La joven Ángela se encuentra al borde del colapso emocional y físico. En La Promesa, los silencios pesan más que las palabras, y esta semana, el pasado que tanto ha intentado ignorar amenaza con estallar en su cara. ¿Quién es su verdadero padre? Esa pregunta que la ha atormentado durante toda su vida se convierte en el detonante de una rebelión personal, una huida y una despedida que podría ser definitiva.
Todo comienza tras la humillante fiesta en la que don Facundo, el marqués de Andújar, se propasó con ella, tocándola sin consentimiento en un acto que solo ella, y quizás Petra, parecen tomarse en serio. El escándalo no ha terminado. En un intento retorcido de disculpa o de manipulación, el marqués le envía un paquete de bombones a la Promesa, regalo que Ángela se niega a aceptar con firmeza. Para ella, ese gesto es una burla, una cicatriz disfrazada de chocolate.
Pero no todos comparten su visión. Lorenzo de la Mata —el capitán Garrapata—, en su estilo habitual, minimiza lo ocurrido y la tilda de exagerada, acusando a las mujeres de montar dramas por “cualquier niñedad”. Más aún: la chantajea. Si Ángela no coopera en una gestión para el marqués, él se encargará de hacerle la vida aún más difícil, y lo que es peor, podría hablar con su madre y perjudicarla también.
Acorralada, herida y sin aliados visibles, Ángela siente que la única salida es escapar. Y lo hace. Prepara las maletas en secreto, con destino a Zúrich. Allí quiere estudiar, comenzar de nuevo, respirar sin miedo ni presión. Pero esta huida no es solo un viaje académico. Es una huida de una verdad que la carcome desde que tiene memoria: ¿quién es su padre?
Desde hace semanas, la tensión con Leocadia —su madre, la temida postiza— ha alcanzado niveles insoportables. Ángela se lo dijo claramente: “No me marcharé de este palacio hasta que me digas quién es mi verdadero padre.” Pero Leocadia, tozuda y protectora de secretos, se ha negado rotundamente a revelarlo. Esa negativa ha abierto la puerta a múltiples teorías… y a una herida emocional que no deja de sangrar.
Por un tiempo, las sospechas apuntaron hacia el duque de Carvajal y Fuentes, don Lisandro. La complicidad silenciosa entre él y Leocadia, sus entradas y salidas del palacio, sus miradas esquivas… todo parecía indicar un pasado compartido. Pero ahora, con la partida definitiva del duque de La Promesa y sin pruebas concretas ni una sola conversación íntima entre ellos que lo confirme, esa teoría pierde fuerza. Don Lisandro queda fuera de la ecuación.
Entonces, ¿quién es el padre de Ángela? La respuesta sigue en el aire, pero lo que sí está claro es que Leocadia oculta algo más que una simple aventura del pasado. Su silencio no es por vergüenza, sino por miedo. Miedo a lo que pueda desatarse si la verdad sale a la luz.
Mientras tanto, Petra —la siempre entrometida— escucha una conversación clave entre Ángela y Lorenzo. Ahora sabe que el marqués se propasó con la joven, y aunque su reacción es impredecible, Petra tiene en sus manos una bomba de relojería que podría explotar en cualquier momento.
Y luego está Curro. El único que ha mirado a Ángela con ternura y sin prejuicios. ¿Por qué no se lo cuenta todo? ¿Por qué decide marcharse sin decirle una palabra? Esa es la parte más dolorosa. Ángela no dejará cartas ni explicaciones. Solo un vacío. Una ausencia que romperá el corazón del joven. Porque, a pesar de todo, su amor parecía verdadero. Pero en las telenovelas, ya lo sabemos, los silencios matan más que las traiciones.
¿Será esta la última vez que veamos a Ángela cruzar los muros de La Promesa? Si se va, lo hará con el corazón roto y el alma llena de preguntas sin respuesta. Pero si se queda, podría finalmente descubrir ese secreto que tanto se le ha negado. Aunque… ¿está lista para conocer la verdad?
Por otro lado, la jugada de Leocadia se revela con frialdad. Sabe que si Ángela se siente lo suficientemente presionada, tomará la decisión de marcharse sin necesidad de conflictos abiertos. Y así podrá mantener oculto el secreto una temporada más. Para Leocadia, todo esto es parte de una estrategia: manipular, controlar, protegerse a sí misma antes que a su hija. Pero lo que no sabe es que los secretos no pueden enterrarse para siempre.
En medio de este panorama, los espectadores nos preguntamos:
¿Petra actuará? ¿Contará a Curro lo que ha escuchado? ¿Intervendrá antes de que Ángela desaparezca sin dejar rastro?
¿Y qué pasará con la relación entre Ángela y Curro? ¿Quedará truncada para siempre?
Este episodio, cargado de intensidad emocional y decisiones definitivas, marca un punto de inflexión en la historia de Ángela.
¿El final de un capítulo o el comienzo de una nueva guerra emocional?
Eso aún está por verse.
Lo único cierto es que La Promesa nos regala una trama llena de suspense, secretos de sangre, chantajes emocionales y una joven rota por dentro que, sin saberlo, está más cerca que nunca de descubrir quién es… aunque tenga que irse para saberlo.
🎭 ¿Tú qué harías? ¿Marcharte para buscar la verdad o quedarte a enfrentarla?
👉 No te pierdas los próximos episodios de La Promesa.
¡La historia de Ángela aún no ha terminado… y lo mejor está por llegar!