La historia entre Marta y Fina ha estado llena de momentos complicados, pero este episodio destaca por la ternura y la conexión profunda que han logrado construir. Todo comienza con un gesto aparentemente simple, pero cargado de significado: Fina llega a la puerta de Marta, quien la deja entrar con una suavidad que ya deja entrever el cariño que se tienen. Sin necesidad de muchas palabras, Marta toma la mano de Fina y, con una actitud cautivadora, le habla sobre la ausencia de su pareja, Pelayo, quien está ocupado en una comida con Miguel Ángel Vaca. Sin embargo, lo realmente importante no es la razón por la que Pelayo no está, sino cómo Marta se acerca a Fina con un toque coqueto, insinuando que ahora es el momento perfecto para estar juntas.

Este intercambio de miradas y caricias parece congelar el tiempo. Un gesto tan sencillo como juntar las frentes y tomarse de las manos se convierte en una declaración de intimidad profunda. Fina, sintiendo la conexión, responde juguetonamente, y Marta, con una sonrisa, le propone ir a comer juntas. En ese instante, se besan con una dulzura que no necesita palabras, un beso lleno de confianza que refleja la paz y seguridad que han encontrado en la otra.

Pero antes de salir, Marta tiene un pequeño obsequio para Fina: un libro. No un libro cualquiera, sino un libro de fotografía que Marta ha conseguido tras un esfuerzo considerable. Viaje tras viaje a librerías, casi rindiéndose, hasta que finalmente lo encuentra en una tienda especializada en arte y fotografía. Este esfuerzo no solo habla de la atención que Marta tiene hacia Fina, sino del respeto y admiración que siente por sus pasiones, incluso las más sencillas o aparentemente inalcanzables.

Fina, visiblemente emocionada, pregunta si la sorpresa fue una mala idea, y Marta, con una mirada llena de ternura, le asegura que no. El gesto de regalarle el libro es un recordatorio de que sus pasiones no son tonterías, sino algo profundamente valioso. Fina, al hojea el libro, se maravilla ante las imágenes y comienza a pensar en su propio talento. Marta, siempre alentadora, le recuerda que tiene un talento natural para la fotografía, pero que lo único que falta es que Fina se lo crea.

En una conversación sincera, Fina abre su corazón y le cuenta a Marta cómo la fotografía le ha dado una nueva alegría, un propósito más allá de su trabajo en la tienda. Aunque está agradecida por haber conseguido un puesto en el mostrador, la fotografía le brinda una satisfacción única. Marta, entre risas y recuerdos, recuerda cómo Fina temía incluso pedir un simple cambio de puesto, pero ahora está experimentando un crecimiento increíble. Fina, llena de confianza, asegura que la fotografía le ha dado una nueva pasión, y Marta le responde con una frase que marca un antes y un después: “Te estás convirtiendo en una mujer extraordinaria, y eso hace que te quiera más cada día.”

Es un momento clave en la relación entre ambas. La historia de Fina no es solo una historia de amor entre dos personas, sino una historia de autodescubrimiento y crecimiento. Y Marta, lejos de ser solo un apoyo, es un motor en este cambio. Pero, como siempre, Marta se niega a aceptar todo el crédito, recordándole a Fina que la valiente siempre ha sido ella, incluso ahora, cuando le cuesta dar el siguiente paso en su calendario de fotos.

El momento culmina con otro beso, uno que habla de gratitud, de amor, de crecimiento y de confianza mutua. Fina, con una sonrisa llena de luz, le dice que lo hará. Si Marta cree en ella, ¿cómo no va a creer en sí misma?

La escena, simple pero profundamente significativa, no es solo un testimonio del amor entre Marta y Fina, sino también de cómo las personas pueden cambiar y crecer cuando se sienten apoyadas y valoradas por quienes las rodean.

¿No es increíble cómo un pequeño gesto, como un beso o un libro, puede marcar el comienzo de algo grande? ¿Qué opinas de la forma en que Marta apoya a Fina en su viaje hacia el autodescubrimiento?