En La Promesa, una nueva semana comienza cargada de tensión, revelaciones explosivas y amenazas que se ciernen sobre cada rincón de la finca de los Luján. Desde los primeros compases del lunes, la incertidumbre envuelve a los personajes como un manto oscuro. Vera, atormentada por la ausencia de Lope, no consigue hallar consuelo ni siquiera en las rutinas diarias. Su ansiedad es palpable, y solo las palabras cálidas y firmes de Pía logran traerla, por momentos, de vuelta a la realidad.

Pero mientras su corazón se desgarra, Lope ha arriesgado todo infiltrándose en casa de los duques de Carril. Su objetivo es claro: descubrir quién está detrás del envenenamiento de Jana. Su ausencia tiene una razón peligrosa, y la cuenta atrás para la verdad ya ha comenzado.

La tensión escala cuando Curro entra en la cocina. El joven, convencido de que Lope ha hecho lo correcto, defiende su decisión con fuerza. Pero Vera teme por su vida. ¿Vale la pena tanto riesgo por justicia? La delgada línea entre valentía e imprudencia se vuelve difusa, y el ambiente se enrarece.

En los salones principales de la casa, otro conflicto toma forma. Leocadia intenta imponer su poder negándose a contratar a Enora en el proyecto automovilístico. Pero Manuel, harto de sus manipulaciones, saca su as bajo la manga: un contrato firmado en secreto que le otorga todo el poder al marquesado. Su movimiento es devastador. Enora será contratada, y Leocadia queda humillada y sin margen de maniobra.

Mientras tanto, en el campo, Catalina advierte a Martina sobre el peligro del barón de Valladares. La joven cree en la fuerza de la solidaridad campesina, pero Catalina sabe que el enemigo no juega limpio. Finalmente, Alonso, tocado por la determinación de su hija, se enfrenta al barón en un club de caballeros. Su mensaje es claro y firme: las tierras de Pramis no volverán a ser presa del abuso.

Sin embargo, la batalla más letal se libra entre los pasillos del servicio. El nuevo mayordomo, Cristóbal Ballesteros, impone una disciplina férrea y cruel, muy distinta al equilibrio de don Rómulo. Petra, Ricardo y Pía sienten el peso de una autoridad implacable. La casa entera se sumerge en un clima de miedo.

Los rumores se multiplican cuando estalla un escándalo que involucra a Ángela, hija de Leocadia. Un enfrentamiento con el marqués de Andújar en la fiesta del duque de Carvajal deja su reputación por los suelos. Leocadia intenta enviarla al extranjero para aplacar el escarnio, pero Lorenzo la enfrenta y defiende la libertad de su hermana, aumentando la tensión familiar hasta el límite.

Mientras tanto, la tragedia golpea de lleno a Catalina: Rafaela, su hija, cae gravemente enferma. La fiebre no cede, y la desesperación crece. Para empeorar las cosas, el coche familiar ha desaparecido. La búsqueda de un médico se convierte en una carrera contra el tiempo. Y justo cuando todo parece perdido, Leocadia aparece con una oferta envenenada: un coche nuevo como regalo. Alonso, a regañadientes, acepta. La marquesa cobra fuerza en medio del caos, posicionándose como la nueva benefactora de la familia.

Pero nada es suficiente: los médicos no llegan, el tiempo corre, y Rafaela empeora. Catalina, rota de dolor, sujeta la pequeña mano de su hija mientras suplica al cielo por ayuda.

En paralelo, el ambiente entre los criados estalla cuando Ballesteros obliga a María Fernández a fregar de rodillas. Petra, en un acto de valentía, se une a ella. El miedo se convierte en resistencia, y una chispa de esperanza nace entre el personal.

Curro, devorado por la culpa, intenta hablar con Ángela, quien se ha encerrado en su mundo tras el rechazo social. Pero sus palabras no logran atravesar el muro de su dolor. Todo parece perdido… hasta que Lope regresa, agotado pero vivo. Vera lo abraza con alivio, pero Lope ya no es el mismo.

Más tarde, confiesa a Curro que no ha encontrado pruebas sólidas, solo sospechas… hasta que escucha ciertas frases escalofriantes detrás de una puerta: “Eliminar obstáculos”, “La Promesa será nuestra”. Todo apunta a una conspiración mucho mayor. El capitán De la Mata y los duques están aliados en un plan meticuloso para apoderarse de la finca. Y en el centro de todo… el envenenamiento de Jana.

El viernes llega con una oscuridad insoportable. Rafaela está al borde de la muerte. Catalina grita, suplica, pero el destino no escucha. Ni el coche de Leocadia ni los recursos de Alonso logran traer al médico. El teléfono permanece mudo. El tiempo se agota.

Mientras tanto, la brutalidad de Ballesteros escala: castiga duramente a Petra y María, y Ricardo descubre horrorizado que su hijo Santos ha vuelto a delinquir, robando vino en la bodega del marqués. La decepción lo consume.

En medio del caos, Enora —la ingeniera contratada— se atreve a hablar con Manuel. “Vale la pena ser valiente”, le dice. Palabras simples, pero tan poderosas que lo sacuden profundamente.

Y es entonces cuando todo encaja. Lope y Curro unen las piezas: el capitán, los duques, Jana… ¡Fue un plan! ¡Un intento de destruir a la familia desde dentro! Y Curro, al borde del colapso, toma una decisión irrevocable.

Con voz firme y la rabia de quien ya no puede callar, Curro señala al verdadero culpable.

“¡Fue él quien envenenó a Jana!”

Una acusación que retumba en los salones, desmoronando máscaras, alianzas y mentiras. El enemigo ya no puede esconderse. La verdad ha sido dicha. La Promesa arde con la fuerza de una revelación que lo cambiará todo.

¿Te atreves a descubrir quién caerá cuando todo salga a la luz?
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