El episodio 199 de Sueños de Libertad nos regala uno de los momentos más íntimos, dulces y emocionalmente conmovedores entre Marta y Fina. En una escena que mezcla juego, ternura y deseo, las dos mujeres se reencuentran lejos del bullicio, dejando salir, sin máscaras ni miedos, la fuerza de sus sentimientos.
La escena comienza con Marta entrando en silencio a la tienda. No dice nada. No necesita hacerlo. Solo observa a Fina desde la distancia, envuelta en una calma amorosa, deleitándose en verla moverse, trabajando, ajena a su presencia. Hay algo casi mágico en ese momento; una Marta sonriente, enamorada, sintiendo que el simple hecho de verla es un regalo.
Cuando Fina finalmente se da la vuelta y la ve, se sobresalta, pero enseguida ríe aliviada. “Marta, por Dios, ¿qué haces aquí?” exclama con una mezcla de sorpresa y alegría. Marta, sin perder su gesto suave, responde: “Solo recreándome… viendo la suerte que tengo de tenerte.”
Fina, un poco ruborizada pero encantada, responde con coquetería: “Ten cuidado… que así no voy a poder resistirme.” Marta se ríe, y la química entre ellas es innegable. Marta le dice que guarde esa intensidad para más tarde, porque ha venido con un deseo claro: pasar la tarde con ella, a solas, sin testigos ni excusas, sin tener que esconderse más.
Fina se enternece. La propuesta la toca profundamente. Marta le explica que su hermano Andrés ha aceptado cubrir su turno para que pueda estar libre. Fina, divertida, le pregunta si hay un motivo especial para ese repentino gesto romántico. Marta responde con sinceridad: “Ninguno… solo quiero estar contigo.”
Entonces, Marta sugiere ir juntas a la casa de los Montes, un rincón apartado que ya habían imaginado como su pequeño refugio. Fina le recuerda que lo habían prometido esa semana, y que esperaba ese momento. Marta admite, con un gesto de frustración, que no logró organizar todo a tiempo hoy. Fina, conmovida, responde con humor: “Andrés se merece un monumento por darte la tarde libre.”
En ese instante, el señor Rojas entra en escena con un informe para doña Carmen. La energía cambia. Fina lo atiende con educación y profesionalismo, pero Marta lo observa con una mirada fría, casi de desconfianza. Cuando él se va, Fina le pregunta qué ha pasado. Marta intenta restar importancia al asunto, pero deja claro que prefiere mantener distancia. No quiere repetir la tensión que vivieron con Santiago.
Fina la tranquiliza: “Sé cuidarme. Y Rojas no ha mostrado nada raro.” Marta no responde del todo convencida. Fina, firme pero amorosa, le pregunta si realmente quiere privar a las otras chicas de la experiencia de aprender solo por protegerla a ella. Marta, desarmada por el argumento, dice suavemente que lo pensará.
Antes de irse, Marta le promete a Fina que pasará a buscarla más tarde. Fina, riendo, la provoca: “¿No que tenías toda la tarde libre?” Marta ríe con ella y dice que solo tiene que darle un par de indicaciones a Andrés.
Cuando Marta se aleja, Fina se queda sola por un instante, con una sonrisa brillante y la mirada perdida. Se nota emocionada. Ilusionada. Feliz. Sabe que lo que tienen es real, fuerte, y que esa tarde, lejos de todos, puede ser solo el comienzo de algo que ha estado esperando desde hace mucho tiempo.
Este capítulo de Sueños de Libertad no solo celebra el amor en su forma más pura y sincera, sino que también ofrece un respiro de ternura en medio de la tensión que rodea a otros personajes. Es un episodio que invita a soñar… y a recordar que en los momentos más simples, se encuentran las verdades más profundas.
Una tarde, una mirada, una confesión sin palabras… y el deseo de estar juntas. A solas. Sin miedo. Sin esconderse. Porque, a veces, eso basta para sentirse libre.