La semana en La Promesa arranca con una tensión latente que se apodera del palacio. Catalina y Pía se niegan a aceptar la inminente marcha de Emilia, no solo por el vacío personal que dejaría, sino por la calma que su presencia ha brindado en los momentos más críticos. Especialmente para Catalina, Emilia ha sido un bastón durante su enfermedad, y para Pía, una amiga en la sombra. Así que ambas se aferran a una última estrategia: Catalina simulará una recaída para retener a Emilia a su lado. Un juego arriesgado que pronto choca con realidades mucho más oscuras en otras esquinas del palacio.

La escomunión del padre Samuel sacude los cimientos de la casa. Ni la intervención de Catalina ni las gestiones silenciosas de Pía consiguen frenar la decisión de la Iglesia. La sentencia es irrevocable, y el ambiente se carga de un aire de conspiración. María Fernández, convencida de que detrás de esta expulsión eclesiástica se esconde una jugada sucia, no duda en señalar a Petra como la culpable. Lo hace públicamente, sin temores, revelando una nueva faceta de sí misma: la sirvienta ya no se calla, ahora es la voz de la justicia.

Mientras tanto, Martina se ve envuelta en una espiral de sospechas. Su prometido Jacobo y Lisandro mantienen una cercanía que, al principio, parecía inocente, pero que con el tiempo comienza a inquietarla. Miradas fugaces, encuentros a escondidas y conversaciones ambiguas despiertan en ella la angustiosa sensación de estar siendo engañada. ¿Qué secretos se esconden tras esa aparente camaradería?

Curro, por su parte, llega al límite. Cansado de guardar sus miedos y remordimientos, se derrumba ante Ángela. En un momento íntimo y cargado de dolor, deja que sus lágrimas hablen por él. Ángela lo sostiene sin preguntas, en un gesto de empatía profunda que marca el nacimiento de un vínculo inquebrantable.

Pero nada se compara con la tormenta que se cierne sobre Eugenia. Lorenzo intensifica su guerra psicológica, ahora incluso en sus sueños. La manipulación no tiene descanso: ruidos, confusión, pesadillas… Todo forma parte de un plan siniestro para aislarla de la realidad. Eugenia comienza a desmoronarse, y la amenaza que representa se hace cada vez más evidente. Lorenzo quiere convertirla en un peligro que deba ser apartado, expulsado, olvidado.

Y cuando María Fernández confronta de nuevo a Petra por lo del padre Samuel, la respuesta de esta es tan fría como desconcertante. Pero lo más inesperado es que el propio Samuel defiende a Petra. ¿Un gesto de nobleza o ceguera? La tensión crece, los bandos se definen y las máscaras comienzan a caer.

Catalina, finalmente, no puede seguir sosteniendo la mentira. Confiesa a su esposo que fingió su enfermedad para retener a Emilia. Lejos de causar rechazo, esta verdad fortalece el vínculo entre ambos. Y en otro rincón del palacio, Rómulo sonríe al saber que Emilia se queda. Viejos sentimientos, antes reprimidos, comienzan a florecer en miradas compartidas y silencios elocuentes. El pasado, quizás, aún tiene una segunda oportunidad.

Martina, sin embargo, no encuentra paz. Cuando confronta a Jacobo sobre su relación con Lisandro, él niega todo, pero sus respuestas solo alimentan sus dudas. Lo que antes era confianza, ahora es un campo minado de sospechas. El compromiso empieza a resquebrajarse y lo que parecía una unión segura, se tiñe de incertidumbre.

Pía, en un giro inesperado, le revela a Curro un secreto vinculado a la muerte de su hermana. No ofrece detalles, pero su mirada lo dice todo: es una verdad devastadora. Este dato cambia por completo la perspectiva de Curro sobre su pasado.

Pero el momento más inquietante llega cuando Catalina descubre que Eugenia ha estado sola con los niños. Su reacción es inmediata: pide a Curro que mantenga a su madre alejada de ellos. La mente de Eugenia ya no distingue entre realidad y manipulación, y Leocadia, siempre presente en sus pensamientos, sigue influyendo desde las sombras. La situación es insostenible.

Y como si el caos no fuera suficiente, Alonso trae malas noticias: el padre Samuel, al haber sido excomulgado, no puede bautizar a los niños. Catalina, devastada, regresa a su habitación… y se topa con el horror. El pequeño Andrés ha desaparecido. La cuna está vacía. Un grito ahogado recorre los pasillos del palacio. ¿Dónde está el bebé?

La alarma se extiende. Las sospechas recaen, nuevamente, sobre Eugenia, cuyo comportamiento se vuelve cada vez más errático. Entre olvidos, accesos de ira y gestos fuera de lugar, la familia Luján se ve obligada a actuar. Por seguridad, Eugenia no asistirá al bautizo. Es una decisión dolorosa, pero inevitable.

Petra intenta mantener su fachada, pero María Fernández ya no se contiene. Su furia explota en una confrontación directa. Le lanza en cara su manipulación, su rol en la caída de Samuel, su capacidad para sembrar el caos. Y, por primera vez, Petra vacila. Su impenetrable escudo comienza a resquebrajarse.

El drama entre Jacobo y Martina sigue su curso. Las dudas de ella, los silencios de él, los quiebres sutiles, los desplazan hacia una ruptura silenciosa pero palpable. Jacobo empieza a preguntarse si realmente están listos para casarse o si su historia está construida sobre una mentira.

Por otro lado, el vínculo entre Rómulo y Emilia cobra fuerza. Las heridas del pasado se suavizan en cada gesto compartido. Emilia, con su serenidad, logra sacar a flote la sensibilidad oculta de Rómulo. Lo que alguna vez quedó inconcluso, ahora vuelve a latir.

Y en un giro íntimo y revelador, Toño le confiesa a su madre su implicación en un robo y problemas de dinero. Aunque le oculta ciertos detalles, da el primer paso hacia la verdad. Su madre, entre la ira y la compasión, decide darle una nueva oportunidad. Pero le advierte: será la última.

Sin embargo, el verdadero clímax llega cuando Curro se entera de que Eugenia ha escapado para asistir en secreto al bautizo. Lo que parecía una simple ausencia se convierte en una amenaza potencial. ¿Hasta dónde está dispuesta a llegar Eugenia? ¿Y qué consecuencias acarreará este acto desesperado?

Con una Eugenia al borde del abismo, un bebé desaparecido, una familia dividida por los secretos, y un palacio al borde del colapso, La Promesa se adentra en su semana más oscura… y más adictiva.

¿Podrá la verdad salir a la luz antes de que todo se derrumbe? ¿O es ya demasiado tarde para salvar lo que queda del honor de La Promesa?