En el nuevo capítulo de La Promesa, las aguas se agitan en el Palacio de los Luján y lo que parecía una semana más se convierte en un torbellino de decisiones cruciales, recompensas inesperadas y la esperada caída de uno de los personajes más odiados: Don Lorenzo de la Mata, apodado por muchos como el infame “Capitán Garrapata”.
Todo comienza tras los caóticos acontecimientos ocurridos durante el bautizo de los mellizos de Catalina y Adriano. La trágica irrupción de Eugenia, con pistola en mano y descontrol emocional, desencadenó una escena que aún resuena entre los muros de La Promesa: un disparo dirigido al Duque de Carvajal y Fuentes que fue detenido —literalmente— por Adriano, quien se interpuso y salvó la vida del noble con un acto de puro coraje.
Este gesto heroico, que Adriano realizó sin pensarlo, cambiará el curso de su vida para siempre.
Hasta ahora, el Duque había mirado a Adriano con desprecio. Desde el primer momento que lo conoció lo trató con desdén, considerándolo un simple labriego sin valor. Pero todo cambia esta semana: el Duque, aún conmovido por el sacrificio del esposo de Catalina, anuncia que le hará un regalo especial. Un obsequio que, según sus propias palabras, no solo servirá como agradecimiento, sino que marcará un antes y un después en la vida del joven y su familia.
Y mientras este giro esperanzador se gesta, en paralelo, el otro gran acontecimiento del palacio toma protagonismo: la creciente indignación por la permanencia de Lorenzo de la Mata en La Promesa. La audiencia, los sirvientes y hasta miembros de la familia noble están hartos de su presencia. ¿Por qué continúa este hombre viviendo a cuerpo de rey, sin aportar ni una peseta, en una casa que no le pertenece?
La justificación de su estancia —ser el cuñado del marqués Alonso por su difunta esposa Eugenia, hermana de Cruz— ha dejado de tener sentido. Eugenia ya no está, Cruz permanece encarcelada, y Lorenzo, lejos de colaborar o al menos guardar un bajo perfil, continúa enredando las tramas del palacio, alimentando conflictos y sobreviviendo sin mérito ni lealtad.
El público se pregunta por qué Alonso aún no lo ha echado. ¡Lorenzo no solo engañó al marqués con una cláusula trampa para quedarse con el 25% de La Promesa! Además, jamás ha contribuido a la economía familiar ni ha demostrado afecto alguno por Curro, su supuesto sobrino.
Los rumores sobre su inminente expulsión se intensifican. Muchos creen que finalmente el marqués de Luján dará el golpe sobre la mesa y lo expulsará del palacio, devolviendo un poco de dignidad al linaje y limpiando la atmósfera enrarecida que Lorenzo ha contaminado durante tanto tiempo. Su permanencia ya no se sostiene ni por lazos de sangre, ni por respeto, ni mucho menos por justicia.
Pero volvamos a Adriano, que sin buscarlo se ha convertido en protagonista de una transformación vital. Mientras él rehúye los halagos y continúa con su humildad intacta, el Duque insiste en demostrar su gratitud. Y aunque intenta mantener en secreto el contenido del obsequio, la especulación se apodera de todos: ¿de qué se trata ese regalo que el noble considera tan trascendental?
El martes, el Duque anunciará públicamente que recompensará a Adriano. El miércoles no habrá episodio por cuestiones de programación, pero el jueves regresamos con fuerza, y es ahí cuando Lisandro será confrontado directamente sobre el obsequio. Su respuesta será evasiva, aumentando la intriga. El viernes, por fin, se dará el gran encuentro: Lisandro se reunirá con Catalina y Adriano para revelar su propuesta.
Y lo que escucharán, les dejará sin palabras.
Algunos apuntan a un título nobiliario. ¿Podría el Duque, tan cercano al Rey Alfonso XI, pedirle a la Corona que nombre a Adriano con un título? Las teorías van desde condecoraciones menores hasta lo más osado: que Adriano sea nombrado Duque. De ser así, no solo superaría en rango al mismísimo Marqués de Luján, sino que su matrimonio con Catalina adquiriría una nueva dimensión social.
Imagina el giro: el sencillo labriego, convertido ahora en noble, trasladándose con su esposa e hijos a una nueva residencia, tal vez incluso con tierras propias. Un cambio radical que alteraría el equilibrio de poder dentro de la serie y marcaría la salida definitiva de la pareja del círculo cotidiano del palacio.
¿Será esta la despedida de Adriano y Catalina de La Promesa? Todo apunta a que sí. Si el regalo conlleva un título y propiedades, su marcha sería tan digna como inevitable. Y si ese cambio viene acompañado de la caída de Lorenzo, estaríamos ante una de las semanas más impactantes en la historia de la serie.
En resumen, se avecinan tiempos de cambio. Por un lado, el merecido ascenso de Adriano, cuya bondad y valor han conquistado incluso al más altivo de los nobles. Por otro, la caída anunciada de Lorenzo, ese personaje que tantos detestan pero que, sin duda, ha sido magistralmente interpretado.
Esta semana en La Promesa será decisiva. Los guionistas, una vez más, juegan con las emociones, las jerarquías y las sorpresas para mantenernos al filo del asiento. Porque en este palacio, nada es eterno… salvo la pasión por la justicia y los corazones nobles que la defienden.
Nos vemos en el siguiente episodio. ¡Y que corra el champán… pero del bueno!