En el majestuoso pero cada vez más agitado palacio de La Promesa, la tensión hierve bajo la superficie. Esta vez, el foco recae sobre Curro, cuya actitud directa y desafiante hacia don Lisandro desata la ira de Alonso. Aunque incluso él comprende que el joven tenía razones válidas para su reacción, lo que está en juego es el prestigio de la familia. El respeto a las jerarquías y la imagen de la nobleza están por encima de cualquier impulso emocional, y Alonso no está dispuesto a permitir que esa imagen se vea empañada.

Así, con voz firme y gesto implacable, Alonso convoca a su sobrino y le exige que se disculpe públicamente con Lisandro. Para Curro, esto no es más que una humillación. Aunque finalmente acata la orden, lo hace con un resentimiento ardiente en el pecho. Las palabras de disculpa que pronuncia parecen vacías, un acto ceremonial carente de convicción, pues lo que realmente arde dentro de él no es solo el enfado hacia Lisandro, sino la decepción por la falta de apoyo de su propio tío. Curro exige que también se reconozca la prepotencia y las faltas de respeto del anciano, pero su voz es ahogada por el peso de la autoridad. La escena, más que cerrar un conflicto, abre una herida profunda.

Y mientras esa tensión hierve entre los muros nobles, en los pasillos del servicio crece otra tormenta. Catalina y Martina toman una decisión drástica y fulminante: despedir a Petra sin consultar a nadie. Para Leocadia, esto no es solo una afrenta a su autoridad, sino una puñalada directa al corazón de su legado. Durante años, ha sido la figura de mando, y ahora las nuevas generaciones actúan por su cuenta, cuestionando su papel. Su furia es inmediata. Arremete contra las muchachas, tachándolas de frívolas e irresponsables, acusándolas de querer trastocar un equilibrio que costó mucho forjar.

Alonso, atrapado entre los dos frentes, vuelve a asumir el papel de mediador. Reivindica la sabiduría de la experiencia de Leocadia, pero no niega el derecho a decidir de los jóvenes. Busca equilibrio, pero la brecha entre pasado y futuro se ensancha cada vez más. El palacio se convierte en un campo de batalla entre generaciones, donde las ideas, las emociones y los egos luchan por dominar.

Entre el personal, reina el desconcierto. La atmósfera se espesa con cada día. Pía es llamada a declarar sobre una misteriosa pulsera, y aunque intenta restarle importancia diciendo que es un regalo sin valor, Ricardo no se deja engañar. Conoce bien a Pía y sabe que detrás de su serenidad hay secretos. Decide entonces consultar a Rómulo antes de actuar, pues intuye que lo que hay tras ese objeto es más oscuro de lo que parece.

Esa misma noche, Pía, consumida por la ansiedad, se cuela en el despacho de Rómulo para recuperar la joya antes de que llegue a manos indeseadas. Sus pasos son cuidadosos, pero está a punto de ser descubierta. Al comprender que el misterio va más allá del palacio, se alía con Lope y acude a la joyería Job, el lugar donde se adquirió la pulsera. Lo que descubren allí cambia todo: sobres con documentos, piedras preciosas y archivos que los vinculan a una red de fraude. La pulsera, lejos de ser un simple adorno, es una pieza clave de un crimen mayor. Curro, al enterarse, se une a ellos y juntos descubren un sello heráldico y una carta antigua que apuntan a secretos enterrados en lo más profundo de la historia familiar.

Pero no todos los misterios son joyas y cartas antiguas. Samuel, el sacerdote, vive atormentado por la desaparición de Petra. Nadie habla, todos fingen ignorancia. Sin embargo, Samuel siente que la verdad está siendo silenciada. María Fernández lo enfrenta, segura de que él sabe más de lo que dice. Finalmente, Samuel confiesa que la carta que supuestamente Petra escribió no es de ella. María queda impactada. La sospecha de que Petra fue víctima de una trampa cobra fuerza, y la presión sobre Samuel aumenta. Ella le recuerda que su deber no es guardar silencio, sino servir a la verdad y a la justicia. Y aunque Samuel se resiste, su conciencia empieza a despertar.

Lejos de estos secretos, un vínculo inesperado florece entre Curro y Ángela. Su cercanía no pasa desapercibida para Leocadia, que lo percibe como una amenaza directa a su visión del orden. Cuando los sorprende en un abrazo, su ira explota. Ataca verbalmente a Ángela y exige a Alonso que separe a los jóvenes. Alonso, atrapado una vez más, intenta actuar con diplomacia. Pero Leocadia no se conforma. Por su cuenta, planea enviar a Ángela a Suiza con la excusa de un curso de formación, buscando eliminarla definitivamente del entorno de Curro.

Pero Ángela ya no es la muchacha frágil de antaño. Al descubrir el engaño, toma una decisión valiente: usará ese viaje como trampolín para regresar más fuerte, más preparada, y vengar no solo su dolor, sino el de todos los que han sido pisoteados por las viejas normas. Su despedida no es una rendición, sino el inicio de una venganza silenciosa.

Y mientras todas estas tormentas se desatan, Rómulo y Emilia, cansados de esconderse, deciden dar un paso al frente y revelar al mundo su amor. Ya no temen las consecuencias. En un mundo donde las luchas de poder, los secretos y las traiciones lo dominan todo, ellos eligen el amor como su única bandera.

La Promesa atraviesa su momento más convulso. Las estructuras tiemblan, los secretos salen a la luz y el palacio se convierte en un campo minado donde cada decisión puede cambiarlo todo. Y lo que parecía una simple disculpa forzada… podría ser la chispa que lo incendie todo.