⚠️ SPOILER – RESUMEN DEL EPISODIO:
El episodio arranca con una cena solemne en la mansión Korhan. Halís se sienta a la mesa con Ferit, Gulgun, Orhan, Nuket, Kaya, Suna, Auman e Ifat. En un discurso cargado de simbolismo, Halís les recuerda que todos cometen errores, pero la oscuridad siempre da paso a un nuevo amanecer. Dice que mientras haya vida, hay esperanza, y pone como ejemplo la reciente unión de Kaya y Suna, resaltando su valentía al dejar atrás el pasado y comenzar de nuevo. Con palabras de respeto, invita a todos a felicitar a los recién casados. Kaya y Suna besan su mano, marcando el cierre de una cena significativa.
Más tarde, Ferit se presenta en la habitación de su abuelo para hablar a solas. Le pregunta directamente qué fue lo que le dijo a Cem, ya que sabe que lo golpeó. Halís responde con frialdad: el bebé ya no está, pero no deben olvidar que lleva su sangre. Ferit, firme, declara que no se casará con Pelin y que, si Seyam no regresa, él irá a buscarla.
Halís lo enfrenta: le recuerda que cuando se fue, lo único que hizo fue pedir la herencia. Lo acusa de ser incapaz de sostenerse por sí mismo, y enumera cómo todo lo que tiene –dinero, auto, casa– pertenece a él. Le dice que no puede criar a un hijo en esas condiciones, y exige gratitud. Finalmente, impone su decisión: el niño debe vivir en la mansión y, si Ferit quiere tener alguna voz, debe convertirse en un hombre hecho y derecho. Hasta entonces, no quiere volver a escucharlo.
Ferit, sin decir más, se va. Busca consuelo en su madre, pero su habitación está cerrada. Al caminar por la casa, encuentra a su padre dormido sobre la mesa. Lo despierta y le recrimina haber hecho daño a Gulgun. Le pide que si ya no la ama, al menos no la siga hiriendo. Orhan lo mira y le lanza una pregunta que lo deja frío: “¿Tú puedes hacer lo mismo con Seyam?”. Ferit responde que sí la ama, pero Orhan lo contradice: afirma que Ferit no soporta perder, que eso es lo que en verdad lo mueve. Ferit se enfurece, lo acusa de no estar en posición para juzgar su amor, y se marcha molesto.
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En otra parte de la casa, Suna se prepara para dormir. Al entrar a la habitación, ve que Kaya ya está acostado… y que una almohada divide la cama en dos. Suna se sienta, curiosa, y le pregunta por qué está ahí. Kaya, incómodo, responde que creyó que la haría sentir más cómoda. Ella comprende que el matrimonio no implica intimidad inmediata, y le agradece la consideración. Sin embargo, cuando Kaya intenta irse a dormir a otra habitación, Suna lo detiene y, entre nervios, le dice que ya no está temblando, que está lista. Él la abraza con ternura y le promete que no la obligará a nada. Ella, mirándolo con decisión, cierra la puerta y le dice: “Mi esposo no dormirá en otra habitación”. Finalmente, se besan y se entregan al inicio de su relación como pareja real.
En otro lado de la ciudad, Seyam se encuentra en casa de sus amigas. Están compartiendo comida cuando tres amigos de ellas llegan por sorpresa. Las chicas los presentan a Seyam y todo parece ir bien. Pero, al otro lado de la calle, dos hombres vigilan desde un auto: son empleados de Ferit, enviados por él para seguir a Seyam. Cuando ven llegar a los muchachos, llaman a Ferit, que reacciona con celos descontrolados. Les ordena entrar si oyen cualquier ruido y se dirige inmediatamente al lugar.
Al llegar, Ferit irrumpe furioso. Reprende a sus hombres por no haber intervenido, sube al departamento, golpea la puerta, y cuando le abren, entra sin pedir permiso. Encuentra a los chicos compartiendo cervezas y comida, y sin contenerse, agarra a Seyam del brazo, gritando que se van. Ella lo rechaza con fuerza y le exige que la suelte. Las chicas intentan intervenir y Ferit responde con violencia: empuja a uno de los jóvenes y ataca a otro, generando caos.
Los vecinos, alertados por los gritos, irrumpen molestos. Ferit intenta justificarse diciendo que ella es su esposa, pero Seyam, furiosa y al borde del llanto, lo enfrenta: le grita que no entiende nada, que ya está harta de que la siga, la insulte y le arruine cada intento de rehacer su vida. Ferit intenta defenderse, argumentando que no soporta verla con otros hombres. Ella, dolida, le grita que no todos son como él, que no todos engañan y tienen hijos con otras. Ferit admite que es así, pero insiste: no la dejará, aunque ella le haya devuelto el anillo.
La discusión termina cuando Seyam colapsa emocionalmente, cae al suelo entre lágrimas y temblores. Las amigas la ayudan, exigen que Ferit se vaya y le gritan que ella no necesita un hospital, sino paz. Ferit, aunque expulsado, se queda fuera de la casa toda la noche, vigilando desde lejos, incapaz de soltar el control. Su amor obsesivo, más que proteger a Seyam, está comenzando a destruirla.
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