En el corazón del Palacio de los Marqueses de Luján, donde el destino se teje entre intrigas, alianzas y amores prohibidos, un nuevo personaje está a punto de irrumpir con fuerza: Emilia, la enfermera enviada por el Doctor Ferrer para cuidar a la señorita Catalina tras su complicado parto. Pero no es una simple profesional de la salud… no. Emilia llega con un pasado que podría cambiarlo todo.
Tras una cesárea delicada, Catalina se encuentra en un estado frágil. Aunque intenta mostrarse fuerte, el Doctor Ferrer es tajante: necesita reposo, vigilancia constante y curas diarias. Para ello, sugiere la contratación de una enfermera de absoluta confianza. Así entra en escena Emilia, una mujer de experiencia, discreción… y secretos que van más allá de su bata blanca.
Apenas se anuncia su llegada, los rumores se disparan. ¿Quién es realmente esta mujer? Muchos en la audiencia temen que se trate de una vieja aliada de Leocadia, que regresa al palacio con oscuros intereses. Pero no, Emilia no tiene relación alguna con Leocadia, ni con los crímenes del pasado ni con las maquinaciones más retorcidas. Es un personaje nuevo, pero su conexión con alguien dentro del palacio es innegable.
Porque cuando Emilia cruce el umbral de La Promesa, Rómulo Baeza la reconocerá al instante. El rostro del mayordomo, siempre tan contenido, se transformará al verla. ¿Antiguos amantes? ¿Hermanos? ¿Primos? Nadie lo sabe con certeza. Las teorías se disparan entre los habitantes del palacio… y entre los espectadores. Televisión Española no ha soltado prenda, pero está claro que hay una historia profunda entre ellos dos, algo que podría remover los cimientos del orden establecido.
Catalina, por su parte, acepta con reservas la presencia de Emilia. No es fácil ganarse la confianza de la hija del marqués, una mujer de carácter fuerte que acaba de atravesar un parto traumático. Pero Emilia, con su temple y profesionalidad, consigue poco a poco ganarse su aprecio. Más aún cuando le facilita descanso y cuidados para poder recuperarse plenamente. Y en ese tiempo de recuperación, el vínculo entre Catalina y Adriano se fortalece, ahora unidos por sus dos pequeños: Rafaela y Andrés.
Y hablando de los bebés… los nombres no son casuales. El de Rafaela, en especial, es un guiño directo a Italia, país donde La Promesa arrasa en audiencia. Con más de 2.5 millones de espectadores diarios en tierras italianas, la producción ha querido rendir homenaje a la inolvidable Raffaella Carrà, una figura amada por el público y símbolo de vitalidad. El gesto ha sido muy bien recibido tanto dentro como fuera de la ficción.
La relación entre Catalina y Adriano también ha dado un giro crucial. Lo que empezó con tensiones ha desembocado en una reconciliación inesperadamente rápida. La llegada de los niños los ha unido, y Catalina ha bajado la guardia. Ahora lo quiere cerca, lo necesita… aunque el marqués Alonso todavía no sabe la verdad: Adriano es el verdadero padre de los pequeños. Y cuando lo descubra, la calma que apenas empieza a instalarse podría volar por los aires.
Ese momento está muy cerca. El marqués pronto sorprenderá a Adriano en la habitación de su hija, y Catalina, cansada de esconder la verdad, se lo contará todo. El escándalo será inevitable. Pero el marqués no será el único en reaccionar.
Hay dos figuras más que amenazan con enturbiar esta aparente paz: Leocadia y el capitán Lorenzo de la Mata. De la primera poco se sabe, pero sus intereses personales nunca han estado alineados con los de Catalina, y saber que Adriano es el padre de los herederos podría reactivar su instinto manipulador. El capitán Lorenzo, en cambio, ya ha demostrado más de una vez su desprecio por los de clase baja. Si despreciaba a Jana por ser doncella, ¿cómo aceptará que los hijos de su sobrina sean fruto de un amor con un simple labriego?
Y por si quedaban dudas del tipo de hombre que es Lorenzo, una nueva escena lo ha vuelto a retratar con toda su miseria. Ante los dolores de Catalina tras la cesárea, no se le ocurre otra cosa que comentar —con tono burlón y machista— que las mujeres no soportarían una guerra, como si el sufrimiento físico de parir no fuera suficiente prueba de fortaleza. Un comentario infame que Alonso, por fin, comienza a censurar.
El tiempo se le acaba a Lorenzo. Vive del cuento, con una esposa internada en un sanatorio y él de juerga en juerga, sin asumir ninguna responsabilidad. Muchos esperan el momento en que el marqués le dé su merecido y lo expulse del palacio. Pero aún no ha llegado ese día.
Mientras tanto, Emilia sigue ganando terreno. Simpática, serena, eficaz… logra caer bien tanto en la planta noble como entre el servicio. Y algo nos dice que su presencia no será meramente circunstancial. Si hay una historia pendiente con Rómulo, podría reabrirse. Si hay heridas por cerrar, quizás ella tenga la cura. Pero también podría ser que Emilia traiga consigo verdades que otros preferirían mantener ocultas.
¿Será su llegada el principio de una nueva etapa de armonía en el palacio? ¿O se convertirá en la pieza que destape viejas traiciones y secretos familiares?
Por ahora, solo sabemos que la Promesa no volverá a ser la misma. Porque donde entra Emilia, también entra el pasado. Y en este lugar, el pasado nunca duerme.
Y tú, ¿quién crees que es Emilia realmente para Rómulo? ¿Hermana, ex amante, prima? Déjamelo en los comentarios, que pronto sabremos si alguno acierta. Y prepárate, que lo que se viene… va a hacer temblar hasta los cimientos del palacio.