En el capítulo 65 de Una nueva vida, las emociones se desbordan cuando Seyran toma una decisión drástica que sacude por completo el mundo de Ferit. Todo comienza con una reunión crucial entre Ferit y un grupo de inversionistas, quienes quedan impresionados por los diseños que él presenta. Sin embargo, no tardan en lanzar una observación cargada de ironía: “Estos bocetos son espectaculares… pero no parecen tuyos, ¿verdad?” Ferit, sin dudar, admite que pertenecen a su exesposa, Seyran. A pesar del pasado, él no oculta su admiración y orgullo hacia ella.
Los inversionistas lo dejan claro: firmarán el acuerdo solo si Seyran se suma al proyecto. Yakat intenta tranquilizarlos asegurando que Seyran ya colabora con ellos, pero los empresarios son firmes: hablarán directamente con ella. Entonces, Orhan y Yakat presionan a Ferit: si quiere preservar el legado familiar, debe convencer a Seyran de volver.
Mientras tanto, Seyran y Sinan organizan una cena especial para ambas familias. La atmósfera se tensa con la inesperada llegada de Ferit, quien, con ilusión, le informa a Seyran que sus diseños han sido bien recibidos por los inversionistas. “Les dije con orgullo que eran tuyos. Eres increíble, y quieren trabajar contigo”, le dice. Pero Seyran no cede: “No quiero volver a ese infierno”, sentencia, refiriéndose a todo lo relacionado con los Korhan. Aunque Ferit le promete que no tendrá que ver a nadie del pasado —ni siquiera a él—, ella se mantiene firme. “No quiero, Ferit. Mi decisión está tomada.”
En otro frente, la familia de Seyran también vive momentos delicados. Suna propone una cena familiar, pero la calma se rompe cuando Cacin, su padre, llega inesperadamente. Aunque al principio es rechazado, logra imponer su voluntad con una amenaza sutil, y termina uniéndose a la cena.
Por su parte, Ferit, aconsejado por Dillar, planea un reencuentro con Seyran en un restaurante, fingiendo que fue una coincidencia. Con la ayuda de Abidin, organiza una cena en la que espera convencerla nuevamente. Sin embargo, lo que presencia allí lo deja devastado: frente a todos los presentes, Seyran y Sinan anuncian su compromiso. “Nos vamos a casar”, dicen al unísono. El rostro de Ferit refleja incredulidad. “¿Ella dijo que se van a casar?”, murmura, aún procesando lo que acaba de escuchar.
Después del anuncio, Ferit logra hablar con Seyran a solas. Dillar vigila para que nadie los interrumpa. Él intenta apelar a su talento, a su pasión, a sus sueños. “¿Eso es todo lo que deseas? ¿Casarte, tener hijos? Hay algo más en ti. No eres como las demás, Seyran. Tienes talento.” Pero ella no quiere saber nada. “No quiero tener nada que ver con los Korhan”, le responde, cortante.
De vuelta en casa, la madre de Sinan falsifica unos resultados médicos para manipularlo emocionalmente. Le hace creer que está gravemente enferma, obligándolo a retrasar sus planes con Seyran. “Estoy así desde que dijiste que te irías de casa”, le dice. Preocupado, Sinan le promete que hablará con Seyran para que se queden con ella hasta que mejore.
Mientras tanto, Seyran, decidida a seguir adelante con su vida, comienza a buscar una casa. Sinan no puede acompañarla, así que recurre a Ferit para que le proporcione el contacto de un agente inmobiliario. Ferit, viendo una nueva oportunidad, la cita en el taller y se ofrece a presentárselo personalmente. En el taller, entre bocetos y recuerdos compartidos, Ferit le muestra un nuevo diseño. Seyran no puede evitar hacerle sugerencias, demostrando una vez más su talento innato.
Ferit, conmovido, le recuerda las palabras de su maestro Necip sobre los primeros anillos que diseñaron juntos: “Eran como si hubieran sido dibujados por la misma mano, aunque opuestos, como el fuego y el agua, la noche y el día.” Pero Seyran evita profundizar y cambia rápidamente de tema. “Sé por qué me llamaste. Para motivarme. Para tentar mi parte creativa. Pero no quiero volver.”
La madre de Sinan sigue manipulando los hilos desde las sombras. A medida que se profundiza en la falsedad de sus análisis, Sinan decide quedarse en casa con ella hasta que recupere su supuesta salud. Entretanto, Seyran visita una casa junto a Ferit. El lugar le encanta. “Quiero tener hijos, al menos dos. Esta casa es perfecta para empezar esa vida”, dice con entusiasmo. A pesar de que Sinan no estaba presente, decide alquilarla. Más tarde, él llega con un anillo y se arrodilla ante ella: “¿Quieres darme el sí?” Ella, sonriente, acepta: “Sí, claro que sí. Ahora todo está completo.”
Sin embargo, la tensión no tarda en regresar. Cuando Seiran le cuenta que ya alquiló la casa sin consultarlo, Sinan se muestra algo incómodo. “Ojalá me hubieras preguntado antes.” Ella minimiza el asunto: “Si no te gusta, alquilamos otra.” Al día siguiente, Sinan le informa que habrá que esperar tres meses por un supuesto problema con las tuberías de la casa. Pero algo no cuadra.
Seyran, desconfiada, recibe una llamada del agente inmobiliario: “Hola, soy el agente con el que viste la casa. Como no recibí la llamada de tu marido, decidí comunicarme contigo.” Seyran, sorprendida, pregunta: “¿No te llamó?” El agente responde con frialdad: “No. Él no se ha comunicado conmigo.”
Con ese giro inesperado, Una nueva vida nos deja en la antesala de un nuevo drama. ¿Está Sinan manipulando a Seyran como lo hizo su madre con él? ¿Se dará cuenta Seyran de que la red que la rodea está llena de engaños? Y lo más importante… ¿está verdaderamente cerrada la puerta a Ferit?
El capítulo 65 deja claro que los sentimientos no se apagan con una firma, y que el pasado, por más que se intente olvidar, siempre encuentra la forma de volver.