escena. Lo cierto es que María ha logrado evitar la residencia, que Andrés ha vuelto a caer en su red emocional… y que aquellos que la conocen, como Begoña, temen que solo un especialista pueda ver la verdad. Una verdad que María jamás permitirá que salga a la luz.
En Sueños de Libertad, las emociones pueden ser armas, y el amor, una trampa de la que no todos saldrán ilesos.
¿Hasta dónde llegará María para no perder el control? ¿Y quién será la próxima víctima de sus decisiones?
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