En el impactante capítulo 349 de Sueños de Libertad, que se emitirá el jueves 10 de julio por Antena 3, se desata una tormenta emocional con dos ejes narrativos explosivos: la traición amorosa de Cristina que desencadena una brutal pelea entre Beltrán y Gabriel, y la jugada ambigua de María, quien vuelve a jugar a dos bandas y deja en jaque a los de la Reina en la votación empresarial más tensa hasta la fecha.
Todo comienza en un escenario aparentemente tranquilo: Cristina y Beltrán pasean por el invernadero. Sin embargo, el aroma de las flores pronto se mezcla con la incomodidad. Cristina rompe el silencio con una frase que presagia el desastre: “Eres demasiado bueno conmigo y no te mereces que te trate así.” Beltrán, descolocado, sospecha que algo grave se avecina. Cristina le confiesa que ha sido deshonesta… y finalmente suelta la bomba: se besó con otro hombre.
La noticia cae como un rayo. Beltrán, herido, intenta mantener la compostura, pero cuando Cristina admite que fue un momento de confusión, el dolor se transforma en furia. Cree saber quién es el otro y acierta al suponer que se trata de Gabriel, el abogado que ronda por la cantina. Cristina lo niega, intenta explicarse, pero sus palabras solo alimentan la ira de su prometido.
Humillado y desbordado por los celos, Beltrán se dirige directamente a Gabriel. El enfrentamiento es inmediato y físico. Le grita, lo insulta, lo abofetea y lo acusa de haberle destrozado la vida. Gabriel intenta defenderse con calma, asegurando que no quiso interponerse, pero la tensión escala sin control. Beltrán lo empuja con violencia, dispuesto a golpearlo otra vez, pero Gabriel no se queda atrás: “El que va a romperte la cara soy yo.”
La pelea estalla y solo la intervención de Cristina logra frenarlos a gritos. “¡Parad los dos! ¿Os habéis vuelto locos?” La escena es presenciada por Irene, que irrumpe justo a tiempo para separar a los hombres. Beltrán se retira con el orgullo destrozado, no sin antes soltar una sentencia que duele más que cualquier golpe: “Parece que ya no pinto nada aquí.”
Cristina lo alcanza y trata de arreglar lo irreparable. Le dice que todo fue un error, que no hubo nada más con Gabriel, que fue una confusión provocada por sentirse sola y poco valorada. Pero Beltrán, todavía sangrando por dentro, le lanza una pregunta demoledora: “¿Y quién decidió terminar con eso, tú o él?” Cristina intenta minimizarlo, pero para Beltrán está claro: el daño ya está hecho.
En paralelo, otra traición se cuece en las sombras. María se cita con don Pedro en un café discreto antes de la reunión de la junta. Con tono solemne, le comunica que no apoyará la propuesta de Luis para el perfume conmemorativo. Don Pedro, astuto y visiblemente molesto, la acusa de jugar con él. María intenta justificar su decisión alegando que no quiere enfrentarse a su familia por un tema “menor”. Pero don Pedro, con años de experiencia a cuestas, no se traga esa excusa. Sabe que María le está mintiendo.
La conversación se torna áspera. Don Pedro le recuerda su ayuda con la nulidad matrimonial, y sugiere que ahora María actúa como si ya no lo necesitara. Ella insiste en que ambos siguen necesitándose y que su decisión es solo temporal. Pero Pedro lo tiene claro: la lealtad de María está tambaleando, y eso lo deja a él expuesto frente a la empresa. Aun así, cede, pero le advierte: “Así como te ayudé, puedo hacerte la vida muy difícil.”
Mientras tanto, en La Promesa, Andrés le explica a su padre Damián el nuevo mapa de poder: sin el voto de María, la propuesta de don Pedro saldrá adelante. Damián hierve de rabia. Ya no tolera más traiciones. “Como vuelva a jugar con nosotros, será la última vez que lo haga.”
Y justo entonces, entra María. Damián la ataca verbalmente, acusándola de traición sin dejarla hablar. Pero María toma la palabra con firmeza. Dice que no apoya la propuesta por intereses personales ni por presiones, sino porque quiere proteger a Julia y evitar que sufra más por los conflictos familiares. Su decisión no se basa en favores ni alianzas ocultas: solo en el bienestar de la niña.
Damián, sarcástico, la felicita por su “nuevo carácter”. Andrés, más conciliador, le agradece sinceramente su apoyo. María se despide con diplomacia, pero deja claro que sigue siendo un comodín impredecible en el tablero.
Al final del capítulo, cuando María se retira, Damián mira a su hijo y dice una frase que resume la jornada: “Tu mujer no deja de sorprenderme. En este caso, para bien.” Pero esa frase, lejos de ser un cierre en paz, funciona como un presagio: en Sueños de libertad, cada acto de traición o redención solo abre la puerta a un nuevo conflicto.
El capítulo 349 nos deja una estela de emociones encendidas, relaciones rotas, lealtades tambaleantes y un sabor agridulce de que, incluso cuando se toma la decisión correcta, las heridas siguen sangrando. Cristina deberá enfrentarse a las consecuencias de su sinceridad, Gabriel podría perderlo todo por seguir su corazón, y Beltrán, que parecía un hombre paciente y noble, muestra que el dolor también puede convertir a los buenos en impulsivos.
Mientras tanto, la figura de María se erige como el eje más impredecible del entramado empresarial, y la tensión con don Pedro promete escalar. Las aguas de Sueños de libertad no se calman… solo cambian de cauce para seguir arrastrando a sus personajes hacia decisiones cada vez más difíciles.