El esperado capítulo 68 de Una nueva vida comienza con tensiones desbordadas en casa de Ilas. Él le exige a Ferit que se case de inmediato, pues desea regresar cuanto antes a Samsung. Ferit, decidido a no perder más tiempo, le asegura: “No te preocupes, nos casaremos de inmediato”. Aunque su madre intenta frenarle, diciendo que no hay prisa, Ferit se planta firme: él controlará su vida, y no permitirá más interferencias.
Mientras tanto, la tensión crece en la mansión Coran. Suna llama a Seiran para advertirle que Abidin ha ido decidido a enfrentarse a toda la familia. Alarmada, Seiran arrastra a Sinan para acudir juntos. En la mansión, Abidin ya ha encarado a Orhan e incluso desafía a Ifakat, reclamando su lugar como verdadero miembro de los Coran. Ante el estupor de todos, revela que su linaje fue borrado cruelmente: su familia fue asesinada y él abandonado en un orfanato, mientras Ferit crecía en privilegios.
Izakat intenta expulsarlo con guardias, pero Ferit los detiene. El peso de las revelaciones sacude a todos: ¿puede ser cierto que el venerado abuelo de Ferit fue un asesino? Atice, con pesar, confirma que sí. El dolor y la confusión invaden a Ferit.
Lejos de allí, Esme tiene su propio drama. Creyendo estar en la menopausia, recibe en cambio una inesperada noticia: ¡está embarazada! Aunque Gulgun la felicita, Esme queda en estado de shock.
De vuelta en la casa de Seiran, Suna no puede ocultar su dolor: “Teníamos una vida feliz, ahora todo está patas arriba”, se lamenta. Aunque Seiran intenta mantener la calma, la herida de ver cómo se ha tratado a Abidin también le duele profundamente.
Es entonces cuando Ferit llega buscando a Abidin. En un tenso cara a cara, Ferit le ofrece dinero y apoyo legal, pero Abidin, con profundo dolor, lo rechaza: “¿Puedes devolverme mi infancia?”. La tensión escala, ambos casi llegan a los golpes, y Seiran, con lágrimas en los ojos, implora a Ferit que busque una forma verdadera de reparar el daño.
Más tarde, en una conversación dolorosa, Sinan confiesa a Seiran: “Hoy, al ver tu coraje, me enamoré de ti de nuevo”. Sin embargo, el amor de Sinan ya no basta. Seiran le anuncia su decisión firme: se divorciará. “No puedo tocarte, nunca podré amarte como mereces”, dice ella con voz serena pero decidida. Sinan, devastado, sólo acierta a desearle felicidad en su nueva vida.
En un restaurante, Dillar espera a Ferit. Aunque inicialmente piensa marcharse, Ferit aparece y le cuenta todo. Dillar le aconseja reconciliarse con Abidin. Cuando Ferit le propone ir a comprar un vestido de novia, Dillar, aunque sonríe con ternura, se niega: no quiere una boda tradicional.
Por otra parte, los trámites para otorgarle a Abidin el apellido Coran avanzan. Aunque Ferit le ofrece todo su apoyo, Abidin lo rechaza de nuevo con dureza. “Hoy es el último día que te trato bien”, le advierte Ferit, dejando claro que no permitirá más desafíos.
Al día siguiente, Sinan llega a ver a Seiran. Quiere despedirse antes de marcharse al extranjero. Pero su rostro y sus palabras revelan algo más oscuro: ha dejado una carta de despedida a su madre, confesando que planea llevarse a Seiran consigo… para siempre.
La tragedia estalla cuando, en una cena de despedida, Seiran empieza a sentir un mal presentimiento. Sinan, con un aire desesperado, le dice que no quiere perder su amistad, pero sus ojos reflejan una decisión peligrosa. Mientras tanto, en la casa de Sinan, Aila encuentra la desgarradora carta donde su hijo confiesa su intención de suicidarse llevándose a Seiran.
La ceremonia de boda de Ferit y Dillar está a punto de comenzar cuando un guardia avisa: Abidin ha llegado. Pero antes de que puedan reaccionar, Abidin recibe una llamada de Azal: Sinan ha dejado una carta anunciando su fatal decisión. Ferit, con el rostro desencajado, ordena una frenética búsqueda.
En otro lugar, Seiran intenta razonar con Sinan: “Te respeto, mereces ser feliz con alguien que te ame como mereces”, le dice, rogándole que recapacite. Pero Sinan niega con la cabeza, ya fuera de sí: “Si no vamos a vivir juntos, no viviremos en absoluto”.
En el coche, Ferit golpea el volante lleno de rabia. “Si Sinan le hace daño a Seiran, lo mataré”, jura. Siguen las pistas hasta una cabaña remota. Al llegar, encuentran la puerta cerrada. La derriban. Pero… la cabaña está vacía. “Vinimos al lugar equivocado”, exclama Abidin desesperado.
Osman aparece en la entrada, pero no sabe nada. Ferit grita, sintiendo que el tiempo se le escapa: “¿Dónde está Seiran?”.
Entonces, finalmente, Ferit la ve: Seiran yace en el suelo, inmóvil, sus ojos cerrados como si el mundo se hubiera apagado para ella. El grito desgarrador de Ferit resuena: “¡Llamen a la ambulancia!”.
Pero, ¿llegarán a tiempo para salvarla?
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