Se trata de Santiago (interpretado por Gabriel de Mulder), aquel comercial que en su momento trabajó para Perfumerías De La Reina y que desarrolló una peligrosa obsesión por Fina. Lo que comenzó como un interés aparentemente inocente pronto se transformó en un acoso insoportable cuando descubrió que la dependienta no rechazaba sus avances por timidez, sino porque mantenía una relación secreta con Marta. Desde entonces, la historia de Santiago quedó vinculada al sufrimiento de la pareja, conocida por los seguidores como Mafin.

El regreso de este antagonista no es gratuito ni anecdótico: supone la recuperación de una trama que golpeó de lleno a la relación entre Marta y Fina y que abrirá una nueva etapa cargada de dramatismo. Además, esta historia dará la explicación dentro de la ficción a la marcha temporal de Alba Brunet (Fina), quien se ausentará debido a su baja por maternidad.

El regreso del acosador

Todo arranca cuando se recuerda cómo Santiago, tras intentar abusar de Fina en la tienda, terminó detenido y enviado a prisión. Parecía el cierre definitivo de un capítulo doloroso. Sin embargo, el destino se encarga de reabrir viejas heridas: el joven obtiene un permiso especial para asistir al funeral de su abuela y, en un descuido de la guardia civil, logra escabullirse y escapar. Su objetivo es claro: vengarse de aquellas que, según él, arruinaron su vida y lo llevaron a la cárcel. Y en esa lista negra solo hay dos nombres: Marta y Fina.

El lunes, la tensión comienza a crecer. Los espectadores verán a Santiago merodeando por la casa que comparten Marta y Fina, intentando entrar en ella con sigilo mientras dentro se respira un ambiente festivo. Ambas, acompañadas por Pelayo, celebran un encargo fotográfico que ha unido al marido de Marta con Fina en un trabajo especial. La alegría y la complicidad del momento contrastan con la amenaza silenciosa que acecha tras la puerta.

El shock de Fina

Será en el episodio del martes cuando la calma se quiebre definitivamente. Fina descubre a Santiago en el interior de la casa. La visión de aquel rostro, que creía muy lejos de su vida, la deja en estado de shock. Ella desconoce por completo que se ha fugado de la cárcel, y esa sorpresa la paraliza. El comercial, repitiendo patrones del pasado, vuelve a intentar abusar de ella. Sin embargo, pronto revela un plan aún más macabro: decide atarla y mantenerla retenida hasta que Marta regrese. Su objetivo es doble: hacer daño a Fina y obligar a Marta a presenciar su sufrimiento.

Cuando Marta llega y encuentra a su pareja maniatada, su reacción inmediata es la de intentar mantener la calma. Consciente de que cualquier movimiento brusco puede desatar la violencia de Santiago, trata de negociar con él, apelando a la razón y ofreciéndole la posibilidad de desaparecer de sus vidas si accede a marcharse sin causar más daño. La tensión se mantiene durante todo el episodio, que se convierte en una batalla psicológica en la que cada palabra puede ser determinante.

El miércoles trágico

La verdadera explosión narrativa ocurre el miércoles. Santiago, lejos de ceder, decide llevar su amenaza hasta el límite. En un arrebato de violencia, coloca una navaja en el cuello de Marta, dejando claro que no piensa retirarse sin provocar dolor. El espectador asiste a un momento angustioso en el que la vida de Marta pende de un hilo.

Pero entonces, un giro inesperado cambia el rumbo: Fina, que había logrado liberarse parcialmente de sus ataduras, consigue tomar una botella y golpear con ella a Santiago. El impacto despierta la furia del acosador, que se abalanza contra ella sin darse cuenta de que la dependienta ha logrado arrebatarle la navaja. En un forcejeo desesperado, Fina termina clavándole el arma en el pecho. El resultado es inmediato y devastador: Santiago muere en el acto.

El dilema de Marta y Fina

La escena posterior está cargada de dramatismo. Fina, presa del pánico y completamente desolada, intenta llamar a la guardia civil para confesar lo ocurrido. Cree que la única salida es contar la verdad, aunque eso signifique someterse a un proceso judicial. Pero Marta la detiene. Para ella, lo sucedido podría no solo destruir sus vidas, sino también sacar a la luz su relación en un contexto donde la sociedad no está preparada para aceptarla. Marta, más fría y calculadora, intenta convencer a Fina de que deben deshacerse del cuerpo y mantener silencio.

Esta decisión abre una grieta entre ambas. Fina, dominada por la culpa, siente que se ahoga bajo el peso de lo sucedido. Marta, por el contrario, se aferra a la idea de que deben sobrevivir como sea, incluso si eso significa ocultar un crimen que, en realidad, fue en defensa propia.

La intervención de Pelayo

En medio de todo este torbellino aparece Pelayo, quien había seguido de cerca la noticia de la fuga de Santiago. Preocupado por Marta y Fina, acude a su casa para advertirlas del peligro. Pero al llegar, descubre la tragedia: el acosador yace muerto y la pareja está sumida en el caos.

En un acto inesperado, Pelayo toma las riendas de la situación. Les propone a Marta y Fina que huyan del lugar mientras él se encarga de ocultar el cuerpo. Su argumento es que, de esa manera, ellas quedarán fuera de toda sospecha y podrán continuar con sus vidas. Agobiadas y sin una salida clara, aceptan su propuesta.

Sin embargo, el espectador pronto descubrirá que este movimiento de Pelayo no es tan altruista como parece. Detrás de su aparente solidaridad se esconde un objetivo oscuro, una intención que afectará directamente a Fina y que marcará un antes y un después en la historia.

Un punto de no retorno

Con esta trama, Sueños de libertad se adentra en un territorio más sombrío y emocional que nunca. La muerte de Santiago no solo cierra el círculo de una de las historias más inquietantes de la serie, sino que abre la puerta a nuevas tensiones. Marta y Fina tendrán que cargar con el peso de una verdad insoportable, mientras que Pelayo se convierte en un aliado ambiguo, capaz de protegerlas pero también de manipular la situación a su favor.

El público, que ha seguido con pasión cada paso de la pareja Mafin, verá cómo la felicidad de ambas se tambalea de nuevo y cómo el destino de Fina se encamina hacia un futuro incierto, lejos de Toledo. Será la propia serie la que justifique así la ausencia temporal de Alba Brunet, cuya baja por maternidad encuentra en esta tragedia un encaje narrativo perfecto.

Lo que queda claro es que la próxima semana será decisiva: un regreso inesperado, una lucha desesperada por sobrevivir, un crimen en defensa propia, un secreto que puede destruirlo todo y un aliado con intenciones ocultas. Sueños de libertad demostrará una vez más que sabe jugar con la tensión y las emociones hasta el límite, dejando a los espectadores con el corazón en un puño.