El próximo capítulo de La Promesa trae consigo una tormenta que cambiará para siempre la jerarquía en el palacio: María Fernández ha regresado. Pero esta vez, no como una simple sirvienta… sino como una fuerza imparable decidida a ajustar cuentas.
Después de haber sido humillada y despedida injustamente por Petra, María desapareció en silencio, pero con la determinación ardiendo en el pecho. Nadie imaginaba que en su exilio estaba reuniendo pruebas, reviviendo recuerdos y reconstruyendo la dignidad que le fue arrancada. Y ahora ha vuelto, más fuerte y con una verdad explosiva entre manos.
Petra, la ahora temida gobernanta, ha extendido su poder como una sombra, gobernando con amenazas, silencios y represalias. El personal vive oprimido, los pasillos del palacio se han vuelto lugares de susurros, y el miedo se ha instalado en cada rincón. Pero el miedo cambiará de lado…
María, con paso decidido, vuelve a cruzar la puerta del palacio. Sus ojos ya no tiemblan. En sus manos lleva un pequeño cuaderno de notas, viejo pero revelador. Es el legado de confidencias compartidas con su amiga Ann, lleno de fechas, nombres, movimientos y secretos oscuros. Uno de ellos —el más peligroso— apunta directamente a Petra.
En una jugada maestra, María entra en la habitación de Petra y encuentra lo impensable: un arma de fuego, cargada, escondida entre sábanas. Sabe que no puede esperar más. Corre hacia Alonso y le entrega la verdad.

La reacción es inmediata. El sargento Burdina llega, registra la habitación… y la prueba está ahí. Petra intenta negar, acusa, miente, pero todo es inútil. Es arrestada ante la mirada atónita del personal.
En el salón, Alonso, con firmeza, le dice a María:
“Nunca debiste haber sido despedida. Esta casa te necesita.”
Ella, con los ojos humedecidos, vuelve a ocupar su lugar.
Y mientras las risas, los abrazos y los suspiros de alivio llenan la cocina, una nueva era comienza en La Promesa. Pero… ¿será este realmente el final para-Petra? ¿O solo el inicio de una revancha aún más peligrosa?