“El único error que he cometido es darte una confianza que no merecías.” Con estas palabras, Cristina rompe el muro de silencios que la había mantenido neutral frente a Gabriel. Pero ahora, en el capítulo 367 de Sueños de Libertad, ya no hay lugar para medias tintas.
Todo comienza en la cantina, un escenario aparentemente inofensivo donde Gabriel intenta mantener su fachada habitual. Sin embargo, Cristina lo enfrenta sin temor. Él sospecha que ella ha hablado con Andrés sobre los recientes sabotajes en la fábrica, y no tarda en acusarla directamente. Cristina no se deja intimidar. Al contrario, se reafirma en su verdad: no tiene por qué darle explicaciones a alguien en quien ya no confía.
Lo que empieza como una conversación incómoda escala rápidamente. Gabriel, siempre manipulador, intenta hacerla sentir culpable. Insinúa que Cristina se benefició del fallo de la producción y la acusa de utilizar el error para impulsar su creación de un nuevo perfume. Pero ella, firme, le recuerda que ha renunciado al porcentaje de beneficios. No hay doble agenda en sus acciones.
La conversación se corta cuando llega Remedios, pero Gabriel no desaprovecha la oportunidad. Le habla sobre un futuro negocio para su hija en París, ganándose su confianza… mientras, con un movimiento tan sutil como siniestro, desliza en su bolsillo una llave del laboratorio. ¿Está Gabriel sembrando pruebas para incriminar a otros?
En paralelo, en la casa de los Carpena, Don Pedro parece mejorar físicamente, pero sus obsesiones emocionales siguen latentes. Irene intenta hacerle ver que su relación con Damián no debe ser motivo de conflicto, pero él insiste en que Damián tiene segundas intenciones y sigue enamorado de Digna. Lo que podría ser una conversación fraternal se transforma en un combate emocional, donde los reproches del pasado salen a la superficie. Cuando Irene finalmente se retira, Don Pedro se queda solo… y el dolor lo doblega una vez más.

Mientras tanto, en la fábrica, la tensión alcanza un nuevo punto de ebullición. Andrés ha reunido a la junta para exponer sus sospechas. Gabriel entra con desdén, acusando a todos de orquestar una encerrona. Pero esta vez, Andrés no viene con palabras: viene con pruebas. Lanza sobre la mesa el pasaporte de Gabriel y revela que ha viajado a Francia en fechas comprometedoras. ¿Qué hacía realmente en París? ¿Y por qué intenta ocultarlo?
Gabriel, con aparente seguridad, muestra los sellos de entrada en su pasaporte, alegando que fue por negocios. Incluso intenta desacreditar a Andrés, sugiriendo que su primo está emocionalmente inestable. Pero algo en su discurso no encaja. Su defensa es impecable… quizás demasiado.
Fuera de la sala, Tasio le sigue. Intenta sonsacarle más información, pero Gabriel mantiene su postura. Niega cualquier implicación con el sabotaje, aunque deja escapar una verdad inquietante: “El topo sigue suelto”. Y puede estar más cerca de lo que imaginamos.
Cristina, Andrés, Don Pedro, incluso Remedios… todos están ahora dentro de un engranaje que Gabriel ha manipulado desde las sombras. La tensión acumulada no puede sostenerse por mucho más tiempo.
¿Quién caerá primero cuando la verdad finalmente explote? ¿Y cuánto daño dejará a su paso este juego de engaños?