El capítulo 378 de Sueños de Libertad nos adentra en una escena cargada de tensión que pone al descubierto la verdadera naturaleza de los personajes y la frágil fachada de poder que intentan proyectar.
Gabriel, acostumbrado a mantener el control absoluto, se sitúa en el centro de la conversación con Andrés y anuncia con voz firme que la empresa asumirá todos los gastos médicos de Narciso y la manutención de su familia, “sin importar el costo”. Pero su tono revela más estrategia que compasión: intenta mostrar un compromiso absoluto mientras proyecta una imagen de hombre honorable. María, a su lado, refuerza esa apariencia, validando la postura de Gabriel con su presencia silenciosa.
La calma que Gabriel intenta imponer se rompe cuando Andrés pregunta por la gravedad de la situación. Ante el incómodo silencio de Gabriel, María toma la palabra: Narciso ha empeorado críticamente y ahora está bajo vigilancia médica constante. La noticia golpea con fuerza y deja en evidencia que lo que estaba en juego no eran cifras ni políticas, sino la vida de un trabajador.
Andrés responde de manera fría y distante, apelando a la formalidad de la empresa: asegura que la junta directiva asumirá toda la carga y se encargará de lo necesario. Sin embargo, su discurso carece de humanidad; no hay empatía ni solidaridad real. Es una respuesta burocrática que refleja cómo, para algunos líderes, las personas son simplemente piezas en un tablero de intereses y poder.
Gabriel, sintiéndose descubierto, abandona la reunión de forma abrupta, dejando un vacío cargado de tensión. Andrés aprovecha el momento para lanzar un comentario dirigido a María, insinuando la responsabilidad de su marido y señalando que los conflictos familiares están directamente ligados a la crisis de la fábrica.
Lo que parecía una simple conversación protocolar termina desnudando la fragilidad del poder de Gabriel, la frialdad calculadora de Andrés y el papel crucial de María como conducto de la verdad. La escena revela cómo la tragedia de un trabajador expone grietas en la estructura de poder familiar, mostrando que los intereses personales y las intrigas pesan más que la vida de quienes dependen de ellos.