En el episodio 599 de La Promesa, el misterio se adensa como niebla espesa entre los muros del palacio cuando Curro hace un hallazgo que sacude los cimientos de todo lo conocido: una pistola antigua, cuidadosamente escondida, emerge de entre los objetos olvidados. Una pieza de muerte que nadie esperaba ver… ¿pero quién la colocó allí? ¿Y por qué?
Mientras los ojos de todos están puestos en la repentina desaparición de Eugenia, que aviva temores sobre una posible visita a su hermana encarcelada, Curro se adentra aún más en una red de secretos, símbolos arcanos y advertencias veladas. Junto a Lope, quien duda cada vez más de seguir con esta peligrosa investigación, se adentran en territorio prohibido: la joyería de Esmeralda, un lugar que parece más templo que tienda, más santuario que comercio.
Esmeralda no es solo una joyera. Su mirada, afilada por los años y la experiencia, penetra la fachada de Curro como si pudiera ver el eco del niño que un día desapareció. Su reconocimiento rompe el escudo de anonimato de Curro, obligándolo a enfrentarse a su pasado con cada palabra, cada joya cargada de símbolos misteriosos, cada silencio preñado de advertencia.
Y entonces, la colección aparece: broches con fénix devorándose a sí mismos, pendientes con serpientes entrelazadas, collares que parecen aprisionar almas. Piezas que, según Esmeralda, pertenecieron a una familia que flirteó con saberes prohibidos. Piezas que no solo pueden revelar la verdad, sino también destruir a quienes las posean.
Pese al temor, Curro siente una atracción visceral. “Estas joyas me eligieron”, confiesa, convencido de que están ligadas a su historia, a la oscuridad que siempre ha rodeado su apellido. Lope, horrorizado, suplica que abandonen la búsqueda, que dejen el pasado enterrado. Pero Curro no puede detenerse. Está demasiado cerca de algo grande. Algo peligroso.
De vuelta en la Promesa, la tensión escala. Las joyas parecen susurrar desde la caja donde las guardan, su presencia pesando como plomo. Lope, al borde del colapso, insiste en buscar ayuda, en hablar con Ángela. Pero Curro se niega con una fuerza salvaje: “¡No arrastraré a mi madre a esto! Si hay un monstruo en este camino, lo enfrentaré yo solo.”

La discusión termina con una promesa silenciosa. Lope, pese a todo, no dejará solo a su amigo. Pero en su interior, una sombra de temor crece: ¿Y si este camino termina en tragedia?
Mientras tanto, un nuevo foco de inquietud se enciende: Eugenia se ha instalado en la antigua habitación de Lorenzo, el hombre que marcó su existencia con cicatrices imposibles de borrar. ¿Está buscando consuelo? ¿O revolviendo viejas heridas para encontrar una verdad que ha permanecido oculta demasiado tiempo?
Curro, incapaz de comprender qué impulsa a su hermana, decide averiguarlo por sí mismo. Cuando la noche caiga sobre La Promesa, cuando los pasillos se suman en el letargo del sueño, él entrará en esa habitación maldita. Y lo que encuentre allí… podría cambiarlo todo.
La La Promesa entra en su fase más oscura y peligrosa.
Una pistola. Un secreto. Una familia al borde del abismo.
El capítulo 599 no solo responde preguntas: abre una puerta a la verdad…
Una verdad que podría matar.