“La marcha de Rómulo y Ángela: entre bodas, huidas y despedidas”

“He servido esta casa con lealtad, pero ahora me toca caminar hacia un nuevo destino…”
Las palabras de Rómulo resonaron en el corazón de La Promesa como un eco solemne. Un mayordomo ejemplar, una figura paterna, un hombre recto… se despedía para siempre. Y no lo hacía solo: Emilia, el gran amor de su vida, le decía “sí, quiero” en una ceremonia que, más que boda, parecía una consagración del afecto que tanto tiempo se les había negado.

Pero mientras los novios sellaban su amor, otros corazones se rompían en silencio. Ángela, ahogada por la presión asfixiante de su madre y la constante vigilancia de Lorenzo, tomaba una decisión que nadie había visto venir: huir. No hubo palabras, ni notas de despedida, solo un billete a Suiza y un silencio que pesaba como plomo.

Curro, ajeno al drama que se cocía en las sombras, se enteró por casualidad gracias a Teresa. La noticia fue un puñal. Desesperado, corrió a encontrarla, a intentar detener lo que ya estaba en marcha. Y aunque logró hablar con ella… ¿habrá llegado demasiado tarde?

El capítulo 630 de La Promesa se presenta como un torbellino de emociones, donde las tensiones también hierven en la planta noble. Catalina y Martina, envueltas en una disputa feroz por el control de la finca, se enfrentan en cada decisión. Sus diferencias se tornan personales, hasta el punto en que se atacan mutuamente a través de sus parejas. Curro, atrapado en medio de este fuego cruzado, no tiene más remedio que intervenir.

En paralelo, en el hangar, Toño y Enora siguen fortaleciendo su conexión. Entre planos, herramientas y complicidad, algo más que una amistad parece estar gestándose. Manuel, testigo incómodo de esa cercanía, no puede evitar sentirse desplazado, confundido… o tal vez celoso.

Mientras tanto, en el sombrío palacio de los duques de Carril, Lope sigue arriesgando su vida en una misión cargada de secretos. Es descubierto por Jacinto en el despacho del duque, y la situación se torna crítica. Pero es Amalia quien aparece justo a tiempo para salvarlo. Aunque, lejos de ser un rescate incondicional, su intervención trae nuevas preguntas. ¿Por qué está Lope realmente allí? ¿Qué busca entre esos muros cargados de conspiraciones?

De vuelta a La Promesa, en un acto de valentía inesperado, María Fernández se acerca a Petra. Le propone algo impensable: escribir juntas una carta al obispo para defender al padre Samuel. Enemigas históricas, unidas por una causa justa. La desconfianza persiste, pero hay un atisbo de entendimiento que podría cambiarlo todo.

Y entonces, llega el momento más esperado y más temido. La partida de Rómulo. El servicio entero, ese grupo que con los años se convirtió en familia, se reúne para despedir al hombre que fue mucho más que un mayordomo. Catalina lo acompaña hasta la planta noble, donde Alonso, visiblemente emocionado, le dedica unas palabras llenas de gratitud. No es solo un adiós. Es un homenaje. Es el cierre de un capítulo esencial en la historia de La Promesa.

Pero si el adiós de Rómulo es celebrado y público, el de Ángela es furtivo y desgarrador. Su huida representa la desesperación de quien ya no encuentra su lugar, ni siquiera en el corazón de quien la ama. Martina, en un gesto de última hora, acude también a despedirla, con la mirada cargada de lo que pudo haber sido.

Con este episodio, La Promesa nos recuerda que todo final es, también, un nuevo comienzo. Que el amor puede ser un motor para quedarse… o para partir.

¿Podrá Curro detener a Ángela antes de que se esfume su última oportunidad? ¿Y qué nuevos secretos desenterrará Lope en su peligrosa búsqueda?