En la mansión Korhan, los silencios se llenan de conspiraciones, y Ifakat se ha convertido en la estratega más implacable. Tras ver fracasar uno de sus planes más oscuros —impedir que Ferit y Seyran tengan un hijo— ha entendido que ya no basta con manipular a las criadas o sembrar rumores. Necesita algo más grande. Una bomba emocional. Y esa bomba, según ella, es Suna.

Sola con sus pensamientos y decidida a dar un nuevo golpe, Ifakat se presenta ante Halis Ağa, el patriarca, con una propuesta tan arriesgada como calculada: casar a Kaya con Suna. La elección no es fortuita. Ifakat ha observado de cerca a la hermana mayor de Seyran y ha identificado en ella una mezcla letal de ambición y resentimiento. “Suna ha acumulado demasiadas injusticias a lo largo de los años”, le confiesa con frialdad a Halis. “Lleva veneno en la sangre… y cuando consiga lo que quiere, ese veneno explotará. No contra nosotros. Contra los suyos: su padre… y su hermana.”

Halis, en un principio, se escandaliza. La idea le parece absurda. ¿Casar a su nieto con la hija de Kazım? ¡Kazım, a quien desprecia profundamente! Pero Ifakat sabe que el patriarca está más vulnerable que nunca. El ambiente en la casa se ha vuelto irrespirable para él, y vivir bajo el mismo techo que Kazım se le ha vuelto un tormento. Ifakat no pierde tiempo: lo seduce con la idea de recuperar el control de la casa y canalizar la furia de Suna en contra de los Şanlı. Una nueva aliada, disfrazada de nuera ejemplar.

Mientras habla, los ojos de Halis cambian. Al principio incrédulo, empieza a considerar la idea. Suna, que hasta hace poco era sólo una pieza más en el tablero, se convierte en una posible reina negra en la partida final. Ifakat sabe cómo tocar las teclas emocionales de los hombres de esta familia… y Halis, aunque no lo diga en voz alta, parece ceder. Está cansado. Está harto. Y lo más importante: está abierto a un nuevo plan.

Pero justo cuando Ifakat está a punto de cerrar su maniobra maestra, la escena da un giro inesperado. Nükhet, hija de Halis y madre de Kaya, entra en la habitación. Al ver a su padre conversando con la mujer que fue amante de Orhan, se le encienden todas las alarmas. Su mirada no es de sorpresa: es de sospecha. ¿Qué hacen hablando a solas? ¿Qué tramará ahora esta mujer, que parece moverse con la precisión de una serpiente?

Halis intenta calmar las aguas explicando que hablaban del compromiso entre Kaya y Suna. “A tu hijo le parece bien”, dice, como quien da una orden más que una información. Ifakat sonríe, satisfecha. El primer paso de su plan está en marcha.

Lo que Nükhet no sabe aún es que este compromiso no es un simple arreglo familiar. Es una jugada con múltiples aristas. Ifakat no está buscando solo reforzar su influencia. Está sembrando una tormenta en el corazón de los Şanlı. Sabe que Suna ha vivido bajo la sombra de su hermana. Sabe que Kazım la ha humillado más de una vez. Y está convencida de que, si le dan poder y estatus, esa rabia saldrá a la superficie. Una rabia que puede dividir y destruir a los que más daño le han hecho.

Mientras tanto, Suna aún no es consciente del papel que le han asignado. Pero Ifakat confía en que, cuando se vea con el control en las manos, no tendrá reparos en utilizarlo. Ferit y Seyran, inmersos en su propio mundo, ni imaginan lo que se avecina. Su amor sigue fortaleciéndose… pero el enemigo ahora se disfraza de familia.

¿Y Kaya? Él, aparentemente encantado con la idea de casarse con Suna, parece no notar que está siendo manipulado. Cree que está tomando una decisión libre, cuando en realidad está siendo guiado hacia una trampa. La alianza entre Ifakat y Halis ha comenzado a moldear el destino de todos.

Pero hay más en juego. Nükhet, aunque no diga nada abiertamente, no es ingenua. Puede que no tenga pruebas concretas, pero la intuición le dice que algo no encaja. Y si llega a descubrir la verdadera intención de Ifakat, el conflicto puede escalar rápidamente. Porque si bien ella quiere lo mejor para su hijo, también tiene cuentas pendientes con su exsuegra política… y no va a permitir que Suna se convierta en una herramienta para destruir lo poco que queda en pie.

En el horizonte, se vislumbra una nueva guerra. La que enfrentará a las mujeres Korhan. Ifakat contra Nükhet. Suna contra Seyran. Y en medio de todos, hombres confundidos, decisiones manipuladas y un legado familiar que empieza a desmoronarse desde dentro.

Ifakat, convencida de que el odio mal dirigido puede ser su mejor arma, ya ha elegido su soldado. Solo queda esperar… ¿Explotará ese veneno oculto dentro de Suna como ella espera? ¿O la joven encontrará un camino diferente al que le han impuesto?

Una cosa está clara: en Una nueva vida, las decisiones más silenciosas son las que provocan los gritos más fuertes. Y cuando la tormenta estalle, nadie podrá decir que no hubo advertencias.