En el capítulo 592 de La Promesa, la tensión alcanza un nivel insostenible mientras el palacio se convierte en un hervidero de traiciones, planes oscuros y amores prohibidos. Leocadia, enfrentada a una amenaza directa de parte de Eugenia, toma una decisión arriesgada que podría cambiar su destino y el de muchos otros. Ante el miedo de que Eugenia revele secretos del pasado, incluyendo su vínculo con Jimena, Leocadia se deja convencer por Lorenzo para ejecutar una jugada peligrosa: hacer creer al marqués Alonso que su esposa Cruz está mentalmente inestable. El objetivo es desviar la atención, manipular la percepción de Alonso y, así, proteger su posición dentro del palacio.
Leocadia lucha internamente entre la culpa y el instinto de supervivencia, pero finalmente cede. Las palabras de Lorenzo resuenan como veneno disfrazado de lógica: si Cruz es vista como inestable, Leocadia podría ganar influencia. El plan es sembrar pequeñas dudas, reinterpretar antiguos comportamientos de la marquesa como señales de desequilibrio, y esperar que Alonso saque sus propias conclusiones. Lo que Leocadia ignora es que cada paso la aleja más de la estabilidad que tanto desea alcanzar.
Mientras tanto, Catalina y Adriano organizan en secreto una boda clandestina. Su amor, profundo y decidido, los impulsa a planear una ceremonia íntima lejos de las miradas inquisitivas del palacio. Pero su felicidad está en peligro. Leocadia, en su paranoia, ha mandado investigar a Catalina. Las razones no están del todo claras: tal vez busca errores del pasado, o simplemente quiere destruir cualquier plan que pueda empoderar a la hija del marqués. La investigación, silenciosa pero constante, se va cerrando alrededor de la pareja, amenazando con descubrir sus intenciones antes de que puedan hacerlas realidad.
Por otro lado, Curro y Lope siguen tras la pista del pasado de Curro y la identidad de su padre biológico. Para continuar con su investigación, necesitan dinero, y deciden pedir ayuda a Vera y Ángela. Vera, aunque dudosa, accede a prestar una parte de sus ahorros. Ángela, sin embargo, no tiene dinero… pero tiene una idea. Recuerda haber visto dinero en la habitación de Leocadia y, empujada por su deseo de ayudar a Curro y por un resentimiento personal hacia Leocadia, toma una decisión impulsiva: robar.

En un acto de desesperación, Ángela entra sigilosamente en la habitación de Leocadia con la intención de tomar el dinero sin ser vista. Pero el destino le juega una mala pasada: su madre la descubre con las manos en la masa. La escena es dolorosa y silenciosa, cargada de decepción. Aunque Ángela logra mantener parte de su intención oculta, la brecha con su madre se profundiza. Aun así, se sale con la suya: consigue el dinero y se lo entrega a Curro, dispuesta a enfrentar las consecuencias.
En paralelo, el palacio se convierte en un campo de batalla emocional. Manuel se ve sacudido por la vuelta de Toño, quien trae consigo un secreto inquietante. Las relaciones se tensan: Rómulo y Pía siguen enfrentados, Petra cambia de actitud de forma sospechosa, y el padre Samuel intenta redimirse, aunque muchos creen que solo está manipulando la situación.
Este episodio, lleno de giros inesperados, decisiones al límite y traiciones, deja muchas preguntas en el aire: ¿Logrará Leocadia engañar a Alonso? ¿Se celebrará la boda de Catalina y Adriano antes de que la descubran? ¿Qué consecuencias enfrentará Ángela por su osadía? ¿Y cuál es el secreto que Toño ha traído consigo? La Promesa se sumerge en su etapa más oscura, donde cada decisión puede tener un precio irreversible.