En La Promesa, las paredes del palacio esconden secretos que comienzan a romper el silencio de años, y ahora uno de ellos amenaza con destruir para siempre el frágil equilibrio que aún sostiene a la familia Luján. Curro, inquieto, con el corazón en llamas y la mirada cargada de sospechas, se enfrenta a una verdad que cambiará su vida… y la historia de La Promesa para siempre.
Todo comienza con una conversación tensa, directa, inevitable. Curro acorrala a Manuel. No quiere rodeos, no quiere excusas. Necesita saber qué está ocurriendo realmente con Jacobo y qué vínculo lo une a Esteban Monteclaro. Lo que Manuel confiesa, temblando, es solo la puerta de entrada a un infierno oculto.
Jacobo y Esteban no eran simples conocidos, ni siquiera viejos socios. Eran piezas clave de una red clandestina que operaba en la sombra, una organización que usaba el chantaje, el miedo y la manipulación como herramientas de poder. Curro comprende que la presencia de Jacobo en el palacio no es casualidad: ha regresado con un propósito oscuro, con un plan silencioso y meticuloso para acabar con los Luján desde dentro.
Mientras el joven empieza a atar cabos —cartas, documentos, miradas esquivas—, en otra parte del palacio se gesta una guerra invisible. Leocadia y Lorenzo continúan con su despiadado plan contra Eugenia. Día tras día, la minan con recuerdos manipulados, mentiras susurradas y hasta sustancias añadidas a su linimento. Eugenia, antes una mujer de fuerza y carácter, comienza a disolverse. Sus pensamientos se enredan, su voluntad flaquea. Leocadia no solo quiere borrarla: quiere reemplazarla, hacerse con su posición, con su poder, con su historia.
Pero su ambición no se detiene ahí. Leocadia tiene un plan aún más grande: unir los apellidos Luján y Carvajal y Cifuentes mediante un acto simbólico pero demoledor. El bautizo de los hijos de Catalina se convierte en su estrategia final. Propone a Lisandro —arrogante, frío, enemigo declarado de Curro— como padrino. Nadie se atreve a rechazarlo en voz alta. La opresión es tan densa que ni Catalina logra alzar la voz. La traición avanza.
Mientras tanto, Jacobo, siempre calculador, comienza a perder el control por algo inesperado: Martina. Observa sus reacciones hacia Lisandro, una antipatía desbordante que no parece solo eso. ¿Qué hubo entre ellos? ¿Un amor roto? ¿Una traición sepultada? Jacobo, carcomido por los celos, la sigue en secreto una noche… y lo descubre: Martina guarda un colgante, uno que perteneció a Lisandro. La confirmación lo destroza. El pasado entre ellos no es un rumor: es un hecho.
En el otro extremo del dolor, Emilia y Rómulo viven una transformación silenciosa. Tras años de distancias y heridas, sus miradas vuelven a encontrarse. Ya no se necesitan palabras. Se entienden en los silencios, en los gestos, en el peso compartido del pasado. Donde otros conspiran, ellos se redescubren humanos, frágiles, esperanzados. Quizás no todo esté perdido.
Pero el peligro se intensifica. Curro, decidido a descubrir la verdad sobre Jana, indaga en archivos olvidados, cartas, registros que nadie miró. Y un día, encuentra lo que cambiará todo: un pacto secreto, firmado por Jacobo, Esteban… y Leocadia. Un documento con fechas, nombres, pruebas. Un vínculo directo con el pasado oscuro de La Promesa y, sobre todo, con la muerte de Jana. La verdad que emerge es devastadora: Jana no murió por accidente. Fue víctima de un juego de poder entre estas tres figuras que usaron su vida como moneda de cambio.
La revelación sacude a Curro hasta los cimientos. La rabia lo consume, pero también lo impulsa. Sabe que no puede quedarse callado. Sabe que, si no actúa, todo volverá a repetirse.
Lisandro, mientras tanto, se acerca peligrosamente a los niños de Catalina. Intenta ganárselos con dulzura falsa, con promesas. Pero uno de ellos escapa. Corre hacia Curro y le lanza una frase que hiela la sangre: “El tío Lisandro dice que mamá no entiende nada y que pronto todo será suyo.” La amenaza ya no es una sombra: es real y tangible.
Con el bautizo como telón de fondo, todo parece sellado. Leocadia levanta su copa convencida de su victoria. Jacobo vigila a Martina con dudas crecientes. Curro observa cada movimiento con el corazón acelerado. Eugenia apenas puede hablar. Catalina, agotada, llora en silencio. Nadie parece poder frenar el avance de la oscuridad.
Hasta que una figura se levanta. Una voz del pasado. Un secreto oculto que se revela ante todos.
Y así, en ese instante, La Promesa estalla.
Porque la verdad sobre la muerte de Jana ha salido a la luz.
Porque Curro ya no callará más.
Porque el juego de poder ha terminado… y comienza la venganza.
Lo que viene a continuación cambiará para siempre la historia del palacio. Y si creías haberlo visto todo, espera… porque esto apenas comienza.