El 14 de julio en Sueños de Libertad, el calor de Toledo no solo sofoca el ambiente, sino que incendia los corazones de los De la Reina. Damián, marcado por la culpa, intenta enmendar el daño causado por la actitud de Gabriel hacia Cristina. En los pasillos de Perfumerías De la Reina, se topa con Irene. Con voz suave y remordida, intenta disculparse. Sin embargo, la frialdad de ella y la aparición de Don Pedro dejan claro que la grieta entre ellos es cada vez más profunda. Pedro lanza indirectas venenosas, tensando más la cuerda.

Mientras tanto, Damián descubre que Raúl, su antiguo chófer, ahora trabaja como mecánico en la fábrica. El joven fue contratado por Don Pedro, una maniobra más del patriarca para asestar otro golpe a su autoridad. Raúl se niega a volver a ser su asistente personal, y esto solo incrementa el sentimiento de traición de Damián.

En otro rincón, Cristina y Beltrán intentan reparar su relación tras la tormenta emocional de los últimos días. Beltrán parece sincero, incluso arrepentido. Pero todo se derrumba con la repentina llegada de Gabriel, cuya sola presencia despierta los celos de Beltrán. La tensión se palpa, aunque Cristina intenta calmar los ánimos.

Pero el peso del secreto es insoportable para ella. Cristina confiesa que Gabriel la besó en el invernadero. El rostro de Beltrán se transforma al oír el nombre. Sale disparado, con un deseo de venganza que no logra contener. Lo encuentra y lo estampa contra la pared. Tras una provocación verbal de Gabriel, Beltrán le suelta un puñetazo brutal. El abogado responde, y se inicia una pelea feroz. Los empleados se agolpan alrededor, mientras Cristina, desesperada, intenta separarlos.

En paralelo, el caos también llega a los repartos. Chema, hermano de Carmen, arruina las entregas del día y recibe una bronca monumental de Tasio. Claudia, por su parte, se sincera con Raúl y le pide una cita, como condición para contarle por qué intercedió por él ante Don Pedro. Raúl la rechaza con delicadeza, confesando que aún no supera lo que sintió por María.

Cristina, entre la culpa y el miedo, lucha por evitar que lo que empezó como un beso impulsivo acabe destruyendo todo a su alrededor. Pero ya es tarde. La tormenta ha estallado, y el daño podría ser irreversible.

El capítulo 349 se convierte así en una bomba emocional: disculpas rechazadas, secretos que salen a la luz, enfrentamientos violentos, y una red de tensiones familiares y personales que amenazan con derrumbar el frágil equilibrio de Sueños de Libertad.