Ferit ha cumplido con lo que se esperaba de él: ha acompañado a Pelin a la primera ecografía de su embarazo. La emoción de ver por primera vez al bebé que viene en camino ha sido bonita, pero también dolorosa.

Mientras Pelin sonríe y se ilusiona, Ferit está ausente. Mira la pantalla, escucha los latidos, pero en su mente la imagen no es Pelin… es Seyran. Una Seyran embarazada, con su ternura y su fuerza.

“¿Te hace ilusión?”, le ha preguntado Pelin, llena de felicidad. “Mucha. Muchísima”, ha respondido él, con una sonrisa forzada sin poder esconder la tormenta que lleva dentro.

Pelin lo ha notado. Le ha preguntado si ha vuelto a beber, si está bien. Ferit ha desviado el tema, intentando mantenerse calmado, pero ella ha sido directa: “¿Dejaste embarazada a alguna chica más?”.

Él ha intentado reír, pero no ha podido decirle: “Mi corazón no podría con tanto”. Y tal vez sea cierto. Porque mientras Ferit intenta asumir su futuro como padre con Pelin, su corazón está con Seyran, y su matrimonio pende de un hilo cada día.

Pero aún hay algo más: Pelin ha revelado que irá a vivir con su madre y su tío Sehmuz, un hombre controlador que no permite a su exmujer salir sola. Eso podría impedirle a Ferit ver a su hijo cuando nazca a menos que deje a Seyran.

Pelin se lo ha dejado caer, casi como una condición. Pero Ferit ha sido claro: “Ten claro que eso no va a pasar”.