Esta semana, La Promesa se sumerge en una espiral de secretos, traiciones y redenciones que cambiarán el destino de sus protagonistas. El eco de un susurro recorre los fríos corredores del palacio mientras la luna arroja su luz espectral sobre los vitrales: algo oscuro se avecina, algo que ha permanecido enterrado durante años… hasta que Curro decide hablar.
Todo comienza con una atmósfera densa de sospechas. María Fernández no consigue silenciar la inquietud que le roe por dentro. A pesar de los gestos amables de Petra, algo en ella le huele a trampa. Aunque la nueva Petra ofrece ayuda y sonrisas dulces, María no olvida el pasado, ni el peso del medallón que Petra guarda siempre consigo, grabado con una promesa que ahora parece resonar con una energía inquietante. María no está sola en sus dudas: Samuele, que ha pasado años refugiado en un monasterio de montaña, intenta que vea más allá del rencor. Cree que todos merecen una segunda oportunidad… pero ¿y si esta segunda oportunidad es solo una fachada?
Mientras tanto, una figura inesperada rompe el frágil equilibrio: Eugenia. Agobiada por la culpa, los silencios y las medias verdades, toma una decisión drástica. En mitad de la noche, desaparece del palacio, sin aviso ni despedidas. Su destino: la prisión donde Cruz permanece encerrado. ¿Injustamente? Tal vez. Eugenia, decidida a descubrir la verdad, se adentra en aquel lugar sombrío, antiguo orfanato convertido en cárcel, donde las paredes todavía murmuran historias de niños olvidados. En su búsqueda, encuentra antiguos papeles, cartas y objetos que podrían redimir, o condenar, a Cruz para siempre.
El palacio pronto entra en estado de alarma. Leocadia, siempre alerta, percibe el motivo detrás de la repentina huida de Eugenia y no tarda en ponerse en movimiento. Recurre a su colección secreta de pergaminos antiguos —esos que narran relatos de viajeros, con notas al margen que revelan verdades ignoradas—, buscando pistas que puedan esclarecer lo sucedido. ¿Podría uno de esos textos ocultar la clave sobre la inocencia o culpabilidad de Cruz?
Alonso y Martina no pueden evitar preguntarse si todo este caos está dejando al descubierto fisuras profundas en el legado de Lisandro, el duque ausente. Y es entonces cuando un nuevo rostro irrumpe en escena: Toño. El joven regresa cambiado, endurecido por la vida. Aprendió a montar a caballo en la corte real y sus manos, marcadas por cicatrices, son prueba de su transformación. Simona, su madre, lo recibe con una mezcla de alegría y temor. La vida les ha enseñado que la confianza es un terreno que se gana paso a paso. ¿Está Toño dispuesto a demostrar que ha cambiado?
En paralelo, en las cocinas del palacio, los cuchicheos hierven tanto como las ollas. Un joven aprendiz asegura haber visto una figura encapuchada rondando por el salón secreto, donde se almacenan los registros genealógicos de la familia. ¿Qué vínculos prohibidos están a punto de salir a la luz? ¿Podría un secreto de sangre trastocar por completo el árbol genealógico de La Promesa?
Martina, intrigada, recorre los pasadizos del ala antigua, donde los tapices susurran nombres olvidados. Es allí donde encuentra una llave oxidada oculta en un volumen prohibido, uno que perteneció —según se rumorea— a una secta que veneraba el poder de lo invisible. ¿Qué puerta abrirá esa llave? ¿Qué verdades espera detrás?
Y en medio de todo este huracán, Curro da un paso al frente. En un momento cargado de tensión y valentía, revela un dato inesperado que apunta directamente a Jacobo. Las palabras de Curro sacuden los cimientos del palacio: Jacobo no es quien dice ser. La fachada cae, y el escándalo es inminente. ¿Será Curro capaz de sostener la verdad frente a todos, incluso si eso significa romper la paz que tanto ha costado mantener?
La noticia se propaga como fuego en un campo seco. La lealtad se pone en duda, los vínculos se fracturan, y un enemigo oculto —quizás más de uno— se prepara para contraatacar. ¿Quién ha estado manipulando los hilos desde las sombras? ¿Y qué relación guarda todo esto con la antigua promesa grabada en ese medallón maldito?
En la escena final del episodio, mientras todos se enfrentan a las consecuencias de las revelaciones de Curro, una figura encapuchada observa desde las sombras, con una sonrisa apenas dibujada y un mapa antiguo entre las manos. En él, líneas y símbolos conectan lugares olvidados del palacio… y tal vez indiquen el lugar donde descansa la prueba definitiva que desvelará al verdadero traidor.
Una vela se enciende en el pasillo más oscuro del palacio. Una puerta cruje. Todo se detiene.
¿Estás preparado para descubrir lo que hay al otro lado?
No te pierdas el próximo capítulo de La Promesa. Porque la verdad, querido espectador, está más cerca de lo que imaginas… y puede destruirlo todo.