En la mansión Korhan, la autoridad ha cambiado de rostro. Hattuç, tras tomar el mando con una firmeza que estremece a todos, se impone como la nueva cabeza del hogar. Latif, sorprendido por su determinación, no tarda en mostrarle respeto y obediencia. Pero detrás de su mirada severa, Hattuç guarda un secreto inquietante. En una conversación privada con Ferit, le revela que Mezide es mucho más que una mujer resentida: es una amenaza real, una sombra del pasado que ahora se convierte en un peligro presente. Hattuç le advierte sin rodeos: la venganza de Mezide no se detendrá con palabras, y todos en la familia están en la mira.

Ferit escucha con atención y preocupación. La tensión no deja de crecer en su pecho. Entiende que el enemigo no está lejos, sino cada vez más cerca, quizá incluso dentro de los muros de su casa. Esta inquietud lo consume, mientras intenta no dejar que el miedo lo paralice.

En otro rincón de la mansión, Asuman también siente el peso de esta nueva realidad. Le resulta difícil adaptarse al régimen autoritario de Hattuç. Cada gesto, cada palabra de la nueva líder de la casa parece llevar el peso de viejas heridas, y eso la abruma. Pero hay otro conflicto en su corazón: Doruk, su entrenador personal. Asuman ya no puede reprimir lo que siente. Habla con Suna sobre sus emociones y se pregunta qué ocurriría si Doruk llegara a presentarse en la mansión. Aunque Suna se sorprende, no opina. La tensión flota en el aire.

La escena cambia cuando Seyran entra en la habitación. Asuman, nerviosa, cambia de tema y se retira. Entonces, Seyran advierte a Suna de algo que podría cambiarlo todo: Kaya está ayudando a Pelin. Cree que Pelin trama algo, y que eso también podría afectar a Suna. Aunque Suna resta importancia a sus palabras, algo queda sembrado en su mente.

Mientras tanto, en medio del caos, la relación entre Ferit y Seyran florece como un refugio cálido. Su cercanía, cada vez más íntima, se convierte en una tabla de salvación ante el infierno que se desata en la mansión. Ambos se apoyan con ternura, y Ferit, deseando regalarle a Seyran un momento de alegría en medio del caos, empieza a planear una sorpresa especial con la ayuda de Ece.

Pero Hattuç no da tregua. Al amanecer, baja a la cocina y le hace una petición siniestra a Şefika: quiere que cocine la cabeza de carnero enviada como amenaza. La sopa de cabeza no será un plato, sino un mensaje de guerra. Şefika, aunque impactada, obedece. Justo cuando sale de la cocina, se entera de que Şehmuz ha entrado en la mansión sin aviso, y para colmo, también lo ha hecho Doruk.

Hattuç, enfurecida, corre a la puerta principal y enfrenta a Doruk. Con desprecio y voz dura, lo expulsa sin dudar. Asuman presencia la humillación y guarda silencio… pero su rabia crece, silenciosa y peligrosa.

En paralelo, Ferit continúa con los preparativos de su sorpresa para Seyran. Quiere tocar su corazón con un gesto significativo, y Ece le recuerda un momento del pasado de Seyran, cuando vestida de payaso vendía globos. Esa imagen queda grabada en Ferit, que se aferra a ella como símbolo de esperanza.

Pero la realidad golpea fuerte. Llega el funeral de Ökkeş, y con él, una nueva tensión. La familia Korhan acude, y su sola presencia enciende la furia entre los presentes, especialmente en Akın. El joven, que alguna vez fue bondadoso, ahora es un reflejo oscuro del odio de su madre, Mezide. La mirada que lanza a Ferit es de puro rencor. Ya no queda nada del muchacho de antes: la venganza se ha apoderado de él.

Ferit no se amedrenta. Da el pésame, aunque sabe que la herida entre ambas familias está abierta y sangra sin remedio. Tras el entierro, intenta relajarse con Seyran y Ece. Visitan un centro comercial para ultimar la sorpresa. Pero esa calma es efímera.

De vuelta en la mansión, Latif comienza a atar cabos. Algo no cuadra con la muerte de Ökkeş. El entierro fue demasiado rápido, no hubo autopsia, y todo huele a encubrimiento. Comparte sus sospechas con Ferit, que queda helado. ¿Y si Ökkeş no murió de forma natural? ¿Y si fue asesinado como parte de un plan más grande?

Orhan, por su parte, también siente cómo el pasado lo acorrala. Las viejas cuentas con Ökkeş se convierten ahora en un peso insoportable. Las palabras de Latif hacen eco en su mente, y la duda lo devora. ¿Su culpa provocó esta tragedia? ¿O alguien más está detrás de todo?

Ferit, atrapado entre dos mundos —el del amor y el del horror—, empieza a tambalear. Por un lado, prepara una dulce sorpresa para Seyran; por el otro, el misterio de Ökkeş se convierte en un laberinto sin salida. Cada paso que da, cada decisión, lo arrastra más al centro del conflicto.

Porque en esta nueva vida, los fantasmas del pasado no descansan.
Y cuando el odio regresa disfrazado de luto, no hay lugar seguro… ni amor que no tiemble.