El misterio se espesa en La Promesa, y el capítulo del miércoles 21 de mayo marca un punto de inflexión en la investigación secreta que Curro ha llevado junto a López. Lo que parecía una misión peligrosa pero manejable, se convierte en un viaje cargado de símbolos ocultos, decisiones desesperadas y un giro que amenaza con quebrar la frágil estabilidad del palacio.

Todo comienza en la joyería. Esmeralda, la dueña del local, reconoce a Curro, algo que podría haber comprometido toda la operación. Pero Curro y López reaccionan con rapidez: sortean con habilidad los interrogatorios de la joyera y consiguen ganarse su confianza, hasta el punto de que ella les entrega el conjunto de joyas por las que han venido. Sin embargo, estas piezas no son comunes. Tienen símbolos grabados que evocan algo más profundo, un código, una advertencia, un legado… Nadie lo sabe aún. Solo está claro que lo que Curro y López tienen en sus manos es más que un puñado de objetos de valor: es una llave hacia un misterio más grande de lo que jamás imaginaron.

Cuando salen del establecimiento, una serie de pistas los golpea con fuerza. Nada es claro, todo parece enredado, lleno de mensajes encubiertos que desatan más preguntas que respuestas. La tensión entre ellos crece. López, cada vez más inquieto, propone buscar ayuda: tal vez Ángela, la madre de Curro, podría ayudarles a interpretar esos símbolos. Pero Curro se niega tajantemente. No está dispuesto a involucrar a su madre. La ama demasiado como para arrastrarla a algo que aún no comprenden del todo, pero que ya huele a peligro.

López, acorralado por el miedo y el peso de lo desconocido, plantea la posibilidad de abandonar la investigación. Quizá es mejor soltar todo antes de que sea demasiado tarde. Pero Curro se planta firme. No ha llegado tan lejos para retroceder. La verdad está demasiado cerca. Lo siente en los huesos. Algo crucial está a punto de revelarse, y él no piensa mirar hacia otro lado.

Pero mientras una parte de su vida se tambalea entre códigos y secretos, otra empieza a desmoronarse dentro del palacio. Curro descubre, para su sorpresa, que Eugenia se ha instalado sin previo aviso en la antigua cámara de Lorenzo. No entiende qué la llevó a hacerlo, ni por qué ha guardado silencio al respecto. La preocupación lo consume. Algo no encaja, algo le dice que lo de Eugenia no es una simple decisión espontánea.

Decidido a llegar al fondo del asunto, Curro empieza a revisar las pertenencias del palacio. Lo hace con discreción, guiado por la intuición. Y entonces lo encuentra. Un arma. Oculta. Como si alguien esperara el momento oportuno para usarla. ¿Quién la dejó allí? ¿Por qué? ¿Está relacionada con Eugenia? ¿Con lo que están investigando?

Mientras tanto, en las cocinas del palacio se gesta otra tensión. Petra, tras sus recientes acciones, parece haber dado un giro inesperado en su comportamiento. Algunos comienzan a aceptar su nueva actitud, incluso celebran lo que creen una transformación sincera. Pero María Fernández no se deja engañar. Mira más allá de la sonrisa amable y siente que Petra está fingiendo. La sospecha la corroe. Cree que todo es una fachada.

El padre Samuel, siempre defensor de la reconciliación, no duda en salir en defensa de Petra. Insinúa que las dudas de María tal vez tienen más que ver con sus propios sentimientos, con su implicación emocional en el refugio y su deseo de protegerlo, que con una amenaza real. Pero la desconfianza sigue flotando en el aire.

Y mientras unos intentan recomponer relaciones, otros apenas consiguen contener el resentimiento. El regreso de Toño al palacio es visto por muchos como una posibilidad de sanar heridas, especialmente con Simona. Manuel, mediador natural, intenta que ambos se acerquen, que limen asperezas. Pero los viejos reproches resurgen como heridas mal cerradas. El pasado aún sangra. La reconciliación no será tan fácil.

Por otro lado, Martina observa con creciente suspicacia la prolongada estancia del duque de Carvajal y Cifuentes. Algo no le cuadra. La presencia del duque se alarga más de lo habitual, y Martina siente en sus entrañas que hay algo más detrás de su visita. Está decidida a averiguarlo. Porque si algo ha aprendido en La Promesa, es que nadie permanece demasiado tiempo sin un propósito oculto.

El clima de sospecha, incertidumbre y tensión emocional estalla con una noticia demoledora. Emilia entra en la cocina con la voz quebrada y los ojos llenos de urgencia: Eugenia ha desaparecido. Nadie sabe dónde está. No ha dejado nota, ni aviso. La única suposición que ronda en el aire es que tal vez ha ido a visitar a su hermana, que sigue recluida en prisión. Pero el silencio es demasiado espeso. Los rostros se tornan pálidos. La ansiedad se multiplica. Todos parecen compartir un mismo presentimiento: lo que está ocurriendo no es casual.

Y es que en La Promesa, cada silencio es una amenaza, cada secreto es una bomba latente y cada pista… una posible traición.

Curro, ahora con la desaparición de Eugenia encima, el hallazgo del arma oculta y la investigación a punto de desbordarse, se encuentra frente a una encrucijada aterradora. ¿Seguir adelante, sabiendo que cada paso lo acerca a un abismo de revelaciones? ¿O proteger a quienes ama, aún si eso significa dejar la verdad enterrada?

Lo cierto es que La Promesa no da tregua. Y este miércoles 21 de mayo, el rumbo de la historia cambia para siempre. Porque la verdad… ya no se puede contener.

¿Estás listo para descubrir qué hay detrás del velo? Este capítulo marcará un antes y un después. El destino de Curro, Eugenia y todo el palacio pende de un hilo. Y el reloj… ya está corriendo.