“Lo peor no es verla marcharse sin despedirse… sino darse cuenta de que ya no volverá.”

La Promesa entra en una semana de vértigo emocional. En los capítulos del 30 de junio al 4 de julio (episodios 626 al 630), todo parece desmoronarse. El amor, la lealtad, la identidad… todo será puesto a prueba.

La boda de Rómulo y Emilia, que debía ser un oasis de paz, se convierte en un acto de resistencia. Petra intenta impedir que el servicio participe, pero la pareja da un giro conmovedor: celebran su unión con aquellos que han sido su verdadera familia. En medio de abrazos y lágrimas, Rómulo se despide con la dignidad de quien lo ha dado todo. Su marcha deja un vacío que no puede llenarse fácilmente.

Sin embargo, no es la única despedida que amenaza con romper los cimientos del palacio. Ángela, tras días de silencio, recibe una nota del hombre que la confrontó brutalmente en la fiesta. Con el alma hecha jirones y la presión creciente de Lorenzo y Leocadia, toma una decisión que lo cambia todo: marcharse a Suiza. Lo hace en secreto, sin avisar a nadie, ni siquiera a Curro, que solo se entera cuando ya es demasiado tarde.

Curro, desgarrado por la noticia, se enfrenta a una mezcla de impotencia, rabia y profunda tristeza. Sabía que algo en Ángela había cambiado, que su alegría se había ido apagando como una vela sin oxígeno, pero jamás imaginó que su partida sería tan repentina. Para él, perderla es como perder una parte de sí mismo.

Mientras tanto, un nuevo triángulo amoroso se forma en el lugar menos esperado: el hangar. Enora, que llegó buscando un lugar donde demostrar su valía, ha ido conquistando terreno… y corazones. Toño, siempre atento, se convierte en su cómplice silencioso, en su refugio ante los gestos fríos de Manuel. Y es precisamente este último quien no puede esconder sus celos.

Manuel observa con creciente incomodidad la relación entre Enora y Toño. El rechazo inicial que sintió por ella empieza a desdibujarse, pero ahora podría ser demasiado tarde. Toño la escucha, la entiende, y Enora se siente segura a su lado. Manuel, atrapado entre el orgullo y el deseo, no sabe cómo actuar. Cada paso que da es un riesgo. Cada silencio… una oportunidad perdida.

En paralelo, María Fernández y Samuel también enfrentan su propia tormenta. Petra, decidida a hacerles pagar por su desliz, amenaza con revelar su secreto. María está al borde del colapso emocional y piensa en abandonar La Promesa. Samuel, decidido a no dejarla sola, se enfrenta a Petra con más valor que nunca.

Catalina y Adriano asumen su papel como nuevos condes, pero no sin tropiezos. Él, aún adaptándose a las normas y etiquetas, comete errores que Leocadia aprovecha para sembrar la duda en Catalina. Leocadia, incansable, maniobra en las sombras. Sugiere a Alonso reemplazar a Rómulo no por Ricardo —el favorito natural— sino por Cristóbal Ballesteros, un nombre que huele a estrategia, no a mérito.

Y mientras todos miran hacia otro lado, Lope se prepara para una de sus misiones más arriesgadas: infiltrarse en el palacio de los duques de Carril. La sombra de Jacinto, el secretario del duque, se cierne sobre él como una amenaza constante. Cualquier paso en falso podría costarle la libertad… o algo peor.

Cada rincón del palacio guarda un secreto. Cada personaje, una herida abierta. Esta semana, La Promesa no solo nos ofrece giros dramáticos, sino también un retrato humano de sus protagonistas, enfrentados a sus límites, sus pasiones y sus miedos.

¿Hasta dónde puede llegar una madre para proteger su influencia?
¿Y cuánto se puede amar a alguien que ya se ha ido?