En un nuevo giro lleno de tensiones familiares y estrategias encubiertas, Halis ha vuelto a demostrar que cada palabra suya es ley en la mansión Korhan, aunque su aparente generosidad esconda intenciones mucho más complejas. En un encuentro solemne y cargado de expectación, el patriarca ha convocado a todos los miembros de la familia en el salón principal, exigiendo atención total y absoluto silencio.

Con un tono solemne, Halis ha comenzado recordando las heridas recientes que aún marcan el ambiente. “Hemos tenido dolor. Y, por desgracia, todavía lo seguimos teniendo”, afirmó, con una mirada que no dejaba claro si hablaba desde el corazón o como preámbulo a un nuevo movimiento calculado. “Pero ahora estamos bajo el mismo techo. Lo que pasa en la familia, se queda en la familia”, sentenció, dejando claro que no tolerará fisuras internas ante los cambios que se avecinan.

Entonces, lanzó la bomba: “Ferit es valioso para mí… y para toda la familia. Si él llama familia a los Sanli, entonces ellos también merecen un lugar aquí”. De este modo, Kazim y el resto de su familia recibieron, al menos en palabras, una bienvenida oficial en la mansión. La declaración causó alivio entre los Sanli, quienes llevaban tiempo sintiéndose marginados, pero también provocó incomodidad y molestia entre varios de los Korhan, quienes no vieron con buenos ojos la inclusión de una familia a la que muchos consideran ajena y oportunista.

Pero la ceremonia no terminó con ese gesto de aparente conciliación. Muy por el contrario, Halis aprovechó el momento para abordar un asunto clave que afectaría de lleno la estructura interna de poder en la familia: el nuevo proyecto empresarial, una exclusiva tienda que se abrirá en un hotel de lujo. Y fue aquí donde el patriarca sorprendió a todos con una decisión demoledora.

Sin rodeos y sin espacio para apelaciones, Halis anunció que su hijo Orhan quedaría completamente apartado del proyecto. “A partir de ahora, Ferit y Kaya serán los responsables. Ellos tomarán mejores decisiones que tú”, declaró sin un atisbo de duda. La humillación pública de Orhan fue evidente. Su mirada reflejaba frustración, tristeza y una herida profunda en su orgullo. Después de años intentando ganarse el respeto y la aprobación de su padre, volvía a ser desplazado sin consideración.

Halis, por su parte, continuó como si nada, sin mostrar compasión ni arrepentimiento por sus palabras. Para él, todo parece formar parte de una estrategia a largo plazo donde los afectos personales pesan menos que los intereses de poder y legado. La jugada era clara: consolidar a Ferit, su nieto preferido, como figura de liderazgo, y dar protagonismo a Kaya, el recién llegado que, a ojos de muchos, es aún un enigma con intenciones poco claras.

Orhan, incapaz de soportar la afrenta, abandonó la sala con el rostro desencajado. El silencio que dejó a su paso fue tan elocuente como las palabras de su padre. Nadie se atrevió a decir nada. La tensión en el aire era palpable, y aunque el acto pretendía sellar la paz familiar, no hizo más que evidenciar nuevas fisuras.

Los Korhan están lejos de encontrar estabilidad. El supuesto gesto de inclusión hacia los Sanli no ha calmado las aguas, sino que ha agitado aún más las rivalidades internas. La posición de Kazim, que ahora cuenta con un lugar simbólico en la mansión, sigue siendo frágil y depende casi por completo del favor de Halis y del equilibrio que logren Ferit y Seyran. Y aunque la bienvenida pareció sincera, no todos creen que las palabras de Halis vayan respaldadas por un verdadero deseo de integración.

Algunos, como Orhan, sospechan que detrás de cada decisión se esconde una agenda más personal, quizá motivada por el deseo de castigar a quienes no cumplen sus expectativas o de premiar a quienes se alinean mejor con su visión de futuro. Ferit, ahora en una posición de poder, deberá demostrar que está a la altura de las exigencias del negocio familiar, mientras carga con el peso emocional de ser, nuevamente, la fuente de conflicto entre su padre y su abuelo.

En paralelo, la figura de Kaya sigue creciendo. Su cercanía con Halis no pasa desapercibida, y su colaboración con Ferit en este nuevo proyecto podría reforzar una alianza que amenaza con reconfigurar por completo el poder dentro de la familia. Sin embargo, aún hay dudas sobre su verdadera lealtad. ¿Está jugando sus cartas con prudencia o tiene un plan más ambicioso en mente?

Mientras tanto, Suna y Seyran observan desde la retaguardia, conscientes de que cada movimiento en esta familia tiene repercusiones emocionales, sociales y hasta políticas. El nuevo equilibrio que intenta imponer Halis está lejos de consolidarse. A cada paso, las viejas heridas se reabren, los orgullos se enfrentan y las alianzas tambalean.

La mansión Korhan sigue siendo un campo de batalla silencioso, donde las sonrisas esconden recelos y las decisiones disfrazadas de justicia a menudo sirven a intereses más oscuros. La paz proclamada por Halis puede durar un suspiro. Porque en esta familia, nada es lo que parece… y todos, tarde o temprano, muestran su verdadero rostro.