La mansión Korhan parece envuelta en una atmósfera de celebración… pero debajo de esa fachada festiva, se está gestando una batalla silenciosa que podría destruirlo todo. Tras el firme anuncio de su boda con Hattuç, Halis Korhan lanza un ultimátum directo a İfakat: si se opone, deberá abandonar la mansión. İfakat, con una sonrisa forzada y actitud sumisa, esconde una tormenta de ira y humillación. Su silencio es solo la antesala de una decisión mortal: planea envenenar a Hattuç. Comienza a merodear por la cocina, atenta a cada ingrediente, preparando en secreto el golpe más oscuro de su vida.
Mientras tanto, ajenos al veneno que se cocina en las sombras, Ferit y Seyran despiertan juntos tras mucho tiempo. El amor entre ellos vuelve a latir con fuerza. Se miran, se sonríen, y por un instante, todo parece posible. En ese mismo ambiente, Orhan le regala a Seyran un lujoso automóvil como agradecimiento por haberlo ayudado a salir de prisión. El gesto emociona a Seyran y refuerza el vínculo de respeto que se ha forjado entre ambos.
Hattuç, ilusionada, le pide a Ferit que la ayude a traer su ajuar desde Gaziantep. Halis aprueba con entusiasmo, y Ferit aprovecha la ocasión para sorprender a Seyran: le enseñará a conducir. Durante el paseo, entre risas y miradas cómplices, se confirma que el lazo entre ambos es más fuerte que nunca. Pero esta dulzura no podrá durar. El veneno de İfakat no es el único que amenaza con arrasar la felicidad.
Suna, decidida a separar a Ferit y Seyran, continúa sembrando intrigas. Manipula a Kazım con susurros cargados de veneno, despertando en él una furia ciega contra sus hijas. En paralelo, Kazım descubre el escondite de Pelin y lo revela a Zerrin, encendiendo otra mecha. Pero Kaya, alerta y decidido a proteger a Pelin, elabora un plan audaz: simula una pelea en la calle para distraer a los guardias y consigue liberar a Pelin. La lleva a una casa segura, donde ella, por primera vez, se siente verdaderamente libre. Entre los dos surge una conexión nueva, cálida, intensa. Lo que antes era amistad ahora comienza a transformarse en amor.
Pero su huida no quedará impune. Serter, al darse cuenta de la desaparición, estalla en cólera. Zerrin y Pırıl llegan, pero ya es demasiado tarde. Pelin ha escapado, y Serter promete venganza. Una nueva guerra entre él y los Korhan ha comenzado.
Mientras tanto, Nükhet organiza una cena privada con Orhan antes de partir a Estados Unidos. En ese restaurante lleno de recuerdos, le revela que le transferirá sus acciones de la empresa. Orhan, sorprendido, carga ahora no solo con el rencor hacia su padre, sino también con una nueva responsabilidad que cambiará su lugar dentro de la familia.
En la mansión, las mujeres se preparan para la ceremonia de pedida de mano. El hammam, en lugar de ser un ritual de paz, se convierte en un campo de batalla emocional. İfakat lanza comentarios hirientes, Suna no puede ocultar sus celos hacia Seyran, y Hattuç, radiante, brilla con la fuerza de quien ha esperado toda una vida para ser reconocida. La tensión es palpable. Miradas afiladas, silencios incómodos, y palabras que, aunque dulces, esconden amenazas.
La velada llega. Todo parece perfecto. Pero bajo las luces y la música suave, İfakat no quita la vista de Hattuç. En su mente, el plan sigue en marcha. Nükhet contempla el futuro con distancia y estrategia. Suna analiza cada gesto, buscando su oportunidad. Ferit, por su parte, se mantiene firme junto a Seyran. “En esta historia, seguiremos siendo nosotros”, le susurra. Ella sonríe. Ese amor, tantas veces quebrado, hoy se sostiene como una promesa silenciosa.
La pedida de mano comienza. Pero Hattuç sorprende a todos con una petición inusual: como símbolo de reparación, pide que le entreguen la mansión. Un silencio helado se apodera del salón. Todos esperan la reacción de Halis. Él, sin dudar un segundo, responde: “La mansión es tuya”. La tensión es tan densa que podría cortarse con un cuchillo. İfakat, Nükhet y Latif apenas disimulan su incomodidad. Pero el acto ya es irreversible.
Se colocan los anillos. Los aplausos estallan. Halis se levanta, mira a todos y sentencia: “La señora de esta familia, a partir de ahora, es la señora Hattuç.” Sus palabras retumban como un trueno. Aunque sonrían, İfakat y Suna comienzan de inmediato a planear cómo sabotear esa unión.
Mientras los hilos del poder se tensan, Ferit y Seyran buscan refugio en su amor. Se abrazan, se susurran palabras que les dan fuerza. “Tú eres mi único refugio”, le dice él. Y ella, por un instante, olvida el caos.
Pero la calma es solo una ilusión. En las sombras se gestan traiciones. İfakat afila su veneno. Suna esconde su humillación. Pelin y Kaya viven un amor que podría arrastrarlos a la guerra. Serter busca revancha. Nükhet planea desde la distancia. Y la mansión… ya no será la misma.
Porque en Una nueva vida, incluso los momentos más felices llevan el eco de una tormenta por venir. Y esta, ya ha comenzado a rugir.