En el episodio 307 de Sueños de Libertad, el espectador será testigo de uno de los momentos más íntimos y emotivos de Marta, donde la fortaleza que normalmente la define da paso a la vulnerabilidad más pura. El escenario es la oficina de Andrés, quien, como siempre, está sumido en sus tareas cuando Marta entra decidida, aunque con una mirada que delata que lleva algo más que palabras consigo.
Desde el primer instante queda claro que Marta no solo está allí por una visita casual. Aunque se muestra serena, su corazón late con intensidad. Buscaba a Andrés, sí, pero no solo para conversar. Pronto, el ambiente se transforma cuando el nombre de Fina sale a flote. Marta menciona que ha hablado con Begoña sobre su amor por ella. Esto sorprende a Andrés, quien, antes de que Marta pueda continuar, se apura a aclarar que él no fue quien reveló nada. Pero Marta lo tranquiliza enseguida: no está enfadada. Muy al contrario, confiesa sentir un enorme alivio.
Marta se siente más ligera al saber que alguien más conoce su verdad. Que alguien como Begoña, alguien que no la juzga, sea confidente de su historia con Fina, le proporciona consuelo y una sensación de libertad que jamás imaginó. Cada vez que comparte ese profundo amor que ha guardado con tanto celo, siente que se libera un poco más. Sin embargo, también reconoce que eso la hace sentir más expuesta, como si sus emociones estuvieran más al alcance de todos, más frágiles. Andrés, siempre empático, le asegura que Begoña es una aliada, alguien de confianza. Incluso le propone algo que hace brillar los ojos de Marta: salir a cenar juntos, los cuatro, como amigos, como personas que se entienden y se aceptan tal como son.
La escena adquiere un tono más serio cuando Marta se sincera sobre el verdadero motivo de su visita. Lo que la ha traído hasta allí no es una charla casual: es el miedo, el temor profundo por lo que podría pasarle a Fina si algún día ella no está. La reciente sucesión de muertes, su estado de salud algo debilitado, y los fantasmas familiares que nunca terminan de desaparecer, la han hecho reflexionar. Fina, dice con dolor, no tiene a nadie más. Si a Marta le sucediera algo, ¿quién velaría por ella?
Es en este momento que Marta revela su mayor preocupación: proteger a Fina legal y emocionalmente. Ha pensado en incluirla en su testamento, pero teme que eso despierte sospechas, especialmente por parte de Pelayo, quien ya ha advertido que hacerlo sería arriesgado, incluso ante un notario. Demasiados ojos, demasiadas dudas, demasiadas posibles represalias. Pero Marta no está dispuesta a quedarse de brazos cruzados. Por eso, ha ideado un plan más discreto.

Le propone a Andrés algo arriesgado, pero profundamente noble: abrir una cuenta bancaria a su nombre y poner a Fina como beneficiaria. Marta ya ha retirado el dinero que quiere dejarle a Fina, una suma que, aunque no lo dice explícitamente, representa todo lo que puede ofrecerle: protección, estabilidad y una forma de amor silencioso y eterno. Lo único que necesita ahora es una vía segura para asegurarse de que, si ella muere, ese dinero llegue a Fina sin interferencias.
Andrés la escucha en silencio, conmovido. La sinceridad de Marta, su fuerza, su entrega, lo golpean con fuerza. Le preocupa que este gesto pueda ser descubierto, que se convierta en arma en manos equivocadas. Pero Marta, con una mezcla de valentía y resignación, le responde que ya no le importa lo que piensen. Incluso si creen que Fina es su amante, le da igual. Bromea con ironía amarga: “En este mundo, es más seguro ser mi amante que mi ahijada”. Ambos sueltan una carcajada breve, un momento de alivio en medio del dolor.
Lo que une a Marta y Andrés en esta conversación va más allá de la amistad: es una alianza de almas. Él le asegura que nunca ha visto un amor tan sincero y puro como el que ella siente por Fina. No es un capricho ni una rebeldía contra la familia ni la sociedad: es amor en su forma más genuina, más desinteresada. Andrés lo comprende y lo respeta profundamente. Le promete ayudarla.
Marta, con los ojos húmedos, se siente comprendida como pocas veces antes. Agradece a Andrés con el corazón en la mano. En ese instante, ya no hay secretos, ni miedo, ni máscaras. Solo dos personas unidas por la complicidad, por la confianza, y por un amor —aunque no el suyo— que merece ser cuidado. Se funden en un abrazo largo y sincero. Un abrazo que no solo es de despedida, sino de pacto silencioso: pase lo que pase, Andrés estará ahí.
Conclusión: El episodio 307 de Sueños de Libertad promete ser uno de los más conmovedores de la temporada. Marta se despoja de su coraza, revela su mayor temor y demuestra, una vez más, que el amor verdadero va más allá de cualquier norma, prejuicio o amenaza. La unión entre ella y Fina se fortalece en la sombra, pero brilla más que nunca en los corazones que la entienden. ¿Será este el primer paso hacia un futuro más libre para ambas?
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