El capítulo 335 de Sueños de libertad marca un nuevo punto de inflexión para Andrés, quien vuelve a ser arrastrado a las tensiones laborales de la empresa mientras su vida personal está al borde del colapso. La escena se desarrolla en un momento de máxima urgencia: un accidente imprevisto pone en juego no solo la imagen pública de la compañía, sino también su estabilidad legal y operativa.
Todo comienza con una conversación entre Irene, Tasio y Pedro, interrumpida bruscamente por una noticia alarmante. Tasio, con rostro serio, les informa de un accidente ocurrido en las inmediaciones de Chinchón. Uno de los conductores de la empresa, Silas, lo llamó muy alterado: ha atropellado a un peatón. Aunque inicialmente intentó minimizar lo sucedido, diciendo que no era grave, la realidad es otra muy distinta.
El atropellado, un hombre llamado Antonio Salcedo, acaba de llamar personalmente desde el hospital. Está herido, con dolores evidentes en piernas y brazos, y ha dejado claro que tiene intención de demandar a la empresa. La tensión en el ambiente se palpa. Pedro, visiblemente frustrado, reacciona con ironía: “¡Lo que nos faltaba! Justo la publicidad que necesitábamos ahora”. El accidente no solo representa un problema legal, sino un desastre de relaciones públicas para la marca.
Irene, mostrando su temple habitual, asume el liderazgo de forma inmediata. Se ofrece a encargarse tanto del aspecto legal como de la comunicación con la víctima. Su propuesta es clara: calmar los ánimos, manejar el problema con diplomacia y permitir que Pedro se enfoque en su verdadero objetivo del día —asegurar que los pedidos de jabones salgan a tiempo. Pero Pedro no está dispuesto a seguir ese camino.
En lugar de delegar en Irene, toma una decisión tajante y polémica: Andrés debe hacerse cargo del problema. Irene y Tasio se miran sorprendidos. Tasio, con cautela, le recuerda que Andrés está lidiando con la delicada situación de María, emocionalmente desgastado y atrapado en una tormenta personal. Sin embargo, Pedro no se conmueve.
Con frialdad, responde: “Andrés es el jefe de logística, y como tal, tiene la responsabilidad de resolver esto. Lo llamaré ahora mismo.” Su tono no deja espacio a la discusión. A ojos de Pedro, los problemas personales no son excusa para abandonar las responsabilidades de la empresa. “No me importa lo que esté viviendo. Este asunto lo soluciona él”, parecen gritar sus palabras sin necesidad de pronunciarlas.
Irene, aunque visiblemente incómoda, acepta la orden. Toma el control práctico de la situación y le pide a Tasio que localice a Andrés con urgencia. El tiempo corre, la imagen de la empresa está en juego, y cada decisión que se tome marcará el destino inmediato de todos.
Este avance muestra cómo las tensiones empresariales se entrelazan con los conflictos personales de los personajes. Andrés, que en capítulos anteriores ha demostrado estar al límite emocional, ahora es empujado de nuevo al frente de batalla, obligado a cargar con una responsabilidad que podría ser la gota que colme el vaso.
El episodio no solo muestra las grietas en la estructura empresarial, sino también la falta de empatía de algunos personajes como Pedro, dispuesto a sacrificar a su subordinado para salvar la fachada de la empresa. Mientras tanto, Irene continúa siendo la figura de equilibrio, intentando que todo no se venga abajo, aunque cada vez se le hace más difícil mantener la compostura ante tantas crisis simultáneas.
¿Qué hará Andrés al recibir esta nueva presión? ¿Se derrumbará definitivamente o logrará mantener a flote su integridad profesional? ¿Y cómo reaccionará María al ver que Andrés vuelve a anteponer las necesidades de la empresa a su cuidado?
Lo cierto es que la empresa atraviesa uno de sus momentos más críticos y Andrés, una vez más, será empujado al límite. La lealtad, la responsabilidad y el sacrificio personal se ponen a prueba en un capítulo donde la lógica empresarial se impone sobre la compasión, y donde cada decisión puede tener consecuencias irreversibles. Porque en Sueños de libertad, nadie escapa a las cadenas invisibles del deber.