«Hay decisiones que lo cambian todo, y otras… que llegan justo cuando ya no hay vuelta atrás.»
La Promesa vive horas turbulentas. Lo que empezó como una simple discrepancia se convierte en una guerra abierta entre dos mujeres fuertes: Catalina y Martina. La firma de un contrato sin el consentimiento de Martina ha desatado el caos. Pero lo que en otra época habría sido un desacuerdo familiar, ahora toma tintes personales, profundos, casi irreversibles.
Martina, herida y enfurecida, decide romper el pacto de discreción. Acude a Jacobo. Le cuenta todo. Lo hace con palabras firmes, directas, sin filtros. No hay espacio para matices cuando la confianza ha sido quebrada. Catalina, sorprendida por la traición de su sobrina, debe justificarse frente a Jacobo. Habla del salario digno para los criados, de la justicia social. Pero Jacobo no lo entiende. Lo considera absurdo, fuera de lugar. Para él, es una locura. Y para Martina, un agravio más que engorda su lista de rencores.
Mientras tanto, en otro rincón del palacio, una decisión mucho más silenciosa pero igual de poderosa se fragua. Samuel, el joven sacerdote, el que ha entregado su vida a Dios, toma una decisión que cambiará la suya por completo: irá al obispado. No por fe, sino para renunciar a ella. ¿La razón? María Fernández. Su amor por ella ha crecido en el silencio, entre miradas contenidas y palabras no dichas. Y ahora, cree que es momento de vivir esa verdad. Sin embargo, María no lo recibe con alegría. No del todo. Siente el peso de la culpa. ¿Merece ella ese sacrificio?
Antes de que Samuel parta, María lo intercepta. Lo mira a los ojos y le confiesa su miedo. No quiere ser el motivo por el cual él abandone su vocación. No así. No de esa forma. La conversación que tienen es íntima, tensa, cargada de emociones contenidas. ¿Samuel cambiará de opinión? ¿O es demasiado tarde para detener esa decisión?
Por otro lado, en el hangar, Toño intenta algo arriesgado: hace pasar una idea de Enora como propia para sorprender a Manuel. Y por un instante, parece que lo consigue. Pero hay algo en la pieza que no termina de convencer a Manuel. Una sensación, un presentimiento. Como si algo no encajara. Como si las piezas de ese motor llevaran consigo una historia que aún no ha sido contada.
Mientras todo esto ocurre, la sombra de la despedida de Rómulo y Emilia se cierne sobre La Promesa. El mayordomo, pilar silencioso de la casa, está a punto de marcharse. Su partida no es solo física: con él se va el alma del servicio. Alonso lo sabe. Lo siente. Por eso, en un gesto inesperado, el marqués hace algo que nadie vio venir. Una nueva muestra de gratitud, quizás la última, hacia el hombre que siempre estuvo allí, incluso cuando nadie más lo hacía.
Y mientras en La Promesa las emociones se desbordan, en el palacio de los duques de Carril, Lóe vive su propio infierno. Infiltrarse parecía sencillo… hasta que el duque lo confronta con una dureza inimaginable. Pregunta tras pregunta. Sospecha tras sospecha. Cada segundo que pasa, su tapadera peligra más.
Vera, Curro y Pía, al tanto de la situación, temen lo peor. Saben que el equilibrio en el que se sostiene su presencia en la casa es frágil. Y cuando el ambiente se vuelve irrespirable, y todo parece perdido… aparece Amalia. En el momento justo, en el lugar exacto. Su intervención es como una bocanada de aire. No soluciona todo, pero da tiempo. Tiempo para pensar. Para decidir el siguiente paso.
Todo esto es apenas el preludio de lo que está por venir.
Y tú…
¿Crees que Samuel debe renunciar a su vocación por amor? ¿O es una decisión que acabará rompiendo más de un corazón?