Gabriel ha demostrado ser mucho más que un rostro amable. En el próximo capítulo de Sueños de Libertad, la máscara del encantador galán comienza a resquebrajarse para revelar un plan oscuro, calculado y profundamente traicionero.
Todo empieza en el laboratorio, cuando Cristina se queda sola tras la jornada. Luis se marcha confiado, sin imaginar que ha dejado a su ayudante expuesta a un lobo con piel de cordero. En ese instante aparece Gabriel, fingiendo una visita de rutina: lleva consigo un supuesto contrato de la empresa Cobeaga. Su actitud es relajada, incluso seductora, pero cada gesto esconde una intención precisa: obtener acceso al laboratorio y, más aún, al corazón desprevenido de Cristina.
Tras una breve charla y bajo la excusa de ayudarla, Gabriel crea un ambiente de cercanía… hasta que, repentinamente, la besa. Cristina, desconcertada, no sospecha que en ese instante, mientras sus labios se encuentran, él le ha deslizado disimuladamente una copia de las llaves del laboratorio dentro del bolso. Es una maniobra magistral, calculada, que deja a Cristina atónita, pero sin pruebas ni motivos claros para sospechar lo peor. Solo una extraña intuición comienza a rondarle.
Ya entrada la noche, y con todo en silencio, Gabriel ejecuta la siguiente fase de su plan. Se desliza hasta el laboratorio usando la copia de las llaves. Conoce cada rincón, cada cajón, cada fórmula. Su objetivo: robar la fragancia exclusiva de Cobeaga, una fórmula secreta y valiosísima que Luis ha estado desarrollando con esmero. Sin titubear, Gabriel abre el cajón, toma el frasco, lo guarda en su chaqueta y desaparece en la oscuridad, dejando todo impecable, como si nada hubiese ocurrido. Pero el daño está hecho. La traición ya está en marcha.
Mientras tanto, en la casa de los Reina, Begoña regresa visiblemente agotada y con una herida en la frente. Marta la acompaña, y Andrés baja corriendo con el corazón en vilo. La escena es emotiva, pero también tensa. Andrés quiere cuidar a Begoña, estar a su lado, pero ella le marca distancia con una frialdad dolorosa. Aunque él insiste en reconfortarla, ella le deja claro que es mejor mantenerse alejados. “Tú has decidido enterrarte en vida, y yo no puedo dejarme arrastrar contigo”, le lanza Begoña con los ojos empañados. Un amor imposible que ambos siguen sintiendo, pero que no puede sobrevivir a las circunstancias.
La llegada de María interrumpe la intimidad del momento. Con tono cínico, le informa a Begoña que ya han contratado a una enfermera, Olga, para sustituirla. La frase suena como un dardo envenenado. María no solo marca territorio, sino que demuestra que no ha perdido ni un segundo en ocupar el lugar que antes pertenecía a Begoña. Cuando sube por las escaleras del brazo de Andrés, lanza una mirada triunfante hacia abajo. Begoña la observa irse, sola, firme, pero con el alma desgarrada.
Esa misma noche, en otro rincón de la historia, Cristina aún intenta procesar lo ocurrido con Gabriel. Encuentra sus llaves en un lugar inesperado de su bolso y, aunque no lo comprende del todo, algo empieza a hacer ruido en su interior. ¿Podrá atar los cabos antes de que sea demasiado tarde? ¿Se dará cuenta de que ha sido usada por un hombre que solo buscaba acceso a una fórmula secreta?
Y mientras Cristina lidia con sus dudas, la tensión crece entre Luz y Luis. A primera vista, su relación parece estable, pero una conversación pendiente los lleva al borde de la ruptura. Luz confiesa que ha estado pensando mucho en su futuro… y que no se siente lista para tener un hijo. Tiene sueños, metas profesionales, oportunidades que antes le eran negadas. Luis no entiende sus razones y la acusa de anteponer su carrera a su vida personal. La discusión se intensifica hasta que Luz, harta de sentirse culpable, lanza una pregunta demoledora: “¿Vas a dejar tú el laboratorio para quedarte en casa cambiando pañales?” Luis no sabe qué responder, y ella concluye con dolorosa claridad: “No estoy diciendo que no quiera tener un hijo. Solo pido tiempo. ¿Es tan terrible?”
La fractura es evidente. Dos personas que se aman, pero que ahora están en direcciones distintas. Y en medio de la tormenta emocional, Luz empieza a cuestionarse si alguna vez quiso realmente ser madre o si simplemente ha estado diciendo lo que se esperaba de ella. Luis, dolido, la acusa de nunca haber sido sincera, de poner excusas. Y ella, al borde de las lágrimas, se confiesa: “No me veo capaz. No lo sé. Solo sé que ahora no es el momento.”
Con las piezas del tablero en movimiento, el capítulo deja a todos los personajes en un punto de quiebre:
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Gabriel ha traicionado la confianza de Cristina y robado información valiosa.
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Begoña ha tomado la decisión de alejarse definitivamente de Andrés, aunque le parta el alma.
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María parece haber ganado terreno en su conquista de Andrés.
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Y Luz y Luis enfrentan un abismo emocional que amenaza con separarlos para siempre.
Todo esto mientras un robo industrial se gesta en las sombras… y el amor, la ambición y el miedo cruzan caminos en Sueños de Libertad.
¿Qué pasará cuando Cristina descubra la verdad? ¿Luis entenderá la necesidad de Luz? ¿Y Begoña podrá recomponerse tras esta última herida?
Nos acercamos a un punto de no retorno… y nadie saldrá ileso.