Este viernes, 11 de julio, Sueños de Libertad nos regala un capítulo cargado de tensión, revelaciones y una explosiva confrontación entre Begoña y Andrés. La historia comienza con una conversación clave entre Don Pedro y Gabriel. Durante su paseo matutino, Don Pedro propone a Gabriel asumir el cargo de secretario de la junta directiva, además de su rol como abogado de la empresa. Una oferta inesperada que Gabriel acepta sin dudar… pero que viene con condiciones.
Gabriel, envalentonado por su nuevo cargo, se atreve a plantearle a Don Pedro una propuesta que lo irrita profundamente: sugiere que la empresa se retire de la acusación particular contra Diosdado, el hombre que intentó robar medicinas para su hija enferma. Para Gabriel, seguir adelante con el juicio podría dañar la imagen de la empresa si el público interpreta el caso como un castigo desproporcionado a un padre desesperado. Pero Don Pedro no lo ve así. Para él, lo esencial es dar una imagen firme, de autoridad. No quiere que nadie crea que puede vulnerar a Perfumerías La Reina sin consecuencias.
La discusión se intensifica cuando Don Pedro, visiblemente molesto, insinúa que Gabriel ha sido influenciado por Begoña. Pero Gabriel se mantiene firme: su lealtad es hacia la empresa y su reputación, no hacia ninguna persona en particular.
Más tarde, Gabriel busca refugio en el despacho de su tío Damián. Allí aparece Begoña, y se desarrolla entre ellos una conversación íntima y reveladora. Gabriel le confiesa que habló con Don Pedro para intentar frenar el juicio contra Diosdado. Aunque no tuvo éxito, quiso hacerlo porque se puso en el lugar del hombre: “Si mi hija estuviera enferma, también haría lo que fuera necesario”. Begoña se sorprende y se emociona por este gesto inesperado. Le agradece de corazón, sin saber que alguien los escucha en secreto…
Detrás de la puerta está Andrés. Escucha toda la conversación en silencio, con el corazón en un puño y la mirada encendida de celos. El acercamiento entre Begoña y Gabriel lo consume.
Gabriel le asegura a Begoña que no piensa obstaculizar el trabajo del abogado de Diosdado y que va a facilitar el proceso para que la pena sea la más leve posible. Le confiesa que solo ella sabe lo que ha hecho, que no se lo ha dicho a nadie más. Begoña, emocionada y agradecida, le dice que ese gesto le ha cambiado la imagen que tenía de él. Ahora le cae mucho mejor.
Más adelante, en la cocina, Begoña charla con Manuela, pero su tranquilidad se interrumpe con la aparición de Andrés, quien está dispuesto a confrontarla. Al quedarse solos, Andrés le lanza una pregunta directa: “¿Por qué tengo la sensación de que me estás evitando?”.
Begoña intenta esquivar el tema diciendo que ha estado ocupada con su trabajo, pero Andrés insiste: “Aunque estemos mal, sigo estando aquí si me necesitas. Puedes pedirme ayuda.”
Y ahí viene el golpe emocional: Begoña le recuerda que ya le pidió ayuda antes, cuando se trató de la acusación contra Diosdado, y que él no hizo nada. Fue Luz y ella quienes buscaron los medicamentos para la hija del detenido. Andrés se justifica: el trabajo, el cuidado de María, la presión diaria… Pero ella no quiere excusas. Le dice, sin rodeos, que está decepcionada, que él ya no es el mismo hombre, que ha tirado la toalla.
Andrés, herido, le reprocha que no le dio una segunda oportunidad. Pero Begoña lo corrige: sí se la dio, como todos, y no hizo nada para aprovecharla. Ya no le pedirá nada más. “Por suerte, alguien sí me ha ayudado”, le dice con frialdad.
Andrés, mordido por los celos, responde con sarcasmo: “Y ese alma caritativa se llama Gabriel, ¿no?”
Begoña, sin dudarlo, asiente. Gabriel ha tenido buenas ideas y ha querido ayudar. Andrés insinúa que Gabriel lo hace solo para ganarse su favor, no por compasión real.
Pero Begoña ya está cansada de sus dudas y sospechas. Le grita que Gabriel ha hecho lo que él no se atrevió: enfrentarse a Don Pedro, incluso arriesgando su puesto recién ganado.
Andrés, acorralado por sus inseguridades, responde con más veneno: “Sí, ha enfrentado a Don Pedro… y también se ha ganado a la mujer de la casa.”
La tensión estalla. Begoña le grita: “¿Pero qué te pasa con Gabriel?”
Andrés intenta desprestigiar a su primo: “¿Sabías que se peleó con el prometido de Cristina? ¿Y sabes por qué? Porque se propasó con ella.”
Begoña, firme, le contesta que no fue así. Gabriel simplemente se besó con Cristina, y ella misma se lo contó cuando lo curó en el dispensario. Y, además, añade: al menos Gabriel ha intentado corregir sus errores, cosa que ni tú ni yo hemos hecho.
La escena finaliza con Begoña alejándose indignada, mientras Andrés se queda solo, murmurando con amargura: “Desde luego, ¿quién soy yo para dar lecciones?”
💥 En este capítulo:
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Gabriel se convierte en un inesperado aliado de Begoña.
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Don Pedro rechaza suavizar la denuncia y tensiona aún más la empresa.
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Andrés, consumido por los celos, se enfrenta a una dolorosa verdad.
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Begoña ya no confía en él. Gabriel ha tomado su lugar.
👉 ¿Crees que Andrés aún puede recuperar el corazón de Begoña? ¿O el futuro ya se escribe con otro nombre?