La tensión en La Promesa está a punto de alcanzar un punto sin retorno. Lo que parecía ser una celebración familiar marcada por la alegría y la esperanza, acabará convirtiéndose en una pesadilla de proporciones devastadoras. El bautizo de los hijos de Catalina y Adriano, tan esperado por todos, se convertirá en el escenario de un drama brutal que tendrá como protagonista a una mujer completamente rota: Eugenia.

Desde hace semanas, la salud mental de Eugenia ha sido el blanco de un cruel y despiadado plan orquestado por dos personajes tan venenosos como calculadores: Lorenzo de la Mata y Leocadia de Figueroa. Ambos han urdido una estrategia meticulosa para minar lentamente la cordura de Eugenia, manipulando sus emociones, sus recuerdos y hasta su cuerpo con la ayuda del láudano, esa sustancia que mezcla dolor, somnolencia… y locura.

“No me mires como si estuviera loca”, suplica Eugenia entre lágrimas, suplicando a un-Lorenzo que ya ha decidido deshacerse de ella. Las miradas, los silencios, las medias verdades, todo ha sido parte de una maquinaria que busca silenciarla, apagar su luz definitivamente. Y lo peor es que Leocadia, con su apariencia maternal, ha logrado hacerse pasar por aliada. Ha fingido preocuparse, ha prometido ayudarla a sacar a Cruz de la cárcel… pero todo era parte del teatro. En realidad, ha sido la cómplice perfecta para hundir a Eugenia en un abismo sin fondo.

Las friegas con linimento adulterado por láudano son solo el inicio. Pronto veremos cómo Eugenia empieza a confundir los días, a olvidar cosas, a cuestionar su propia percepción de la realidad. Y mientras tanto, Leocadia le susurra con voz melosa que la quieren encerrar de nuevo en el sanatorio. ¿Quién no perdería la cabeza así?

Pero todo tiene un clímax. Y ese clímax se aproxima con el bautizo de los hijos de Catalina y Adriano. Una ceremonia que debería simbolizar el renacer, la esperanza… se convertirá en el acto más oscuro de la historia reciente del palacio de los Luján.

Los avances muestran a una Eugenia completamente desquiciada. Sola, confundida, herida, obsesionada con Andrés, el pequeño hijo de Catalina, al que mira con una ternura enfermiza, confundiéndolo con su hijo Curro cuando era bebé. Su necesidad de proteger, de aferrarse a algo que le dé sentido, la llevará a un estado de delirio absoluto. Lo que nadie imagina es que Eugenia ha descubierto el arma que Lorenzo guarda escondida en su habitación. Y en medio del bautizo, cuando las miradas están puestas en los padrinos, los invitados y los votos religiosos, Eugenia hará lo impensable.

Disparará.
¿A quién? Esa es la pregunta que todos nos hacemos. ¿Será Lorenzo la víctima? ¿Tal vez Leocadia? ¿O incluso un inocente? Lo que sí está claro es que la muerte volverá a rondar los pasillos del palacio. Ya lo adelantó Televisión Española en uno de sus trailers más sombríos: “habrá más despedidas.”

Pero la tragedia no acaba ahí. En un giro aún más desgarrador, las imágenes nos muestran a Eugenia en lo alto del torreón de La Promesa, con el bebé en brazos. Su cabello alborotado, sus ojos perdidos… y el abismo frente a ella. ¿Está realmente decidida a saltar? ¿A llevarse con ella a un inocente? El corazón se detiene con solo pensarlo.

Este no es un simple brote de locura. Es la culminación de semanas de tortura emocional, del abandono de una familia que no supo protegerla, de una sociedad que la tildó de inestable sin escuchar su voz. Y aunque podríamos pensar que todo forma parte de un juego teatral, de una artimaña de Eugenia para desenmascarar a sus verdugos… los avances nos hacen dudar. ¿Es posible que todo esté perdido para ella?

La tensión se palpa. Cada escena se volverá un nudo en la garganta para los espectadores. Y en medio del caos, figuras como don Lisardo, Cruz o Catalina se verán forzadas a tomar decisiones drásticas. La armonía del bautizo se desmoronará como un castillo de naipes. Y lo que debía ser un canto de fe, será un grito de desesperación.

Este nuevo capítulo en La Promesa no solo marcará un antes y un después en la serie, sino que promete convertirse en uno de los momentos más oscuros y conmovedores de toda la historia de la ficción española. Porque Eugenia no es simplemente un personaje roto: es el reflejo de todas aquellas mujeres silenciadas, desoídas y traicionadas por quienes juraron cuidarlas.

Y tú… ¿estás preparado para ver cómo la locura y la tragedia se apoderan del corazón de La Promesa? Porque lo que está por llegar es un terremoto emocional que nadie podrá detener.

Prepárate para llorar. Prepárate para temblar.
Porque Eugenia está al borde del abismo. Y quizás no haya vuelta atrás.