Un año ha pasado desde los dramáticos acontecimientos que sacudieron La Promesa, y nada volverá a ser como antes. El tiempo no solo ha traído nuevas esperanzas, sino también decisiones irrevocables, enfrentamientos desgarradores… y un regreso que lo cambiará absolutamente todo.
El palacio ya no es el mismo. Aunque la rutina parece haberse estabilizado en la superficie, bajo ella hierve una tormenta silenciosa. Cruz ha vuelto, más decidida que nunca a recuperar su trono emocional y social. Eugenia, por su parte, ha logrado consolidar su recuperación, lo que ha devuelto algo de calma al ambiente de la casa. Sin embargo, nuevos rostros se suman al servicio: Eurico, un mayordomo sobrio y austero, comienza a imponer su autoridad en la servidumbre, mientras la extrovertida cocinera Sebastiana, con su lengua afilada y carácter fuerte, sacude la cocina con una energía vibrante y una chispa de desobediencia.
Catalina, ahora casada con Adriano y madre de gemelos, camina por los jardines con una serenidad nueva, pero la semilla del cambio ya ha germinado en su interior. Un amigo de Adriano ha ofrecido la oportunidad de abrir una panadería en Pisa, y el sueño de una vida sencilla, lejos de las imposiciones aristocráticas, se convierte en una tentación imposible de resistir. “Se trata de libertad, no de pan”, dirá Catalina al enfrentarse a su padre, el Marqués Alonso, en una conversación que marcará el fin de una era. Ella quiere criar a sus hijos con dignidad y trabajo propio, lejos de la mirada implacable del linaje. Alonso no acepta la decisión, pero tampoco puede detenerla. Y con el alma desgarrada, la deja partir.
Lo que Catalina no sabe es que su salida supone una bendición para Cruz, quien observa la escena desde la sombra con una sonrisa apenas contenida. Para ella, es el fin de una amenaza, el desalojo definitivo de una rival sin nobleza. Pero su alivio será breve. Al volver a su habitación encuentra una flor, idéntica a las que Leocadia solía llevar en el cabello, colocada sobre su tocador. Una provocación. Una declaración de guerra. Cruz la lanza contra la pared y jura vengarse.
En la cena de esa misma noche, la tensión se corta como el cristal. Cruz se engalana como si aún pudiera impresionar. Leocadia aparece más serena que nunca, con una flor en el cabello, repitiendo el símbolo de su desafío. Alonso, harto del eterno pulso entre ambas, rompe su silencio y anuncia lo impensado: pedirá el divorcio. “Estoy eligiendo mi paz, y eso tú nunca me diste”, le dice a Cruz, provocando un terremoto que desmorona el suelo bajo sus pies. Leocadia contiene la emoción, mientras Cruz jura en silencio destruirla.
Esa noche no duerme. Al amanecer, se mira en el espejo con odio y determinación. “Leocadia será la próxima en salir por esa puerta, aunque tenga que acabar con ella”, se dice. La guerra ha comenzado.
Mientras tanto, Manuel renace entre motores y planos. Con la traición de Toño aún reciente, el joven ha reconstruido su proyecto aeronáutico desde cero, reformando un galpón detrás de las caballerizas. Su pasión por volar vuelve a tomar vuelo, literalmente. Entonces, el destino llama a su puerta en forma de una carta oficial: una aerolínea en expansión le ofrece un puesto como ingeniero técnico en Zaragoza. Su talento ha sido reconocido. Manuel, desconcertado, pregunta quién lo recomendó. “Quizás alguien que te ha observado más de lo que imaginas”, le responde el emisario. El joven, con el corazón latiendo a mil, acepta el reto.
Busca consejo en Rómulo, su guía desde siempre. La decisión no es fácil: dejar la Promesa es dejar una vida, pero también abrazar otra. Manuel siente que esta vez, por fin, puede volar libre.
Y justo cuando parece que todos se marchan, que todo se transforma, que La Promesa comienza a vaciarse de sus antiguos lazos… ocurre lo imposible.
Una figura aparece en la entrada del palacio. Cansada, pero de pie. Orgullosa. Viva. Jana.
Sí, ella. La misma mujer que todos lloraron, la que fue enterrada simbólicamente en una ceremonia sin cuerpo. La protagonista indiscutible de esta historia. Vuelve con un niño en brazos, el hijo que tuvo con Manuel. Su regreso es más que una aparición: es un golpe de tambor que sacude los cimientos del lugar. Los criados se detienen. Los nobles bajan la mirada. Y la historia se detiene por un instante.
Jana está viva… y lista para hablar.
Reunida con Alonso, Leocadia y un-Manuel completamente anonadado, Jana revelará su verdad. Que fingió su muerte por protección, que fue amenazada por una red de enemigos que aún la persiguen, y que sólo pudo sobrevivir escapando y escondiéndose con su hijo. Su testimonio es tan estremecedor como inesperado. Ha pasado un año desaparecida, y cada minuto fue una batalla por mantenerse viva. Ahora ha vuelto… para recuperar lo que es suyo.
La reacción de Manuel será devastadora. Su corazón, que apenas empezaba a curarse, estalla con cada palabra. La mujer a la que lloró, la que amó con desesperación… está allí, y con su hijo en brazos. ¿Y ahora qué? ¿Abandonará Zaragoza? ¿Renunciará a su sueño para volver a ser padre y compañero?
Pero no solo él se verá descolocado. Leocadia también observa a Jana con recelo. Cruz, al enterarse, jura destruirla una vez más. La llegada de Jana no sólo representa una historia de amor interrumpida: es la resurrección de una figura incómoda, valiente, que muchos preferían muerta.
Y así, cuando parecía que La Promesa comenzaba una nueva etapa sin ruido, Jana entra como un trueno. Su sola presencia sacude el pasado, cambia los planes y despierta viejos odios. Porque el regreso de una mujer como ella no es una casualidad. Es un acto de justicia. Y este solo es el principio.
¿Estás listo para saber cómo sobrevivió, quién la ayudó, y qué hará ahora con el futuro de su hijo en juego? Dale like y no te pierdas ni un segundo de este impactante regreso.
Porque La Promesa… acaba de comenzar una nueva era.