Tras tantas tormentas emocionales, Ferit y Seyran comienzan a recuperar su vínculo. Se reconectan poco a poco, compartiendo momentos de cercanía y ternura. La calma parece haber regresado, pero en la mansión Korhan se desata una bomba inesperada: Halis Korhan anuncia su decisión de casarse con Hattuç. La noticia, totalmente sorpresiva, sacude a todos los miembros de la familia. Zerrin, İfakat, Nükhet e incluso Orhan quedan atónitos. Aunque algunos guardan silencio, otros como Suna y Kaya no dudan en expresar su rechazo abiertamente.
Halis, sin embargo, no se deja intimidar. Con la autoridad que lo caracteriza, deja claro que su decisión no está sujeta a debate. Considera este matrimonio un acto de redención y de cierre con su pasado. Antes de llevarse a Hattuç de la casa de Kazım, mantiene una conversación privada con Seyran. Después de muchas fricciones, le extiende una mano conciliadora, que ella acepta en silencio, dejando atrás los rencores. Más tarde, él, Ferit, Seyran y Hattuç dan un paseo por la playa. Es un momento breve, pero lleno de paz y nostalgia. Halis sonríe sinceramente por primera vez en mucho tiempo, y Hattuç se siente libre. Seyran y Ferit, al verlos, sienten que su propio lazo se fortalece.
Sin embargo, no todo es armonía. Cuando Kazım se entera del estado de salud grave de Ökkeş y del nuevo matrimonio de Halis, entra en pánico. Intuye que lo que le ha pasado a Ökkeş es una advertencia directa hacia él, lo que lo deja profundamente perturbado. A pesar de intentar ocultarlo, su temor se vuelve evidente.
En contraste, en la mansión reina un ambiente casi festivo. Ferit, con su actitud alegre, alivia tensiones, y la familia parece disfrutar de una armonía inesperada. Halis y Hattuç, sentados juntos, rememoran el pasado, abriendo la puerta a un amor que estuvo oculto durante décadas. Seyran y Ferit también se ven envueltos en esta atmósfera de reconciliación, compartiendo gestos afectuosos que sanan heridas emocionales.
Pero esta calma es engañosa. Suna, todavía obsesionada con Ferit, visita a una vidente. Ella le dice que si el matrimonio entre Halis y Hattuç se concreta, sus aspiraciones en la mansión se verán truncadas. Con esta advertencia en mente, Suna idea un plan para impedir la boda. Cree que solo Kazım tiene el poder para hacerlo y decide convencerlo, usando como excusa una visita familiar.
Mientras tanto, nuevas alianzas se forman en la sombra. Şehmuz se acerca cada vez más a İfakat, lo que despierta las alertas de Nükhet. La misma vidente contacta a İfakat y le advierte que si no actúa contra Hattuç, perderá su influencia en la casa. Esto enciende aún más su ambición, y comienza a tramar su venganza.
Paralelamente, Asuman acepta una invitación de Doruk para pasar tiempo juntos en la playa. Lo que ignora es que forma parte de un complot junto con Nevra, cuyo objetivo es captarla en una situación comprometida para escandalizar y desacreditar a los Korhan. Doruk prepara todo con detalle, mientras Asuman, vulnerable, cae en la trampa.
Kazım, por su parte, recibe la visita de Ferit, Hattuç y Seyran. La firmeza de Hattuç al declarar que seguirá su propio camino lo desarma. Siente que ha perdido el control absoluto de su familia. Por otro lado, Pelin, atrapada bajo la presión de Serter, logra enviar un mensaje a Kaya, quien rápidamente pone en marcha un plan de escape. Con una falsa pelea, saca a Pelin del lugar. Este acto no solo refuerza su vínculo, sino que también desata una nueva guerra con Serter, que jura venganza contra los Korhan.
Nükhet, antes de partir a EE.UU., cena con Orhan y le transfiere sus acciones, dejándolo con un fuerte conflicto interno. En la mansión, continúan los preparativos para la boda, incluyendo la tradicional visita al hammam. La tensión entre las mujeres es evidente, especialmente por los comentarios sarcásticos de İfakat hacia Hattuç. Suna tampoco oculta su creciente resentimiento hacia Seyran.
Esa misma noche, durante la ceremonia de pedida de mano, Hattuç pide la mansión como símbolo de reparación, y Halis acepta sin titubeos. La declaración de Halis —que Hattuç será la nueva señora de la familia— cae como un rayo en la sala. İfakat y Suna, aunque sonríen, comienzan a tramar cómo impedir esta unión.
En paralelo, la relación entre Pelin y Kaya florece en secreto, amenazando con alterar más el equilibrio familiar. Mientras tanto, İfakat pone en marcha un siniestro plan: envenenar a Hattuç. Aunque finge sumisión ante Halis, en secreto observa los movimientos de la cocina y comienza a preparar la trampa.
A la mañana siguiente, Ferit y Seyran despiertan juntos por primera vez en paz. Comparten un momento íntimo, lleno de amor y esperanza. Orhan, agradecido con Seyran por su apoyo en el pasado, le regala un lujoso coche como gesto de respeto. Mientras tanto, Ferit, con permiso de Halis, acepta ayudar a Hattuç a traer su ajuar desde Gaziantep. Antes de partir, le enseña a Seyran a conducir, y ese paseo se convierte en otro paso hacia la reconstrucción de su relación.
Pero bajo esta calma, los planes oscuros continúan. Suna sigue alimentando el odio de Kazım contra sus hijas, y él, cada vez más endurecido, descubre el paradero de Pelin y se lo revela a Zerrin. Mientras tanto, Kaya logra rescatar a Pelin justo a tiempo. Entre ellos crece algo más profundo que una simple amistad, y ese vínculo amenaza con complicar aún más el tablero.
De nuevo, se vislumbra una tormenta inminente: las maquinaciones de İfakat, la ambición de Suna, los planes ocultos de Nükhet, el fuego entre Pelin y Kaya, y la furia de Serter son solo el comienzo de una nueva guerra de poder. Aunque Ferit y Seyran intentan aferrarse a su amor, el horizonte familiar está más turbio que nunca.
En esta historia, la calma nunca es permanente. La partida de ajedrez ha comenzado, y nadie está dispuesto a perder.