En el próximo capítulo de La Promesa, el drama alcanza un nuevo clímax cuando los secretos más oscuros empiezan a arder —literal y metafóricamente— en medio del palacio. Todo comienza cuando López, en un acto de puro instinto, se lanza a las llamas para rescatar un libro aparentemente inofensivo. Pero ese tomo ennegrecido por el fuego no contiene simples recetas de cocina… sino el diario personal del temido duque de Carvajal y Cifuentes. Y en sus páginas, se revela la verdad más demoledora: Curro no es hijo de Alonso, sino del duque. La sangre que corre por sus venas es la que durante años ha representado el poder más temido y odiado de toda la región.
El hallazgo lo cambia todo. El equilibrio de la casa Luján se tambalea como nunca. Mientras tanto, Manuel, sin saber lo que se gesta entre fuego y páginas quemadas, tropieza con una carta que alguien —o más bien dos conspiradores— han dejado caer “accidentalmente”. Martina y Jacobo han falsificado una carta escrita supuestamente por Catalina, llamando a la revuelta campesina y usando los recursos de la finca para armar a los jornaleros. ¡Una traición inventada, escrita con la maestría de la mentira! Cuando Manuel la lee, no puede creerlo. ¿Su hermana Catalina, su compañera de lucha, involucrada en una sedición? Las dudas lo desgarran por dentro.
Y en el corazón de la finca, el ambiente es irrespirable. La tensión crece entre Enora y Leocadia en el hangar. Lo que comenzó como una rivalidad laboral escala a una confrontación emocional cargada de resentimiento y celos. Leocadia, poseída por un odio antiguo, lanza miradas que congelarían el infierno. Insinúa que la relación entre Enora y Manuel no es meramente profesional. El veneno corre entre herramientas y fuselajes. Y Manuel, dividido, observa cómo se desmorona la armonía del proyecto que tanto le costó construir.
A la par, Catalina se enfrenta a su propio juicio familiar. En la biblioteca, Cruz y el varón de Valladares la acorralan. La acusan de anarquista, de querer destruir las tradiciones. Ella, firme, les lanza una respuesta que los deja sin palabras: “Un trabajador que se siente respetado es un trabajador más productivo.” Pero ni sus palabras sabias ni su temple de acero logran frenar la tormenta. El odio de Martina y Jacobo hacia Catalina es visceral, casi enfermizo. Y la carta falsificada es su arma definitiva.
En otra ala del palacio, Curro comienza a atar cabos peligrosamente cercanos a la verdad. Hurgando en un viejo desván, encuentra una carta que Alonso escribió al duque. En ella, se suplica que no se acerque a Curro, un niño que no pidió nacer con una sangre manchada por escándalos y pecado. El mundo de Curro se derrumba. Ya no puede huir más de su origen: es el hijo ilegítimo del duque de Carvajal y Cifuentes. Y ahora, con Ballesteros —un hombre directamente vinculado a esa casa maldita— caminando entre los pasillos de La Promesa, el miedo se hace carne.
Ballesteros, implacable, empieza a imponer su nuevo orden. Petra, la sombra de siempre, tiembla ante su presencia. Él lo sabe. Sabe que ella oculta algo. La desaparición de la hermana de Federico —esa figura trágica del pasado— vuelve como un fantasma. Petra, que había jurado no recordar, no hablar, siente que su mundo se estrecha. La mirada de Ballesteros no es la de un mayordomo, es la de un inquisidor silencioso. Y ella sabe que el pasado está a punto de cobrar venganza.
El capítulo alcanza su punto álgido cuando Manuel, con la carta en la mano, se dirige a confrontar a Catalina. La carta, cuidadosamente redactada por Martina y Jacobo, no deja lugar a dudas: habla de rebelión, de armas, de subversión. Para Manuel, su hermana ha cruzado una línea. ¿Pero es capaz de creer que todo es verdad? Catalina, mientras tanto, sigue ajena a la emboscada que se cierne sobre ella, revisando cuentas, sumida en sus responsabilidades.
Y en la cocina, estalla otro conflicto: Leocadia y Ángela se enfrentan violentamente, en parte por el escándalo del marqués de Andújar y Fernando, y en parte por viejos resentimientos que hierven desde hace semanas. La cocina, ese espacio de rutina y sustento, se transforma en un campo de batalla emocional.
Mientras tanto, López, con la mano quemada y el alma en carne viva, se encierra con el diario que logró salvar del fuego. En él, las palabras son demoledoras:
“He confirmado lo que sospechaba desde hace tiempo. El niño que la familia Luján acoge como bastardo, llamado Curro, no es hijo de Alonso. Es mi hijo, fruto de la unión con Dolores. Es mi heredero legítimo.”
Cada frase es dinamita. Cada línea, una amenaza para los Luján y una posibilidad para el renacimiento de Curro. El libro, ahora parcialmente carbonizado, es un testamento oculto que puede destruir o liberar. El fuego no logró consumirlo… pero está a punto de incendiar el destino de todos.
Y por último, Ballesteros sigue tejiendo su red. Su conversación con Petra, su interés por la hermana desaparecida de Federico, su poder calculado… todo indica que ha llegado con una misión secreta. ¿Qué busca realmente? ¿Justicia, venganza o algo más?
Este capítulo lo cambia todo:
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La verdad sobre Curro ha sido revelada,
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Catalina está a punto de ser sacrificada con mentiras,
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Leocadia se hunde en sus celos,
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Y Ballesteros desentierra un pasado que amenaza con devorar el presente.
¡No te pierdas el próximo capítulo de La Promesa! Lo que se avecina no es una simple tormenta… es un incendio que nadie podrá apagar.
Si quieres saber más, escribe “sí” en los comentarios y muy pronto llegará un nuevo adelanto.