La conversación entre Andrés y Begoña está impregnada de tensión y desconfianza. Mientras Andrés se muestra convencido de que Gabriel está involucrado en el caso de Remedios, Begoña defiende a su primo, acusando a Andrés de tener más una agenda personal que un deseo genuino de hacer justicia. En el fondo de esta disputa, la lucha por la verdad se cruza con viejas rivalidades familiares.
El primer indicio de la creciente desconfianza entre los personajes surge cuando Andrés, con voz tensa, expresa sus dudas sobre la culpabilidad de Remedios. A pesar de basarse en una simple corazonada, Andrés está decidido a encontrar pruebas que refuercen sus sospechas sobre Gabriel. Pero Begoña no se deja convencer tan fácilmente, argumentando que las intuiciones no son suficientes para tomar decisiones tan drásticas. Sin embargo, Andrés, astuto como siempre, le lanza una pregunta directa: “¿Has hablado con Gabriel?” insinuando que Begoña podría estar influenciada por su conversación con él.
Begoña, algo sorprendida por la pregunta, revela un detalle crucial: Gabriel le había contado que conoció a Remedios cuando ella le pidió ayuda para resolver unos trámites burocráticos para su hija en Francia. Este dato parece ser una coincidencia demasiado grande para Andrés, lo que alimenta aún más sus sospechas. La tensión en la habitación aumenta, ya que Andrés se siente cada vez más desconcertado por las conexiones que parecen surgir entre su primo y Remedios.
Begoña, cansada de la acusación implícita de Andrés, le responde con dureza, acusándolo de querer destruir a Gabriel más por su rivalidad personal que por un verdadero afán de justicia. “Parece que te importa más quitarte de medio a tu primo que hacer justicia”, le recrimina, desnudando las motivaciones ocultas de Andrés. Este momento refleja la fractura entre los dos personajes, cada uno defendiendo lo que considera su verdad, pero incapaces de ceder.

En un giro inesperado, Andrés, en un momento de vulnerabilidad, admite que había revisado la habitación de Gabriel en busca de pruebas, un acto que le resulta incómodo al recordar. Es una confesión amarga que muestra cómo sus dudas lo han consumido, llevándolo a acciones de las que no está orgulloso.
Pero justo cuando la tensión parece estar a punto de estallar, Damián irrumpe en la conversación con una noticia que cambia todo: “He hablado con el sargento Pontón, y Remedios ha confesado”. En un giro impactante, Remedios admite haber robado la muestra de perfume para dársela a un hombre en Madrid. Esta confesión pone fin a las sospechas sobre Gabriel, dejando a Andrés con una sensación de derrota y una pizca de desconfianza persistente.
El alivio de Begoña es evidente, ya que sus sospechas sobre Gabriel se desvanecen en un instante. Sin embargo, la confesión de Remedios no explica la alteración en la fórmula del perfume, un detalle que Damián atribuye a un error de Cristina. A pesar de la resolución parcial del caso, Andrés, aunque obligado a ceder ante los hechos, no puede evitar sentir que algo aún no encaja. Su rostro refleja la incertidumbre y la preocupación por lo que podría estar ocurriendo detrás de la superficie.
La historia, llena de giros inesperados y tensiones familiares, deja una pregunta flotando en el aire: ¿realmente hemos llegado al final de este misterio, o hay algo más que aún no hemos descubierto? ¿Hasta qué punto las rivalidades familiares pueden nublar la búsqueda de la verdad?