MARTA AND FINA-Sueños de Libertad 358 (Gabriel se enfrenta a don Pedro por defender a Diosdado)
“Quiero que también acusen a la hija de Diosdado”. La voz fría y exigente de don Pedro resonó al otro lado de la línea, lanzando una orden que golpeó a Gabriel como un rayo inesperado. Aquellas palabras cruzaron una línea invisible, despertando en Gabriel un sentimiento profundo de indignación y determinación. Sabía que estaba al borde de un enfrentamiento abierto con uno de los hombres más influyentes de la empresa y del pueblo, pero también comprendía que era lo correcto. La justicia debía prevalecer, incluso frente al poder.
Horas antes, Begoña, con angustia en su mirada, había suplicado a Gabriel que entendiera la situación desesperada que había llevado a Diosdado a robar. Ella, la única víctima directa, estaba lista para defender al acusado. Con una mezcla de nerviosismo y esperanza, le pidió que llamara a Andrés a testificar, convencida de que su voz revelaría la indiferencia y negligencia de don Pedro. Gabriel, consciente de la tensión que este acto podría generar con sus superiores, prometió ayudarla. En ese momento, algo más fuerte que cualquier presión o temor profesional comenzó a guiar sus decisiones.
Mientras Gabriel y Begoña preparaban con precisión la declaración que podría cambiar el rumbo del juicio, Pelayo y Damián conversaban en la intimidad de una habitación llena de recuerdos. Damián, con un dejo de nostalgia, confesó cómo la partida de su hermano Bernardo había dejado una herida invisible en la familia. Gabriel era ahora la oportunidad para curar esa vieja cicatriz, para redimir de alguna manera la ausencia de su hermano. Pelayo, sorprendido por la revelación, contempló una vieja fotografía y sintió que a pesar de los años, los lazos de sangre seguían siendo fuertes y vitales.
Gabriel, en medio de una conversación interrumpida por la llamada amenazante de don Pedro, no titubeó ni un instante. Sabía que defender a Diosdado era también honrar la memoria rebelde de su padre, Bernardo, y hacer justicia en nombre de todos aquellos silenciados por el miedo o el poder.
Cuando Begoña escuchó las intenciones implacables de don Pedro, su indignación fue palpable. La idea de acusar a la hija de Diosdado le parecía monstruosa, una injusticia aún mayor que la cometida contra ella misma. Pero Gabriel, con serenidad, le aseguró que nada cambiaría su estrategia. Su compromiso con la verdad y con la justicia era inquebrantable, aunque ello pudiera poner en riesgo su carrera o su relación con don Pedro.
En los ojos de Begoña brilló la admiración y una profunda gratitud. Reconoció en Gabriel un alma capaz de sacrificarlo todo por lo justo. Con un leve nerviosismo, dudó sobre su apariencia ante el juicio, sugiriendo quitarse el maquillaje y las joyas. Gabriel, con una sonrisa tierna y tranquilizadora, le aseguró que no necesitaba esconderse, porque la belleza y la verdad no debían ocultarse jamás.
En medio de toda esta tormenta emocional, una pregunta queda en el aire: ¿Hasta dónde llegará Gabriel en su lucha por la justicia y qué precio tendrá que pagar por enfrentarse a don Pedro?
La respuesta, como siempre, está en el corazón y en la valentía de aquellos dispuestos a arriesgarlo todo por defender lo correcto. ¿Y tú, estarías dispuesto a hacer lo mismo?